Ciclismo Internacional

Análisis: El día malo de Yates

Por @pmpalermo

No sólo no revienta, sino que sigue manipulando a sus rivales como le da la gana. Simon Yates, el escalador británico que lidera el Giro de Italia, completó otra jornada vestido de rosa y descansará hoy con una renta que pocos imaginábamos para estas alturas.

Encima, lo ha logrado regalando espectáculo, ciclismo ofensivo como hace rato no se veía en un aspirante serio al título de una gran vuelta. Razón por la que se ha granjeado el favoritismo de la mayoría, que quiere ver al agresivo grimpeur coronado en Roma.

El líder de Mitchelton-Scott lleva nueve días como puntero, sobrellevando la presión que Dumoulin no quiso para él y, en el proceso, acercándose seriamente a la que sería la máxima conquista de su trayectoria deportiva y una de las máximas sorpresas del deporte pedal en años.

El británico fue impiadoso con sus contrincantes, sumando tres etapas -que pudieron ser cuatro de no haber concedido el éxito a Chaves en el Etna- y una renta de 2:11″ respecto a Tom Dumoulin, como están las cosas, el otro gran favorito a la corona italiana.

La cuestión es que todos los capos han enseñado debilidad en algún punto. Todos menos Yates, intratable cuesta arriba, como lo confirman sus prestaciones. No sólo desde lo visual, sino en lo analítico, con números que hablan por si mismos, como son los 6.06 w/kg del Etna, los 5.7 del Zoncolan o los 6.6 del último puerto categorizado de hoy (contra 6.3 de sus rivales). Las dos últimas referencias, con 15 días de carrera encima y más de 4000 metros de desnivel acumulado en cada jornada.

Yates hace lo que quiere en este Giro, pero el evento no está cerrado y se viene una semana tremenda. Así y todo, pareciera que sólo un error propio o un mal día valdrían para que otro se corone el próximo domingo. Y justamente ese es el punto.

El día malo que Yates no tuvo aún y del que todos hablan. Parte tan antigua del ciclismo como las bicicletas mismas, y una amenaza latente de la que nadie está exento, por más extraordinario que se pueda haber mostrado. Allí están los últimos campeones de Giro, Tour y Vuelta, todos con algún parcial de debilidad en su haber. Froome en Peyragudes o Los Machucos, Dumoulin en Piancavallo, etc.

El propio Yates, que ya atesora dos top 10 en rondas de tres semanas (6° en la Vuelta 2016 y 7° en el Tour 2017) tuvo sus días negros. Y son dichas experiencias las que pueden dar una idea más precisa respecto a lo que suceda de aquí en adelante con el capo de Mitchelton.

Rápidamente, es bueno recordar que en esa ronda hispana llegó a estar 4°, desinflándose en la semana conclusiva. En dicho periodo, además de la pérdida en el ya famoso día del Formigal, flaqueó respecto a Quintana, Froome y Chaves en las etapas 17 (56″), 19 (3:45 con Froome en la CRI  y 1:29 con Nairo) y 59″ en el 20° parcial, ese en el que el “keniata” ingresó a meta aplaudiendo al boyacense.

Pero vayamos al Tour del año pasado, donde no trabajó para nadie como sí hizo en la Vuelta. Empezó 6° la semana final, cediendo durante tres parciales: en la etapa 17 -con Froome y Urán de referencias – entregó 1:59; al día siguiente fueron 39″ y en la CRI de Marsella y sobre 22.4 km, 1:34 con el vencedor y 1:03 con “Rigo”, para compararlo con alguien de nivel similar.

Es evidente que los antecedentes lo revelan como un buen ciclista, que va a menos en las etapas definitorias de las principales competencias del calendario. Claro está, en ninguna de las pruebas desglosadas rindió jamás al nivel de mayo de 2018, factor que podría equilibrar un poco las cosas en su favor.

Además, sus bajones no resultaron ser catastróficos, algo que alimentaría las ilusiones de hacerse con el Giro. Es de esperar que ceda su margen en la crono y contra Dumoulin, pero no tendría que quedar muy lejos del “tulipán”.  Eso, si entrega la Maglia Rosa. La lógica y los datos, apuntan a una sangría de entre 3 y 4 segundos por kilómetro sobre la cabra. Valores que dejarían la desventaja en torno a 1’45” y 2’20”, es decir, como líder de la carrera. 

Si se añade la potencia de sus gregarios, la confianza creciente de verse tan superior, el incentivo de colarse en la historia grande, y los egoísmos y peleas de los adversarios en su puja por el resto del podio, la conclusión es que el Giro es misión posible para Yates.

Aunque todavía restan tres parciales de alta montaña, con 10 puertos y miles de metros de desnivel, hay que rendirse antes las evidencias y conceder al de Bury el mote de aspirante real.

Por contrapartida, al igual que sucedió con Dumoulin el año pasado -y con tantos otros en su momento- la falta de pedigree como vueltómano es una barrera a derribar que el gemelo tiene que franquear. Hasta entonces, sin olvidar la amenaza del día malo y el potencial de “Big Tom” en la crono, Yates debe confirmarse y eso lo logrará en el podio de Roma.

SECCIÓN GIRO DE ITALIA

Pablo Martín Palermo

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