Análisis: El recorrido de la Vuelta a España 2020
Por @pmpalermo
Para el momento en que se conoció el mapa, ya no había secretos. La Vuelta a España 2020 será tal cual se había filtrado, es decir, íntegramente en el norte del país y con pasos por otras tres naciones: Francia, Portugal y Países Bajos.
Al margen de eso, el evento no presentó mayores novedades en cuanto a su formato global. Muchos finales en alto y poca crono, aunque sí llamó la atención de los bloques de montaña. Pero ya llegaremos a eso.
El inicio de la carrera será en Países Bajos con tres parciales:
Como era de esperar, son prácticamente llanas. Lo más interesante sucederá en la jornada inaugural, una contrarreloj por equipos (CRE) en la que se marcarán algunas tendencias, pero nada decisivo. Para ejemplo, la de 2019, que dejó a Roglic y compañía a un minuto tras caída… Las otras dos fracciones tendrían que decidirse al sprint pero, el pelotón deberá cuidarse del viento costero y de los incontables escollos en forma de rotonda de las rutas holandesas.
Primer día de reposo e ingreso a España. Será nada menos que en el siempre duro País Vasco, plagado de terreno pestoso con trepadas cortas y explosivas en caminos estrechos. Nadie va a ser campeón allí pero, en caso de no estar a tope o ir desatento, se puede ceder tiempo valioso.
Para resaltar el posible impacto de estos días más adelante. Es que los ciclistas estarán sumando desnivel desde el inicio mismo, amén de un clima siempre más exigente, por más que en esas fechas sea -en promedio- agradable.
La etapa 7 es en descenso/llana, con el viento como principal adversario.
Como suele suceder, cada vez que los abanicos marcan la edición de una grande, en las siguientes todos van más atentos y rara vez se repite el hecho. Pero con señalar los tramos propicios no perdemos nada.
Con la primera gran llegada en alto al día siguiente, la etapa 8 podría ver a una escapada llevándose los honores. El recorrido es ondulado con un cierre exigente, ideal para embalajes reducidos tipo Valverde/Higuita.
Día 9, primera gran jornada de montaña.
Como es usual, el cierre del bloque semana concluye con un importante recorrido en las alturas. Otrora fue en Andorra, ahora será en Francia. Por nombres, los puertos imponen respeto e ilusionan, pero es complejo pensar en que haya muchas diferencias entre los que se jugarán la general.
Los ciclistas tendrán que pasar Portalet (27,2 km al 3,4%), Aubisque (17,3 km al 6,9%) y Tourmalet (18,8 km al 7,5%). Son pocos kilómetros en total, otro punto en contra de las diferencias.
Tras el reposo, la organización puso un tramo relativamente sencilla. Claro está, si alguien acusa el parón en el segundo paso por Orduña, cederá un tiempo irrecuperable con un trazado tan ondulado. Con una jornada imponente al día siguiente, es factible que los gallos sólo aprieten un poco allí para soltar piernas.
En la 11ma etapa aguarda el Alto de Moncalvillo. Duro pero inédito, algo que suele frenar a los ciclistas. Sus últimos 7,5 km son al 9,1% y los dos parciales posteriores son planos, razón para hacer algún desgaste. Lamentablemente, las ascensiones y crono por venir bloquean el evento.
Dos días de los conocidos como “transición”, aunque eso no exista realmente puesto que las piernas de los pedalistas sufrirán desgaste. Atención a los vientos en la etapa 12; la fuga podría primer en la 13.
Y llega el primer tramo realmente decisivo de la Vuelta. Dos parciales en Asturias con muchísima montaña real.
Un etapón genial para ciclismo de ataque, a excepción del orden de las etapa. Es que al día siguiente acecha el Angliru, un monstruo en el que se pueden marcar diferencias enormes, motivo para cuidar piernas.
En lo que a la etapa 14 refiere, incluye Colladona (7 km al 6,8%), Cobertoria (8,9 km al 9,1%), San Lorenzo (10,1% al 8,6%) y La Farrapona (24 km al 5,1%).
Poco para detallar. Todo se centra en el Angliru (12,6 km al 10%), puerto en el que se despidió Contador allá por 2017. Una montaña en la que se necesitan piernas porque no hay donde esconderse. Es por eso que los protagonistas tratarán de reservarse antes.
Seguramente, la organización haya puesto adrede las etapa así, para tener la general cerrada la mayor cantidad de días posibles. Con el colosal puerto cierra la semana.
Y la tercera abre con la crono. Esto sí, un acierto de Unipublic, ya que no es lo mismo volver del día de descanso con una etapa en línea que así. Más de uno puedo pagar la interrupción, aunque si vienen reservando piernas para el “díptico” Angliru-CRI, quizás no haya sorpresas.
La Vuelta se decidirá entre la mítica trepada y la fracción contra el tiempo. La crono es particular, con una distancia “tradicional” para la época, pero con arribo en una cuesta de cabra. Sí, la organización no las colocó a lo largo del recorrido como siempre, pero dejó su sello en la cronometrada.
Es un trazado para especialistas, llano y en zona ventosa, pero con la trepada conclusiva marcando el día. Es probable que se realicen cambios de bicicleta para escalar el Mirador de Ézaro, un muro de casi 2 km al 14,5%.
Esta etapa es idónea para gente como Roglic, Dumoulin y todos los croners que suben.
Los tres días posteriores discurren entre Galicia y Portugal. El primer parcial, con el típico recorrido rompe piernas; los otros dos, previsibles embalajes.
La etapa 20 representará una última ocasión para los escaladores.
Como se aprecia, el terreno es ondulado pero difícilmente suceda algo antes de la Covatilla (19,7 km al 5,6%). Y, con la general seguramente decidida, es de esperar poco en la ascensión, algo parecido a lo de 2019.
Como casi siempre, el día final será con sprint en Madrid.
Conclusiones
La Vuelta sigue fiel a su fama de ser la que tiene más llegadas en alto. Han dejado de lado las cuestas de cabra y mantuvieron la línea en las cronos. Pero bloquearon la carrera con la posición de Angliru y CRI, amén de diseñar una tercera semana descafeinada.
Centrada en el norte, minimizarán los traslados -que igual hay muchos- y el impacto del calor (al menos un poco), pero acumularán mayor desgaste con terrenos pestosos hasta para los días de reposo. Incluyeron días bonitos que no servirán de nada por su ubicación y, sobre todo, la del díptico Angliru/CRI, jueces del evento.
Otro punto a señalar es que varios de los finales en alto son muy exigentes, algo que propiciará el conservadurismo previo en esos mismos parciales. Hubiera sido mejor colocarlos como puertos de paso.
En resumen, si bien serán los ciclistas quienes dicten sentencia, es de esperar una Vuelta de últimos puertos. ¿La clave? Para los escaladores,abrir hueco en Angliru y limitar en la crono. Para los croners, a la inversa.
Pablo Martín Palermo¿Te gusta lo que hacemos? seguínos en Instagram y TwitterSumate en facebook: Ciclismo Internacional
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