Ciclismo Internacional

Ahórrate los cuentos chinos Tom: ¡Era un tema de cetonas!

Por Oscar Trujillo Marín

Tom Dumoulin renunció al Movimiento por un Ciclismo Creíble, (si, sabemos que suena increíble) y hasta ahí el neerlandés está en su derecho de desvincularse de unas normas antidopaje más rígidas que las de la misma UCI, y la AMA.

Decidió desligarse del compromiso ético que tenía en su antigua formación Sunweb y él mismo de modo particular, para armonizar con su nuevo equipo Jumbo-Visma que no hace parte de dicho movimiento (MPCC, por sus siglas). Y de momento, mientras se mantenga la polémica por las cuestionadas ketonas, (o cetonas) cuyo uso el equipo más fuerte de los Paises Bajos defiende a ultranza, no creemos que les haga ilusión ahora mismo afiliarse.

Los corredores, con carácter individual, pueden (si quieren y así lo han hecho muchos, aunque su equipo no lo esté) permanecer afiliados: ¿hacía falta darse de baja? ¿Estuvo allí antes solo “obligado” por Sunweb, no por convicción? ¿Tiene miedo que en cualquier momento prohíban las cetonas y el rígido código del MPCC se ensañe con él? ¿La latente incoherencia no le dejaba dormir y le causaba parásitos intestinales?

Si el campeón del Giro de Italia 2017 hubiese dicho algo así como: “No sigo porque mi nuevo equipo no me obliga a hacerlo, y no pertenece a dicho movimiento”, hubiera quedado como un príncipe. Decepcionante, sí, puede ser, pero príncipe sincero, al fin y al cabo.

Si hubiese utilizado esa razón, (aunque fuera innecesario retirarse), él como icono mundial del ciclismo, en aras de una transparencia absoluta en un deporte siempre tan en tela de juicio, desde hace tantas décadas (por desgracia, de manera justificada) no se entendería mucho la necesidad de dejarlo, si su intención es mantenerse inmaculado y lejos de cualquier sospecha. Pero hasta allí, ejerciendo su libertad no habría problema. Bernal, Thomas, Froome y el INEOS entero no hacen parte de el movimiento y nadie les dice nada.

Lo desafortunado, -más bien cínico- o cuando menos torpe de su proceder, fue intentar utilizar la burda excusa de haberse apeado de un movimiento que lucha por la necesaria limpieza en un deporte con incontables escándalos de podredumbre ética y dopaje en sus máximas figuras, (y en corredores del montón también) desde siempre, aduciendo que se iba porque, según Tom: “Si defienden la salud pública como dicen, por qué no se pronunciaron sobre París-Niza. Pero luego salen a hablar de los ketones y eso me pareció hipócrita y suficiente como para renunciar como miembro”.

Aunque el neerlandés, de forma paradójica, también declaró después para matizar: “Me gusta la filosofía del MPCC. Ellos persiguen un deporte más limpio y no consideran que las reglas actuales de dopaje sean lo suficientemente estrictas”. (…)

Quizás de manera acomodaticia, Tom, obvia el sutil detalle de que el MPCC vela por prevenir y combatir temas de dopaje, y es en eso donde puede hacer cierto Lobby y es más o menos escuchada por la UCI y la AMA (agencia Mundial Antidopaje). El MPCC no tiene ninguna injerencia, jurisdicción ni menos poder para vetar carreras, coaccionar a organizadores, y, mucho menos detener una competencia (Paris Niza en este caso) que el gobierno francés permitió, en una época que aún no habían restricciones en Francia, y la mayoría de equipos y ciclistas acordaron iniciar en el comienzo de una situación absolutamente inédita en los tiempos modernos, que tomó por sorpresa, desconcertado y sin respuestas a todo el mundo.

Al respecto el presidente del MPCC, Roger legeay, declaró hoy para Cyclingnews, que la carta de renuncia de Dumoulin solo hacía alusión a la Paris Niza, como motivo de su retirada, cosa que a Legeay le parece irracional para justificar su salida con esa excusa tan pobre. Además, el director del movimiento explicó: “No hemos dicho que las cetonas sean peligrosas. Eso es falso. Solo las prohibimos cuando, después de un estudio de la Universidad de Lovaina, apareció en publicaciones científicas que mejoraría el rendimiento entre un 5 y un 15 por ciento. Además, hay demasiadas incertidumbres a largo plazo sobre su uso”, dijo el presidente del Movimiento por un ciclismo creíble.

La CPA, (asociación de ciclistas profesionales) tenía algo más que decir allí en la París-Niza y ante ellos se pudo haber quejado el corredor nacido en Maastricht. Por cierto, la misma París-Niza que tanto le preocupaba a Tom (y a la que ni él ni su equipo fueron) se corrió a puerta cerrada: no hubo un solo contagio en los participantes. Muy insegura para la salud de los deportistas, la verdad, no pareció estar. Menos para la integridad de un público ausente.

Ser profetas del pasado es muy fácil, lo complicado fue decidir sobre la marcha y muchos con la realidad que había en Francia que aún no era lo grave que terminó siendo después, decidieron correr. Por el contrario, en UAE Tour, por ejemplo, que si fue un caos total, sí ocurrieron problemas de salud en corredores, no pareció haber renunciado Jumbo-Visma dignamente ante las dudas, sobre la marcha, en Abu Dhabi callaron.

Quizás antes que marear la perdiz, contar milongas para justificarse o extender una dramática -pero poco creíble cortina de humo- lo que debió haber dicho Dumoulin solamente es esto, que en efecto hizo, aunque -ya opacado por lo anterior- cuando declaró, después de retirarse del movimiento:

“Se les ocurrió la historia de que el uso de cetonas es muy peligroso. Pensé que era una actitud muy hipócrita del MPCC. (NDR: Hace alusión a que supuestamente al MPCC no le importó la salud de los corredores en Francia). Nuestro equipo usa cetonas, por lo que es un poco hipócrita para mí ser miembro del MPCC. Esas dos cosas juntas me llevaron a darme de baja”, expresó Dumoulin, y se quedó tan ancho.

Se les ocurrió la historia…”, dice el recién llegado líder del Jumbo-Visma. Pues no, no “se les ocurrió”. Si no lo dijeran los médicos y expertos en dopaje, cualquiera pensaría que el MPCC, por amargar a Tom, de manera caprichosa lo decidió. Fueron estudios científicos quienes lo determinaron; y ya en aras de la simple equidad en carrera, una competencia donde unos consuman cetonas y otros no, no parece muy justa y menos creíble.

No hay nada sintético introducido al cuerpo para acelerar de forma milagrosa procesos naturales, (que en circunstancias normales no llegarían jamás a tal grado de rápida eficiencia y tal cantidad de beneficios) que en la historia del ciclismo, luego no se haya tenido que prohibir y haya causado también secuelas terribles en los deportistas que de esas sustancias, pócimas o suplementos abusaron. Es iluso pensar que los corredores y equipos con más dinero no se van a comprar la mayor cantidad de litros para ir un 5% mejor entre gente que ya va al límite. Con una igualdad tan acusada por arriba, cualquier minucia ganada en resistencia y recuperación marca la diferencia. Y los que más dinero tienen se la van a procurar.

Dumoulin hace alusión a que el MPCC recomendó no usar ketonas (o cetonas, da igual) a sus afiliados por no conocerse sus contraindicaciones ni efectos a largo plazo. Cabe decir que el cuerpo humano sin inducción sintética de esta magnitud utilizada en el ciclismo, no sería capaz de producir tal cantidad de beneficios (de forma espontánea, natural) para lograr un nivel de energía estratégica y recuperación tan significativo. El cuerpo lo hace, pero más lento e incierto.

Los milagros metabólicos durante 21 días, sometidos a tal abuso, no suelen producirse de forma tan fiel y constante. Para el azaroso ritmo del cuerpo sometido a tan salvaje esfuerzo, sin ayudas, no resulta nada fácil y le cuesta mucho más. Es como cuando te metes testosterona, por supuesto que el cuerpo la produce de forma natural, pero en niveles bajos, cuando se induce de forma exógena y sostenida en niveles superiores a los normales, es cuando marca la diferencia en rendimiento. Por eso, en su momento, tuvieron que prohibirla. Bueno, por eso y por tanta atleta europea del este de los setentas y ochentas que anda hoy en día con depresiones espantosas, barba, nuez y bigote después de retirarse.

Se ha comprobado que su uso en el ciclismo puede significar un 5 % (algunos hablan de más) de beneficios para mejorar rendimiento, resistencia, fomentar la quema de grasas y preservar el músculo esquelético en sus entrenamientos. Aparte de no sufrir una producción tan acusada de ácido láctico.

Si las cetonas fueran un inocuo yogurt o suplemento que se consigue por 5 o 10 dólares en cualquier farmacia o supermercado, tendría un pase, aún siendo poco estudiada en las secuelas de su abuso, al menos si no está taxativamente prohibida todavía y siendo tan efectivas, estarían al alcance de todos los corredores. Pero ni eso.

El caso es que el mágico brebaje cotiza pura a un precio de casi 1000 euros por litro. Obviamente, al alcance de muy pocos, y quienes la consuman en detrimento de corredores con menor presupuesto para invertir en milagros, ya de entrada crearía una bochornosa falta de equidad en lo que se autoriza a usar para mejorar el rendimiento y los pocos que finalmente se lo podrían permitir de manera habitual.

Dumoulin, quizás en un oportuno ataque de amnesia, olvida que el MPCC no pinta nada en la autorización o no de llevar a cabo las carreras o suspenderlas, menos en la organización de las mismas. No tiene voz ni voto en las decisiones de la UCI, y su creación en 2007 después de que los vergonzosos dos últimos líderes del Tour de Francia y corredores más fuertes de la edición 2006 y 2007 Floyd Landis y Michael Rasmussen (por no hablar de ahí para atrás de la hegemonía de Armstrong incluida, o los turbulentos noventas…) tenía al ciclismo contra las cuerdas en materia de credibilidad, honestidad e imagen. ¡Fue para eso que se creo, para salvarlo de la corrupción y trampas que se habían tornado casi masivas!

Estaba tan en horas bajas dicha credibilidad del ciclismo, que algunos equipos no tuvieron más remedio que fundar este movimiento para demostrar a sus patrocinadores y los decepcionados aficionados que iban a velar porque esa época oscura y fraudulenta se quedara atrás y no manchara más el nombre de corredores honestos y empresas. Marcas que, buscando una publicidad para su negocio, terminaban asociadas con gánsters de la gloria espuria, mitos farsantes y tramposos vocacionales.

El MPCC no es solo un movimiento que vela por alejar la sombra del dopaje del ciclismo es un símbolo de compromiso ético. Si igual te ibas a retirar del compromiso Tom, ¡podías haberte ahorrado las milongas, las excusas baratas y los cuentos chinos! ¡Era un tema de cetonas! y sus posibles implicaciones legales e incoherencias en caso de que no sean tan inocuas e inocentes como tantos piensan. Podías haber empezado por allí.

Oscar Trujillo Marín

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