Por @pmpalermo
La Vuelta a Andalucía regaló el primer duelo entre dos de las estrellas más importantes del pelotón mundial, Chris Froome y Alberto Contador, que lejos de escudarse en la temprana época del año, se brindaron al máximo por el espectáculo.
Obviamente, el morbo estuvo alrededor de esta dupla y su particular puja por el “trono” como mejor ciclista del mundo, apartado que, de un tiempo a esta parte, parece estar en poder del madrileño. Pero en esta redacción queremos marcar algunas cuestiones que pueden estar distorsionando la realidad.
El primer punto a reseñar pasa por el contexto de cada uno en la previa de la Ruta del Sol. En el inicio de 2014 era Contador quién debía “demostrar” tras el aplastante dominio de su contrincante y sus relativamente pobres prestaciones, situación que se revirtió posteriormente con una campaña brillante coronada con el título en la Vuelta, sin olvidar que también superó al de Sky mano a mano en el Dauphiné, luego de la debacle física del keniata.
La exageración en torno a estos dos y todo lo que hacen es el siguiente apartado a considerar. Luego de la batalla de la Vuelta, este fue el primer encuentro entre ambos y, tanto la prensa como los espectadores, estaban ávidos de sus arrancadas y el posible daño que alguno pudiera ocasionar en el otro sin medir la importancia real de Andalucía para ellos, es decir, un test con dorsales.
El anuncio por parte de Contador respecto a sus últimos años como profesional también pesa. El de Pinto es un hábil declarante y sabe jugar a la perfección la guerra mediática. “Tengo sobrepeso” o “no sé cuántos vatios moví”, son otras frases interesantes en las que puede leerse entre líneas. Alberto suele “tirar la pelota afuera” y todas estas aseveraciones lo ayudan a restar presión ante una derrota.
De todos modos, sería una locura que moviera la potencia ideal o estuviera con los kilos del Giro en febrero, sin olvidar que piensa en el doblete, por lo que es lógico que la forma vaya retrasada. En sintonía, Froome se encuentra a mitad de camino o menos, ya que sus metas están más adelante aún.
Centrándonos en los números vale recordar que Contador primó en la crono (poco parámetro al ser técnica y corta) por 8 segundos, mientras que en la ascensión a Hazallanas hay que admitir que hizo poco daño puesto que en 7.5 kilómetros sólo aventajó por 19 segundos a su rival y la diferencia fue por el sorpresivo ataque inicial en un puerto que el de Tinkoff conocía a la perfección. Froome no se quedó atrás, recuperándose para limitar las pérdidas tras descontar 15 segundos en los 4000 metros conclusivos.
Sí, el arranque inesperado tomó a contrapié a Froome y compañía, una falla inaceptable que deben remediar, pero en el mano a mano físico, tanto el español como el keniata parecen muy igualados. El tema es que luego del impresionante derroche de energías regalado por el de Sky en el Col du Béal (Dauphiné 2014) nunca más volvió a verse su mejor versión y, en cambio, apareció un ciclista menos explosivo, subiendo los puertos a ritmo e incluso descolgándose temporalmente, para conectar con cada parón del resto. Hasta Allanadas.
Allí, se reencontró con su versión más sobresaliente y aplastó a su oponente con un único pero feroz ataque en el interminable kilómetro conclusivo. Se paró en los pedales y no se sentó hasta que reventó al de Tinkoff, obteniendo 29 segundos en meta, la general y parte del orgullo perdido.
En continuidad con el análisis, lo siguiente a ponderar es el estilo, que importa y mucho para ojos menos avezados a la hora de hacer conclusiones. En ese contexto, la espectacularidad de Contador al rodar parado lo pone un escalón por delante en la consideración popular, pero a la larga los resultados mandan y el evento fue para “Froomey”, que hizo gala de una cadencia fluida y elevada en todo momento que contrastó con su relativamente atrancado antagonista.
El ítem final son los equipos. Sin desmerecer la faena de Basso en Hazallanas, lo de Sky al día siguiente fue brutal, realizando una selección y posterior lanzamiento con perfección milimétrica, la misma que les faltó la jornada previa. Pero tampoco hay que profundizar en esto ahora porque los pupilos de Rijs que estarán con su jefe en las grandes son otros, mientras que Brailsford alineó un “dream team”.
Como sea, lo que sí está claro es que estos dos pertenecen a otra galaxia puesto que, sin estar al máximo, sacaron 2:38 al tercero en la tabla principal (Intxausti), margen alarmante para Nibali, Quintana y compañía, que deben estar repasando las imágenes con algo de preocupación de cara a julio.
Con todo esto en perspectiva lo acontecido en Andalucía no debe sentar demasiado precedente entre ellos (sí para el resto) porque los condicionantes aquí marcados dejan claras las diferencias de calendario, forma, preparación y equipo. Pero todo indicaría que hoy Froome es un poco más; los números lo avalan y el título también.
Pablo Martín Palermo
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