Por @pmpalermo
La segunda semana del Giro terminó y el panorama sigue casi tan abierto como hace 15 días. Sí, ya hay un racimo de aspirantes concreto, pero tal y como están las cosas, la camiseta rosa parece cosa de tres hombres, con un par más al acecho.
La cuestión es que dos de esos salieron con “ventaja” -numérica y moral respectivamente- de la semana inaugural: Primož Roglič y Vincenzo Nibali. El primero por haber hecho bueno su terreno -las cronos- para ubicarse como el mejor jefe de filas. El segundo, porque limitó daños con el esloveno, quedando relativamente cerca con una tercera semana a su medida en el horizonte.
Así ingresaron al Ecuador del evento. Y nunca mejor utilizada la expresión, puesto que fue Richard Carapaz, representante de ese país, el dueño del tramo medio de la Corsa Rosa, colándose a una fiesta en la que pocos -por no decir nadie- lo esperaba.
Sí, la mayoría lo tenía en consideración para la decena de avanzada. Pero otra cosa es el podio o, incluso, el título. Y, llegados a este punto, tras haber visto las piernas con las que vuela por estos días, es indudable que el de Carchi tiene con qué salir de Verona vestido de rosa.
¿Cosa de tres?
Vayamos por partes. Ya sea por flaquezas o mala fortuna, López, Yates, Majka y Landa viajan a una distancia amplia que, previsiblemente, crecerá en la crono restante. Salvo milagro, “Finestrazo” o equivocación ajena, no tienen opción.
Landa, posiblemente el más fino de ellos, lució algo debilitado en las dos últimas fracciones y quedó supeditado a su compañero. Yates y López quieren más de lo que pueden y, salvo que vuelvan a ser los que maravillaron en la Vuelta a España 2018, no mueven los vatios suficientes para poner esto patas para arriba. Su desventaja les valdrá para recolectar dianas parciales.
Eso dejaría la competencia entre tres: Rogla dispone de la contrarreloj conclusiva a su favor y, aunque sean 18 kilómetros, pueden ser suficientes como para meterle un minuto al de Movistar. Obviamente, para que dicho tramo sea un arma, no puede regalar más segundos.
En lo que a Nibali refiere, así como Primož deposita una porción de sus opciones en la cabra, él lo hace en su experiencia, forma actual y cualidades como fondista. Para ser más claros: mientras que el italiano es uno de los vueltómanos más importantes de la historia, en gran medida, por su capacidad para ir a más en terceras semanas, los dos hombres que hoy lo aventajan ingresarán en terreno relativamente desconocido. Punto para el de Bahrain.
Claro está, son especulaciones, apoyadas en antecedentes y lógica. Lógica que puede estallar por los aires en una ronda del género, como el día que el de Jumbo-Visma cedió el podio del Tour 2018, en su especialidad. O el propio líder, que no tuvo fisuras en la definición de la Corsa Rosa, hace 12 meses.
En un evento aparte de lo que es el resto del calendario, es donde empezará a jugar la cabeza y la forma. Y Richard no debe caer en las trampas de sus dos rivales directos, más experimentados. Tampoco conformarse.
Hasta hoy, el sudamericano corrió contra ellos y Mikel Landa. Sí, el vasco se le anticipó en las etapas 12 y 13, frenándolo a rueda de los otros capos. Más de una vez se vio a Carapaz saliéndose de la vaina por atacar, escalando con el freno de mano puesto. Respetando la jerarquía impuesta desde el coche. Mikel lo hizo genial, pero no le alcanzó como sí al de Latinoamérica.
El momento de Richard llegó el sábado 25, cuando aguardó como un veterano que se sucedieran los intentos entre los otros gallos, rematándolos cerca de la cima de Colle San Carlo. Tan potente como preciso, fue a lo suyo y sacó rédito del marcaje entre Nibali y Roglič, quienes se anularon mutuamente y concedieron aire al telefónico.
El sudamericano ha sido -sin duda alguna- el mejor cuesta arriba, recortando una brecha enorme de 3:16. Para ser más precisos, el ex esquiador le metió 2:42 entre las dos contrarrelojes disputadas y Carapaz cedió 46″ adicionales el tercer día, cuando quedó enganchado en una caída del pelotón. Esa ventaja se esfumó y ahora se invirtió.
¿Puede ganar el Giro?
De cara a lo que viene, hay varios aspectos a considerar. Movistar ha estado muy ofensivo y, tácticamente, certero. Eso debe continuar, aunque sería correcto que aten a Landa y lo pongan al servicio de su colega. Secando o atacando, lo que haga tiene que ser para beneficiar al ex Strongman y Lizarte. Ayer saltó en busca de Carapaz y Nibali, y sólo logró marcarle el ritmo a Roglič.
En gran medida, lo que el vasco haga inclinará la balanza en uno u otro sentido para Carapaz. Y el joven atleta, por su parte, necesita confiar en sus aptitudes, creer más que nunca en sí mismo y entender que, aunque parezca increíble, está doblegando a gente de la “realeza” del ciclismo.
Eso implica seguir atacando. Tiene que hacerse de un colchón en previsión de un desfallecimiento y de la crono. Su renta no es garantía y todos lo saben. Está en él salirse de la mentalidad “telefónica” tradicional e ir por todo, no conformarse con el cajón, con haber dado un salto más.
El mejor ejemplo es su compañero Landa, quien no terminó de creérsela en 2015 y, encima, fue parado por sus directores en Astana. Ese Giro lo vio regalar una oportunidad que, a día de hoy, se antoja irrepetible. Nadie quitará mérito si el de Carchi acaba tercero, no se confundan.
Pero en este punto de su trayectoria, puede darse el lujo de ir por todo y, en el peor de los casos, “perder”. Le queda todo por delante. Hoy en la cúspide del Giro, puede ganar si continúa por la senda trazada y su equipo lo acompaña. Si, contrario a lo que declaró, asume dónde está parado.
¿Y el resto?
Los demás también corren, claro. Roglič tiene las manos llenas puesto que queda aislado en cada puerto. Salvo que reencuentre sus sensaciones de hace diez días -difícil habiendo arribado tan fino-, su meta debe ser la de no entregar más tiempo y revertir todo sobre la cabra. Es de esperar que se dedique a marcar saltos de Nibali y, desde ahora, de Carapaz.
En cierto modo, no ser más el puntero le permitirá sentarse a rueda de los dos mencionados, que serán responsables de decidir lo que suceda cuando se muevan López, Yates o Majka. Si encima se sostiene a 47″, seguirá siendo el favorito en la crono.
Por su parte, el “Tiburón” seguirá yendo al choque, quizás sin tantos vatios como alguno de sus contrincantes, pero sí con la sabiduría de conocer todos los secretos del Giro y de este deporte. No se va a desesperar, sino que seguirá agitando el árbol hasta que caiga una fruta madura.
No nos cansamos de resaltar su capacidad para dosificar la forma, un plus en citas como esta. Algo que cobrará cada vez más peso cuando él mantenga una línea y la mayoría tenga el día malo. Quizás Roglič lo tuvo y salvó en la mini Lombardía, mientras que Carapaz está a seis fracciones de descubrirlo.
Todos los demás, salvo que el trío de punta se los permita, no tienen opciones de campeonato. Al menos no con la forma enseñada, puesto que apenas si han podido seguir la estela de quienes hoy encabezan la carrera. Además, con el paso de los días, el puestómetro se volverá valiosísimo y comenzarán a trabajar unos contra otros, favoreciendo a los de punta.
En resumen: Carapaz está en una posición soñada y temida por igual. Depende de él usufructuarla y seguir haciendo historia. ¿Cómo? Como hasta hoy, atacando con fuerza e inteligencia. Ya quedó visto que no pueden seguirlo y, en tanto y en cuanto eso siga así, su misión es aumentar la renta para el día cronometrado. Los 47″ no son suficientes.
Roglič, además de marcar con precisión y limitar la sangría, apuesta a no desfallecer nuevamente y rematar el último parcial. Nibali, a insistir hasta quebrar la resistencia, como sucedió en 2016. Sin brillo pero con solidez y efectividad.
Párrafo aparte para el peligroso aislamiento de Rogla, algo que no impidió a Dumoulin consagrarse una vez, pero que sí lo mermó en otras dos. Por caso, camino de Como, tuvo una fortuna increíble cuando Tolhoek lo encontró con su bici averiada y sin vehículo de asistencia (increíble fallo, puesto que estaban orinando). Lo mismo aplica a cualquiera, razón de más para que Carapaz siga sumando si las energías están.
¿Qué primará el 2 de junio? ¿La agresividad y frescura ecuatoriana, la frialdad eslovena o la experiencia y el pedigree local?
Pablo Martín Palermo
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