Los 2 motivos por los que Vingegaard se hundió en su regreso

El fin de semana marcó el retorno de Jonas Vingegaard a la competición luego de un heroico Tour de France. El danés estuvo en la Klasika de San Sebastián y no lució como muchos esperaban, quedando cortado en la empinada cota de Erlaitz para luego abandonar. Eso se debió a dos motivos, que explicamos a continuación.

Pero para quienes han seguido la trayectoria del ahora bicampeón del Tour, esto no es una sorpresa. Es que nunca ha destacado en pruebas de un día, más allá de su triunfo en Drome Classic 2022, algún top 10 perdido por allí, como su 8va plaza en la Klasikoa de 2021, y hasta quizás la 14ta posición de Il Lombardia de ese mismo año. Luego, nunca lo hizo bien en ninguna clásica, semi clásica o evento que no sea por etapas.

Entonces, cualquier tipo de expectativa alrededor del líder de Visma era infundada y, por el contrario, hubiera sido toda una sorpresa que estuviera -siquiera- en el podio. En esa coyuntura, son llamativas las declaraciones del director del bloque neerlandés justificando el resultado en “falta de piernas” o incluso las del protagonista antes de la partida, avisando que haría “todo lo posible por ganar”.

Así como Vingegaard es el mejor corredor de vueltas por etapas del planeta, es mediocre o malo en clásicas y no hay que inventar excusas. Simple. Incluso, la clave la dieron Zeeman y compañía durante el Tour, cuando reconocieron la debilidad en la que su jefe de filas deberá trabajar en el futuro: falta de explosividad.

Es ese justamente el principal motivo por el que Jonas no rinde en pruebas de un día, en las que se arranca y frena constantemente, la situación de carrera cambia de un momento a otro y hay que perseguir, frenar, y vigilar mucho más que en etapas de montaña de carreras de varios días. El expescador es un diésel -el mejor del mundo- y aprovecha eso en escenarios para escaladores más puros, con puertos de entidad y si son encadenados mejor. Y si son en el marco de varias jornadas de acumulación, ideal. Ese no es el caso de la gran mayoría de carreras de un día.

Pero si aspira a descollar en el complejo mundo de las clásicas, deben alinearse factores como el que debe ser una carrera en la que las trepadas sean relativamente extensas y que él esté en un gran día para limitar su falta de potencia con la capacidad escaladora que es marca registrada de la casa.

“Jonas tiene que trabajar en su explosividad los próximos años o no podrá igualar a gente como Pogacar, Roglic e incluso Evenepoel”, afirmó Zeeman en la citada declaración en la que aceptaron la debilidad de su ciclista. Por esos días, Pogi lo dejaba descolgado en puertos largos y Vingegaard luego remontaba o recortaba aprovechando que las ascensiones continuaban.

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El día del Galibier es la clave: el de UAE lo sóltó cerca de la cima y lo distanció en la bajada, aprovechando su potencia, tal como indicó el propio Jonas. Esa es la táctica que se emplea en las clásicas, cuando los de punta aprietan cerca coronar las cotas y -lejos de tomar aire- aceleran en los descensos.

Para redondear, nada mejor que una estadística: el de Hillerslev tomó la salida en 46 carreras de un día, ganó una, fue podio en otra (1.2), top 10 en cinco y se bajó en diez oportunidades. Todo dicho.

Mente y cuerpo

Si a todo esto se le añade que Vingegaard tuvo una campaña atípica y acabó el Tour física y mentalmente vacío, la ecuación es redonda. El corredor de Visma necesitaba un descanso y posiblemente la descarga haya sido mayor por lo emocional.

Es cuestión de tiempo para que se produzca la supercompensación, quizás esta misma semana en Polonia y con algo más de tonicidad muscular tras la Klasika, o puede que más adelante. Ni el mismo conjunto neerlandés debe tener la respuesta, ya que es la primera vez que su corredor atraviesa un período así.

Sí, el año pasado brilló en la Vuelta tras hacer el Tour, pero la temporada fue ideal. No tuvo ni un resfrío, en tanto que en 2024 pasó semanas alejado de la bici y en rehabilitación, casi que reconstruyendo su cuerpo.

En definitiva, su falta de habilidad y capacidades físicas naturales (pesa 60 kg) para las pruebas de un día, más el desgaste físico y emocional de un accidentado curso, se unificaron para que se hundiera en la Klasika de San Sebastián. Algo que visto con toda esta evidencia sobre la mesa, era lo que debía suceder.

Pablo Palermo

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