Por @pmpalermo
Pasan los años y la historia se reitera: los líderes de Movistar Team fallan horriblemente en las tácticas, muchas veces haciendo naufragar una gran tarea de sus gregarios. No fue el caso respecto a los sacrificados “domésticos”, pero sí en lo que a Nairo Quintana y Alejandro Valverde refiere. O algo así…
Los dos gallos habían hablado de repartirse marcas en la previa de la etapa 5, y así lo hicieron. Incluso, en vez de pensar a la defensiva, debería de haber sido lo mismo en caso de ataques. Usando la tradicional alternancia de saltos para permitir un viaje en carroza a quien quedara detrás, con los perseguidores.
Inicialmente, cuando salió Roglic – Valverde a rueda- la estrategia se cumplió. Sin embargo, lo que no se entiende por ningún lado es lo que vino después: el campeón mundial dando relevos a uno de los dos máximos favoritos al título y, por lejos, mejor contrarrelojista.
Como si el poderío de Jumbo-Visma no fuera suficiente, luego de la maravillosa labor del come hamburguesas Kuss, Valverde hizo lo propio, trabajando para los tulipanes. Así, suponiendo que Quintana fuera líder o, en el peor de los casos, co-líder, los relevos del murciano sólo favorecieron a Roglic y perjudicaron al sudamericano.
Con López desatado y haciendo daño a todos, con Rogla dando la cara, la mejor opción era sentarse a rueda. Especialmente luego de lo acontecido en el Giro, cuando el ex esquiador perdió -en parte- por jugar psicológicamente con Nibali.
Roglic no va a volver a especular y, a poco que tenga piernas, las va a enseñar. Es cierto, con la crono larga de su lado, puede sacar la calculadora. Pero estará tranquilo con sangrías mínimas como las de hoy, más sin saber realmente cómo se equipara su forma escaladora con la de López, hoy un peldaño por encima de todos en las trepadas.
Para peor, con encadenados de montaña Roglic puede padecer, así que regalar no está en sus cálculos. Muchísimo menos sin Kruijswijk y con Tom Dumoulin arribando al equipo. No, Primoz va a mostrar los colmillos de aquí a Madrid, y eso mismo debieron pensar en el coche de Movistar. Al menos, Sciandri lo hubiera hecho.
La cuestión es que tampoco hizo todo mal el “Bala”. No es ningún novato ni un corredor de rol como para pararlo. Especialmente si su escuadra no tiene un capo con la general en las piernas, porque está claro que él -en su grandeza- no la va a ganar, ni tampoco Nairo, que no mueve vatios para hacerlo desde el Giro 2017.
Párrafo aparte para esta cuestión, porque -con todo el respeto que merece el escarabajo- hace dos campañas que quedó un escalón detrás de otros capos. Según una fuente vinculada a su preparación física, él sigue moviendo valores similares a los de su época dorada. Son los contrincantes quienes elevaron el juego.
Razón por la que, para quien escribe, Quintana tiene para divertirse varias campañas, en las que puede cansarse de recolectar etapas en rondas de tres semanas, incluso firmando una plaza en el top 10 general. Algo que ya quisiera el 95% del pelotón y que sólo hará más ilustre su ya grandioso palmarés.
Volviendo a lo acontecido hoy, una vez más Movistar se quedó a media agua. Valverde hizo bien en salir tras Roglic, no en relevarlo. Y la terminó de embarrar al declarar, porque si “el líder sigue siendo Nairo” como dijo, entonces debió esperarlo. En vez de eso, a falta de saber si el tunjano lo liberó por pinganillo, el español hizo su carrera.
Afortunadamente para los de Unzué, las diferencias fueron pocas, mayormente por tratarse de una jornada unipuerto. Salvaron los papeles, quedaron con los dos líderes -porque son dos- arriba en la tabla y, por supuesto, como mejor equipo.
O se afinan para correr, o lo hacen para declarar. Porque están fallando en las dos cosas. Y, honestamente, ni Valverde ni Quintana tienen con qué llevarse la roja, por lo que sería ideal que empiecen a acordar qué decir ante las cámaras.
Pablo Martín Palermo
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