Por @pmpalermo
Hace años se nota una merma en el número de kilómetros de contrarreloj individual en las grandes vueltas. Los últimos 20 años, por ejemplo, se pasó de unos 100 km -siempre en promedio- a prácticamente nada, con ediciones en las que se afrontaron escasos 13.8 km, como en 2015.
Guiño a los escaladores es lo primero que se puede pensar. Pero lejos de ser así, han sido los croners quienes siguieron dominando merced a su capacidad de adaptación para subir junto a los grimpeurs, a los que luego igual les sacan tiempo en los pocos tramos de lucha contra el tiempo.
Con eso en perspectiva, el inicio de noviembre nos pilla con dos cuestiones bien ligadas a la misma temática: la presentación del Tour 2021 y la definición de la Vuelta a España. En el primer caso, este servidor ya hizo un análisis del flamante trazado: pongan todas las subidas que quieran en el Tour. Míticas, inéditas, en altura o sin ella, empinadas. Todo muy bonito. Pero la carrera se volverá a decidir en las cronos, y habrá 58 km. Lo mejor es que todos los escaladores empiecen mañana a entrenar sobre la cabra.
Sabrán disculpar lo escueto y pragmático, pero hasta que la tónica cambie se han acabado los análisis detallados de cada centímetro del recorrido porque no tiene sentido alguno. Luego se los fuman y todo se limita -salvo excepciones- a lo que suceda en las cronometradas.
En lo que a la Vuelta refiere, mañana mismo se producirá el día D. Y el evento hispano ha sido la muestra más reciente del hilo que articula esta nota: la montaña no marca diferencias. En España, usualmente la más ondulada de las rondas de tres semanas, el pelotón se ha encargado de pasar sin pena ni gloria por puertos cortos, largos, tendidos y empinados. Todo para que mañana el mejor escalador puro del pelotón internacional -sí, a mí gusto Carapaz lo es- tome la partida con solo 10 segundos sobre Primož Roglič.
Salvo milagro ecuatoriano, avería o desfallecimiento esloveno, la roja tiene dueño. Rogla le va a meter tiempo, unos dos segundos por kilómetro en el mejor escenario, y el resto de la Vuelta no presente terreno suficiente para descontarlo. Apenas el día de la Covatilla, donde el de Jumbo dispondrá de su equipazo para defenderse de un limitado INEOS, que mucho necesitará de aliados. Son muchos condicionales.
Para sustentar la previsible derrota de Carapaz mañana sólo basta con revisar antecedentes. Sin ir más lejos, en el Giro que ganó, Richard fue arrasado en la crono larga de San Marino. Esa jornada (etapa 9) fue de 34.8 km con final en alto de 2.2 km al 7.8% -aunque subían desde antes- y Primoz le sacó 1:55 a la mejor versión del ecuatoriano que se conozca.
En esa misma Corsa Rosa, el primer día fue una crono de 8 km, con los dos últimos al 10%. En tan escaso tramo, el capo del bloque neerlandés aventajó en 47 segundos al de Carchi. La del martes en España son 33.7 km con arribo en un muro de 1.8 km al 14%.
Otro ejemplo, más cercano y por todos conocido: la definición del Tour de France en la Planche des Belles Filles (6 km al 8.4%). La sensación general que quedó fue de una mala performance por parte del ex esquiador, pero quitando de la ecuación la aberración de Pogačar, los números siguen avalando al de Jumbo. Roglič fue 5to a 1:56 del marciano de turno, pero quedó a 35 segundos de Dumoulin, 2do y gran especialista, con Porte y Van Aert intercalados y también expertos en estas lides. Considerando sólo el puerto, Richie -que se reservó para el mismo porque buscaba la clasificación de montaña- empleó 17:22 en ascender, contra los 17:31 de su adversario favorito, que venía a tope en el llano.
¿Más? El esloveno parece un experto perdedor de cronos importantes. Puede ser, porque también fue derrotado en la que definió el podio en el Tour 2018. Pero lo que se repite es que sólo los mejores croners han sido más, y en esas “debacles” sus números fueron igualmente sólidos. Es una cuestión física y la ejemplificaremos con una analogía entre motores de autos: el mejor Fiat jamás superará a la peor Ferrari. En términos de contrarreloj, eso son los escaladores puros cuando pelean con Primoz sobre la cabra.
Y es por eso que mañana se trata de cuánto perderá Carapaz y no de si lo hará. Tristemente para Ecuador, la física manda. Para esta redacción, eso sí, por piernas y moral, el sudamericano limitará bastante la sangría. Es más, el de INEOS recuerda -salvando las distancias- al Nibali de sus mejores épocas en esto de que siempre cae bien parado. Tiene un ángel aparte que, sumado a talento y preparación, lo llevan a ser protagonista y sacar jugo a las piedras allí donde le toca aterrizar. Quizás en esta Vuelta aún tenga reservada una sorpresa.
Pablo Martín Palermo
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