Por @pmpalermo
Fernando Gaviria dejó Quick-Step Floors, noticia que hoy pasó como una más y que, en el futuro, bien podría ser un movimiento clave -por lo negativo- en su trayectoria. El colombiano optó por más dinero y años de contrato, pero su decisión es polémica en lo deportivo.
Básicamente, Gaviria se decantó por dejar el mejor equipo del mundo en lo que a su especialidad -los sprints- refiere, fichando por otro que lejos está del nivel de los belgas. Sin ir más lejos, sólo Elia Viviani levantó los brazos en más ocasiones durante 2018 que toda la plantilla árabe junta.
Kittel y Viviani son los mejores ejemplos, ya que el alemán dejó la estructura y desapareció pese a ser el sprinter más potente del circuito. Por su parte, el italiano pasó de escasas victorias -y de poca monta- por curso, a ser el hombre con más festejos en 2018.
Para dimensionar todavía más la envergadura del equipo que abandona, Viviani sumó 14 conquistas en 2018, cinco menos que en tres años enteros con Sky. En tanto, Kittel se hizo con 26 en dos temporadas, tras un 2015 negro en el que acabó su relación con Giant de la peor manera.
¿Más? Novatos como Jakobsen (7) o Hodeg (5) ya se han curtido en esto de alzar los brazos, y lanzadores como Richeze (2) y Morkov (1) también se han dado algún que otro regalo a lo largo de la campaña.
Pero el colombiano no necesita estadísticas de esa índole para saber lo que deja atrás. Sus 34 celebraciones en poco más de tres años bajo las órdenes de Lefevere son un claro indicativo del poderío de la estructura, por otro lado, la mejor para las clásicas que el de La Ceja siempre dijo amar.
Nadie resta virtudes a Gaviria pero, analizando sus conquistas, es evidente que sus prestaciones top llegaron cuando contó con un tren bien conformado y, especialmente, si en el mismo el último hombre era Maximiliano Richeze.
La tendencia se profundizó desde que es una estrella y las dianas en Giro y Tour son el mejor ejemplo de ello. Fernando ya no es un desconocido y rara vez puede aplicar la táctica de salir anticipadamente para sorprender.
Tampoco le es sencillo pelear y obtener “ruedas buenas” en las pocas ocasiones en las que no es él quien parte en punta. Y, dicho sea de paso, en UAE deberá habituarse a ese nuevo escenario, uno que no parece su fuerte.
Sí, una de las principales falencias del cafetero son sus cualidades técnicas, bastante raro desde que sus orígenes están en la pista. Pero los hechos mandan y sus constantes caídas (sólo en 2018: San Juan, Tirreno-Adriático, Tour o Turquía) certifican esta afirmación.
Desde lo físico, Gaviria es impresionante, con una potencia explosiva que pocos pueden igualar. La cuestión es cuándo y cómo la empleará, y es allí donde entenderá el verdadero valor del tren de Deuceninck-Quick Step. Bloque que no le tendrá piedad mientras lanza al velocista de turno.
Un factor adicional, pero no por ello menos importante, es el tiempo y dinero que Lefevere invierte en sus sprinters. Horas de trabajo grupal, prácticas de lanzamientos y embalajes. Una maquinaria al servicio de los velocistas que ha rendido frutos a lo largo de décadas. No en vano Mark Cavendish le rogó al patrón belga que le renovara a fines de 2015, cuando el británico acabó fuera de la plantilla y rumbo al Dimension Data.
Contextualizado el equipo del que sale, hay que hablar del que lo recibe. UAE Team Emirates tiene dinero, y así quedó a la vista con los tres años de contrato ofrecidos al colombiano. Pero, como dice el refrán, “la plata no siempre hace la felicidad”. Eso, aplicado al ciclismo, podría traducirse en que hay que saber utilizar los recursos.
A día de hoy, un tren imaginario con Gaviria de líder, contaría con Bono, Bystrom, Ferrari, Consonni, Molano, Marcato, Riabushenko o Mori. De todos ellos, Ferrari es el más destacado, habiendo compartido responsabilidades en Lampre y junto a Richeze. El resto del historial de cada uno es conocido y una muestra más de lo que potencia formar parte del orgánico de Quick-Step.
Molano, nuevo en la categoría, no ha sido lanzador; y Consonni tiene anhelos personales. Los demás son gente sacrificada pero, uno por uno, más lentos en sus posiciones que sus pares de la estructura belga.
Los logros de Kristoff en volatas llegaron como producto de errores ajenos o una enorme capacidad de “rebusque” para aprovechar situaciones. Nunca merced a una maniobra grupal de gran manufactura, y eso dice mucho del destino elegido por el antioqueño.
En el mejor de los escenarios, la tarea de estos gregarios -especialmente Ferrari- sería la de ubicar a Fernando a rueda de su anterior equipo. Una vez allí, haciendo todo perfecto y gracias a su potencia, el sudamericano podría ganar, pero ya se aprecia en esta explicación que el esfuerzo sería superior. Eso, suponiendo que pueda remontar, porque no hay muchos ejemplos de sprinters del Quick-Step que hayan perdido una carrera partiendo desde la “pole position”.
Finalmente, recordar cómo le ha ido a figuras de la talla de Rui Costa, Fabio Aru, Alexander Kristoff o Dan Martin desde su ingreso a este proyecto. Salvo momentos puntuales, ninguno alcanzó el nivel que tenía antes.
Quizás Gaviria escriba su propia historia y calle a todos -quien escribe inclusive- pero los antecedentes gloriosos de Quick-Step, los suyos propios y los de su nueva “casa”, invitan a pensar en una decisión errónea al priorizar el dinero por sobre lo deportivo –tal como dijo Lefevere-. Una pena el modo además, con un cabestrillo y sin rebajar un poco su caché para continuar en la plataforma que lo catapultó a la fama en un contexto de crisis.
Pablo Martín Palermo
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