Astana y Kreuziger, la encrucijada de Cookson
Por @pmpalermo
Mucho se habló, se habla y se hablará de dopaje en el ciclismo, deporte que hoy paga sus propias culpas debido los hechos de corrupción del pasado, que todavía sobrevuelan de la mano de diversos personajes nefastos que parecen no entender los vientos de cambio presentes.
Para ser más precisos, la crucifixión de Lance Armstrong fue sólo un capítulo más dentro de una novela que parece no acabar. En su hundimiento, el texano marcó al ex presidente de la Unión Ciclista Internacional, Pat McQuaid, que igualmente estuvo cerca de ser reelecto en las elecciones presidenciales de 2013.
Y allí es donde podría encontrarse el cambio de paradigma por todos esperado. Muchos abogan por sanciones más duras o por borrar del ciclismo a aquellos que se doparon, pero la solución pasa por otro lado: el cumplimiento de las normas básicas sin excepción y sin dejar dudas. ¿Cambió realmente algo en la UCI?. En breve hablaremos de ello.
Pero primero y pasando en limpio, hay que decir que el mundo del deporte pedal alberga hoy a una nueva generación que se encontró con gente muy dispar como Jonathan Vaughters o Alexandre Vinokourov.
El primero confesó sus pecados y se dedicó desde entonces a luchar con mano férrea contra la peor lacra del deporte profesional, mientras que el kazajo cumplió la condena, volvió a competir y a ganar y se mostró ligeramente arrepentido. Una vez que colgó la bicicleta, muchos de los casos de doping salieron de estructuras o atletas vinculados a él de algún modo, manteniendo sobre sus hombros una sombra de sospecha constante.
Con esto queremos decir que todos merecen una segunda oportunidad y que aquellos que realmente se equivocaron y decidieron cambiar pueden ser muy útiles al sistema, como el Manager de Garmin. Por el contrario (y no tenemos pruebas por lo que no lo afirmamos), nunca será bueno mantener a esos que ocasionan problemas, directa o indirectamente, y no parecen aprender. La supuesta visita de Michele Ferrari (médico sancionado de por vida, ex preparador y amigo de Vino) a la concentración del Astana en 2013 es un buen ejemplo de esto.
Si a eso se suman los positivos por EPO de los hermanos Iglinskiy y los cuatro casos en el Astana Continental (Davidenok, Okishev, Fedosseyev y Gorbunov), es evidente que algo no marcha bien alrededor del kazajo.
Roman Kreuziger es otro que hoy genera controversia, casualmente (o no), debido a los valores arrojados por su pasaporte biológico durante los años 2011 y 2012. ¿A qué no saben en qué equipo militó esas dos campañas el checo? Sí, en Astana.
Por contrapartida, desde esta redacción somos defensores de la presunción de inocencia, es decir, que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Pero lo que sí es claro es que ni Vincenzo Nibali ni Fabio Aru, las dos estrellas del conjunto celeste, quedan bien paradas en este embrollo aún cuando jamás hubo dudas de su limpieza.
Ambos tuvieron un año excepcional, ya que el Tiburón arrasó el Tour de Francia y su joven pupilo fue podio en el Giro y lo rozó en la Vuelta, pero con cientos de historias pasadas como referencia y con el caos generalizado que hoy reina en Astana, sus nombres están en entredicho.
¿Es Cookson diferente?
Hecha la aclaración anterior, llegamos al punto en el que hablamos de un cambio de paradigma. El británico Brian Cookson se impuso en las elecciones pasadas pregonando, entre muchas otras cuestiones, un manifiesto en el que la limpieza del ciclismo sería uno de los puntos a cambiar sin excepción.
Es cierto que todavía no pasó mucho tiempo de su mandato, pero en este momento llegó a la encrucijada en la que se ganará el respeto del mundo del deporte pedal o pasará a ser uno más que se sometió y/o mezcló en el sistema.
Bajo su dirección, se creó la Comisión Independiente de Reforma del Ciclismo (CIRC) que parece bien encaminada y, según el propio Cookson, está encima del caso Astana. Además, el mandamás de la UCI había dicho que se intentaría acortar los procedimientos, algo que con Kreuziger no sucede.
Al margen de cuestiones burocráticas, lo que está en tela de juicio es la figura del propio Cookson. El ciclismo tiene el MPCC (Movimiento por un ciclismo creíble), existe también el TAS (Tribunal de Arbitraje deportivo) y otras entidades que pretenden luchar con los tramposos, pero los ojos del mundo están posados sobre quien es la cabeza visible de este deporte.
La mancha negra que dejó McQuaid como partícipe en encubrimientos de doping y quién sabe qué otras porquerías más, es muy grande y sólo un golpe de timón totalmente opuesto limpiará, en parte, el buen nombre del ciclismo.
Esto implica que, si no están dadas las condiciones para que el Astana siga formando parte del pelotón, la Unión Ciclista Internacional haga lo que debe y los borre de un plumazo. Sobran los casos en los que, por situaciones menores, hubo penas ejemplares. Aquí, debe obviarse el dinero y las estrellas de la estructura kazaja y negarles la licencia si esa fuera la solución.
Muchas veces la prensa y los espectadores no entienden los procesos burocráticos y se impacientan pero, al margen de las demoras, lo que queda en la memoria son las decisiones y no el tiempo que tardaron en tomarlas. Por eso, Cookson y compañía todavía están frente a una oportunidad única de demostrar que el cambio prometido es posible y que un nuevo ciclismo está al caer, independientemente de que todavía haya gente que intenta hace trampa.
Muy de acuerdo. El ciclismo merece ser limpiado de toda sombra oscura. Nos dolera por nibali, Aru. López y otros muy limpios pero es hora de voltear la torta
Muy de acuerdo Pablo. A quienes nunca castigaron por las irregularidades cometidas con Lance A fue a la UCI. Es tiempo de limpiar de una este deporte, pero la primera señal entregada Coikson y la UCI en esta oportunidad, van en sentido contrario.