El ciclismo, ¿deporte nacional de Colombia?

Por @pmpalermo

No es ningún secreto que el fútbol es el deporte más popular del mundo y, por consiguiente, el que cuenta con la mayor cobertura de los medios periodísticos y aporte de patrocinadores, generando un negocio monstruoso y la pasión desmedida de los espectadores.

Ahora bien, el mero hecho de contar con un presupuesto superior y llevarse gran parte de la atención, no significa que sea la disciplina más representativa de un país. De hecho, suele vincularse dicha elección a las raíces culturales y, por ejemplo, el rugby es la bandera de Nueva Zelanda y, el casi desconocido Pato, en Argentina.

Pero no siempre coincide el deporte nacional con el que mejor desarrollo y resultados tiene en cada nación y, en ese contexto, no puede obviarse el poderío gaucho en el fútbol. Los All Blacks sí hacen honor al orgullo patrio con una marcada hegemonía global.

Así llegamos a Colombia, país donde (además del patinaje) el fútbol es rey, comercial y periodísticamente hablando, en tanto que el Tejo es el deporte nacional, algo que desde Ciclismo Internacional consideramos equivocado en todo sentido y con el mayor respeto por los indígenas y su Turmequé (juego que dio origen hace 500 años al tejo).

Si mantenemos las comparaciones futbolísticas, Argentina puede vanagloriarse de contar con dos mundiales en sus vitrinas y varias finales más, amén de incontables títulos de la Copa América y otros torneos. Los cafeteros, en cambio, no pueden decir lo mismo y por ello, tendrían que poner más atención en sus productos de máxima calidad.

¿O acaso no se dan cuenta que en el ciclismo sí son lo que Brasil o Alemania en la popular disciplina del “balompié”?. Y no sólo porque Nairo Quintana o Rigoberto Urán se codean al máximo nivel posible en las principales competencias del mundo en ruta, no. Sería muy sencillo apoyarse sólo en eso, pero si profundizamos, saltan inmediatamente a la luz los brillantes logros de los escarabajos en la pista.

Sin ir más lejos, el deporte pedal regaló 24 medallas a su patria en los recientes Juegos Centroamericanos y del Caribe demostrando una supremacía impactante en la región aún sin tener todas las políticas internas en su punto óptimo. A modo de repaso, son:

*Bicicrós-ORO: Mariana Pajón, Carlos Alberto Ramírez. PLATA: Carlos Mario Oquendo
*Ciclomontañismo-ORO: Leonardo Páez. PLATA: Fabio Castañeda
*Ruta-ORO: María Luisa Calle (CRI), Brayan Ramírez (CRI). PLATA: Serika Guluma (CRI), Fernando Gaviria (CRI)
*Pista-ORO: Fabián Puerta (kilómetro contrarreloj, velocidad pura y keirin), Weimar Roldán (carrera por puntos), Fernando Gaviria (ómnium); Kevin Ríos, Weimar Roldán, Eduardo Estrada, Juan Esteban Arango (persecución equipos), Juan Esteban Arango (persecución individual). PLATA: Fabián Puerta, Rubén Darío Murillo, Santiago Ramírez (velocidad equipos), Diana García (velocidad pura), Milena Salcedo (ómnium). BRONCE: Jodan Parra (scratch), Anderson Parra (kilómetro contrarreloj), María Luis Calle (persecución individual); María Luis Calle, Milena Salcedo, Valentina Paniagua, Jessica Parra (persecución equipos).

Tampoco hay que ocultar los problemas internos del ciclismo colombiano, pero el sistema piramidal de la base es lo que funciona, tal como sucede en otros lugares con el fútbol, donde el suceso se debe a la cantidad y calidad de los prospectos, que dejan en el anonimato a cientos de miles que no consiguen llegar.

Los escarabajos atraviesan por su nueva generación, pero tampoco hay que ser injusto y por eso vale la pena recordar a algunos de los que abrieron el camino a estos jóvenes que hoy maravillan al mundo: Ramón Hoyos Vallejo, Cochise Rodríguez, Fabio Parra, Juan Pablo Wilches, Lucho Herrera, Álvaro Mejía, Santiago Botero o Mauricio Ardila.

Colombia siempre tuvo mucho talento y basta ver el modo en que viven para poder darse cuenta los motivos por los que siguen apareciendo pedalistas de máximo nivel, ya que sin ir más lejos, no es extraño ver multitud de ciclistas reunidos organizando carreras clandestinas e ilegales, rodando a toda marcha entre los autos por un premio en efectivo. Correr luego contra europeos forjados en ambientes más propicios les resulta fácil.

Obviamente que hay muchas personas y equipos que trabajan en la formación, pero ese es el apartado que más deben progresar puesto que sobran las competencias pero les falta mayor profesionalización, hecho que explica por qué Colombia tiene los mejores atletas del continente pero no así las pruebas, ubicadas en Argentina (Tour de San Luis) o Estados Unidos (California, Utah y Pro Challenge).

Si a esto se le suma la privilegiada geografía cafetera y la globalización, que permite que estas joyas vean el salto al World Tour muy de cerca, el resultado es un nivel superior de corredores que luego brilla en el exterior, donde no les cuesta tanto explotar sus cualidades.

Para dejarlo más claro: Nairo Quintana, que hoy maravilla al mundo, es sólo es un colombiano más que debía ir al colegio en una pesada bicicleta subiendo o bajando montañas y por eso, mientras la orgullosa nación sudamericana mantenga sus costumbres de antaño, podrán vanagloriarse de su pasado pero, sobre todo, de su presente y futuro, que amenaza con ser más genial aún de la mano de esta nueva generación que comienza a despuntar.

Por eso, con todo esto en perspectiva, no es ilógico afirmar que el deporte nacional de Colombia es el ciclismo y, desde este humilde espacio, instamos a los fanáticos y autoridades pertinentes a abogar (con respeto) por la modificación del estatuto que nominó al Tejo como símbolo del deporte colombiano o a los medios que sólo dan fútbol a abrir sus puertas en serio al pelotón.