Burgos-BH tramita un expediente para despedir temporalmente a sus corredores
Por Oscar Trujillo Marín
Vaya por delante que el drama económico que se cierne sobre casi toda la humanidad es de proporciones colosales, demasiado preocupante en un mundo que de por sí, ya demostraba unas cifras de desigualdad social vergonzosas y una acumulación de riqueza en un muy pequeño porcentaje de la población realmente obscena.
Si los equipos grandes del World Tour empiezan a sufrir las consecuencias económicas de la crisis provocada por la pandemia, imaginen los de segunda y tercera división.
Para no ir más lejos, el Burgos-BH español ha presentado (amparándose en el estado de alarma y excepción que atraviesa ahora mismo España en cuarentena total desde hace ya varios días) un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) para la totalidad de sus corredores (20) y el staff técnico, de momento. Para el equipo también trabajan autónomos que prestan servicios logísticos a la formación, que ahora mismo y con todo paralizado se quedan en el limbo, a la espera de una solución para ellos.
En declaraciones al diario AS, su director David Cantera dijo al respecto: “Se ha tramitado el expediente, y está pendiente de aprobación, para los fijos con contrato desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 2020. En teoría se prolongará mientras dure el estado de alarma, y luego ya veremos cuándo se regresa a la competición”.
Lo que resulta inquietante es el “ya veremos” porque si la situación no mejora pronto las empresas amparándose en una natural y nula actividad económica posible, o en una incierta reapertura por falta de liquidez tras tanto tiempo parados, sin mayor dinamismo, podrían prescindir de sus plantillas definitivamente si se declaran en banca rota. Más aún, -como en el caso de este equipo- cuando dependen de fondos regionales públicos que pueden ver alterada su disponibilidad.
De momento, los corredores y staff técnico se irán “al paro” como se conoce en España a la prestación que otorga el estado cuando un trabajador legal por cuenta ajena es despedido de su trabajo. El monto de esa paga mensual es de aproximadamente el 70 por ciento del salario que venía devengando en el último semestre. Si en seis meses el trabajador no logra conseguir empleo, (y el ministerio de trabajo corrobora que no ha sido por desidia) se puede extender, previo estudio e cada caso, hasta un máximo de dos años, pero a partir del séptimo mes la prestación se reduce al 50 por ciento.
Algo es algo. Comparado con las precarias garantías laborales en casi todo el resto del mundo que no es Europa occidental. Cabe resaltar que esa paga no se la “regala” el estado, sale de las cotizaciones retenidas a los mismos empleados y empresarios durante la vigencia de su vida laboral acumulada, conque los entusiastas del neoliberalismo pueden guardar sus lanzas. Es lo justo. Y lo es por un periodo limitado conforme a la antigüedad particular de cada cual, del tiempo que lleven cotizando en la seguridad social.
El problema es quedarse cesado, sin empleo cuando no has hecho nunca otra cosa o no sabes hacer otra cosa. El deportista, el atleta de élite, consagra los mejores años de su juventud, de tiempo entero a su actividad, vive de, por y para eso.
El ciclista en particular dispone apenas, -en el mejor de los casos- de 15 años de plenitud para desarrollar sus dones y cualidades: lo que no gane allí ya tendrá que ser en otros escenarios de reinvención, que requieren tiempo y dedicación exclusiva. Puede que algunos World Tour, si este fin del mundo se alarga mucho, empiecen a pasar angustias (se gasta conforme a se gana) pero pueden estar seguros que en Pro-Series (segunda división) y Continental (tercera) los dramas van a ser infinitamente peores.
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