Análisis: Contador revela la peor cara de Froome; Nairo toma nota

Por @pmpalermo

Terminó el Critérium du Dauphiné y Chris Froome se llevó los honores nuevamente, alimentando su moral porque, dicho sea de paso, cada vez que se impuso en la carrera satélite del Tour, luego se coronó en los Campos Elíseos.

Pese a encontrarse en su plenitud deportiva, el keniata arrastraba un 2016 mediocre y apareció por primera vez aquí, con demostraciones de su versión más agraciada y arrancadas similares a las del Coul du Béal 2014 o la Pierre Saint Martin 2015, quizás sus días más sobresalientes sobre la bicicleta.

Queda claro que no tiene nada que demostrar, pero culminar la preparación para la defensa del Tour con un triunfo resonante y ante los principales contrincantes del pelotón, es una inyección psicológica tremenda, sobre todo si es cierto que, como él mismo afirmó, no se encuentra al 100% de su forma.

De hecho, parte de su inusualmente mediocre temporada -título en el Herald Sun Tour y etapa en Romandía- se debe a un cambio en la planificación, orientada a no desfallecer en la última semana del Tour, donde por el contrario, Nairo Quintana suele ir a más.

Obviamente, los oponentes del británico tampoco estuvieron en la cúspide de su condición, impidiendo realizar apreciaciones rotundas al respecto de lo vivido en las últimos días. No obstante ello, con julio muy próximo en el horizonte, es innegable que los gallos ya van lo suficientemente finos y, en ese panorama, el campeón defensor de la Grande Boucle asestó un duro golpe moral, ratificando que es el más fuerte y que su equipo no tiene igual.

Contador enseña el camino

Si bien el poderío de Froome fue explícito y así lo indicamos, Alberto Contador, quien ya no es el de sus años dorados y no contó con una escuadra firme detrás, se encargó sin ayuda de exponer las flaquezas de los hombres de negro.

Relegado por 21 segundos en Vaujany, donde la derrota fue más simbólica que deportiva, el español sacó a relucir toda su casta al día siguiente y se movió en el puerto más duro del parcial, el mítico La Madeleine. Sí, el capo de Tinkoff tensó a 80 kilómetros de meta, y aunque su accionar no tuvo el resultado esperado, regaló momentos del ciclismo épico que tanto se extraña y puso presión sobre el puntero.

No conforme con ello y contrario a las usanzas de sus colegas, quienes prefieren permanecer en el podio sin arriesgar, el madrileño volvió a ser el único interesado y capaz de plantar resistencia al tren negro. Fue en el parcial final, más precisamente en el tremendo Col du Noyer y a unos 3000 metros de la cima, donde Contador se encargó de aislar al patrón de la competencia con un par de insistentes ataques sostenidos.

Froome salvó la situación y controló, pero esos kilómetros de trepada se le hicieron eternos y extraños, porque se encontró sin ruedas amigas que seguir y rodeado de rivales cansados de ser sometidos. Afortunadamente para él, el terreno en descenso y una ascensión final accesible, favorecieron la recuperación de sus fieles Poels, Henao y Landa, pero la situación entregó algunas lecturas interesantes de cara a la ronda gala.

La distancia es la clave

La primera, es que sin estar en plenitud, Contador se cargó a gregarios de la talla de Landa o Henao, dejando al capitán de Sky de cara al viento y respondiendo ataques en persona. De hecho, no hubo demasiados, pero eso no será así en el Tour, donde el propio pinteño, Quintana o Nibali le saltarán a la yugular si olfatean sangre.

Con todo el respeto que merece Bardet, no es lo mismo un intento del joven galo que un contragolpe de Nairo, señalado por el propio Froome, como el rival más peligroso. Y quizás lo sea físicamente, aunque Contador no tiene nada que perder o demostrar, está en el ocaso de su carrera y le da igual ser 3° que 8° por atacar a mansalva y de más lejos. Justamente esa, puede ser la llave en la Grande Boucle venidera.

Ya quedó en evidencia el dominio del Sky como bloque, asfixiando al resto para que su líder luego remate con alguna de sus brutales arrancadas en el puerto conclusivo. Tampoco hay que desmerecer al nacido en Kenia en el plano individual, porque baja cada vez mejor y en vanguardia, es profesional como pocos, lidia bien con la presión y es bestial en plenitud, pero sus peores momentos han sido con movimientos a distancia por parte de los oponentes.

El propio Quintana así lo entendió en el cierre del pasado Tour, lanzándose al ataque a 6km de meta en la etapa 19 y desde la base del Alpe d´Huez en la 20, tras haber desperdiciado varios finales en alto con intentos tibios en las zonas de vallas. Sólo esas dos acciones le valieron un recorte de 1:50.

El colombiano, cuando aún no era la estrella que es hoy, metió 1:06 a Froome con una movida a 6 kilómetros del arribo de Alpe d´Huez pero en el Tour 2013. ¿Más ejemplos? La caótica última fracción del Dauphiné 2014 fue el escenario de una monumental ofensiva de Contador en la Cote de Montagny a 22km de la llegada. El madrileño estuvo cerca del título y el de Sky, mermado por una caída anterior, terminó hundido moralmente y a casi 4 minutos de su némesis.

En algunos casos, suena ridículo denominar “ataque a distancia” a uno realizado a 6000 metros. El ciclismo ha cambiado, los temores e intereses priman sobre el show y, por supuesto, la creciente limpieza de los pedalistas ha jugado en contra de los asaltos maratónicos.

Conclusiones

Por supuesto que una cosa es decirlo y otra hacerlo y que múltiples variables deben combinarse para que un atleta se la juegue desde una zona de riesgo, pero los tres mencionados -los más sobresalientes del pelotón- ostentan todo un historial que respalda nuestro análisis.

De nuevo en el reciente Dauphiné, es interesante pensar qué pudo suceder si, una vez aislado el maillot jaune, hubieran estado cerca Quintana o Nibali, depredadores que no perdonan si ven la oportunidad. Ya se sabe que Alberto morirá en la suya y atacará hasta París, quizás desfalleciendo en el camino, pero si los demás desean acabar el reinado de Froome, tendrán que aprovechar y secundar los arrestos ofensivos del español.

Entre todos ellos, tras sus dos 2° lugares y como principal candidato a coger el relevo, es el tunjano quien debe tomar nota de lo visto en Francia. Eso, sumado a sus experiencias, deben propiciar un Tour diferente. Al menos, Nairo ya avisó que quizás ataque antes.

Suena lógico y fácil, aunque a veces los temores a perder lo obtenido frenan las piernas. Pero con un ogro como el británico amenazando con repetir título, la presión está en los aspirantes, quienes deben desdoblar sus esfuerzos desde antes que el último puerto, porque de no hacerlo así, es prácticamente imposible descolgar y sacar una minutada a Froome y a tres o cuatro gregarios que, en otras circunstancias, serían capitanes.

Tampoco es atacar por atacar. Los técnicos deberán resolver cuándo y dónde presionar para aislar al campeón defensor, que de arribar a la subida decisiva sin compañeros, afrontará una situación inédita en la que, por características físicas, puede sufrir un calvario.

Pablo Martín Palermo

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