Por @pmpalermo
Geraint Thomas se hizo con el título en el 105° Tour de France y su carrera perfecta no puede ser subestimada. Veinte años de trayectoria y una actitud ganadora desde el minuto uno lo avalan, sin dudas. Pero, con el mayor de los respetos, múltiples factores se conjugaron a su favor, especialmente el que mermó un poco a las máximas figuras del pelotón.
Empezando por las cuatro grandes consecutivas y a tope de Chris Froome, quien demostró que, de haber llegado fresco, se habría llevado esta edición “caminando”. Conjeturas al margen, el punto de esta nota no pasa por restar méritos a Thomas, quien estuvo listo para subirse al tren cuando el mismo pasó, por primera -y tal vez- única vez en su trayectoria deportiva.
La cuestión aquí es señalar lo cerca que estuvieron dos de las estrellas del lote, Froome y Dumoulin, de concretar el doblete más difícil: Giro-Tour. Gesta que Marco Pantani firmó en 1998, hace justo 20 años, y en un contexto bastante más turbio que el actual, caso Festina mediante.
No obstante ello, la edición obtenida por el “Pirata” sí tuvo un punto en común con la que dijo adiós recientemente. Fue el hecho de disputarse una semana más tarde, como la de 2018, debido al Mundial de Fútbol organizado por Francia.
Y no es casual que, en dos décadas, Dumoulin y Froome hayan sido los que más cerca estuvieron de imitar al alopécico escalador italiano. Sí, esa semana adicional de descanso resultó vital para recuperar los esfuerzos de la Corsa Rosa.
“La semana extra entre ambos eventos hizo la diferencia”, comentó Dumoulin. “De hecho, esa fue la principal razón de mi presencia en el Tour”, reconoció el “tulipán”. “Pude tomarme dos semanas muy tranquilas para recuperar porque sabía que me sobraría tiempo para recuperar la forma”, finalizó.
Y en la misma línea declaró el “keniata”. “La modificación del calendario por el Mundial de Fútbol fue un factor decisivo en mi elección. Tom fue subcampeón en las dos carreras, evidencia de que se puede competir a un nivel altísimo en ambas”, indicó.
Testimonios al margen, los resultados están allí para cotejarlos. Sin ir más lejos, Alberto Contador, el vueltómano más grande de su generación y dueño de un lugar en el Olimpo ciclístico, flaqueó ante la empresa.
En 2015, tras llevarse la ronda italiana, se quedó corto en julio y “sólo” pudo ser 5° en París. Más recientemente, Nairo Quintana acometió la intentona y, luego de ser escolta de Dumoulin en el Giro, arribó a los Campos Elíseos en la 12° plaza. De notar, era su cuarta ronda de tres semanas consecutiva, lo mismo que Froome en 2018.
Lamentablemente para los interesados en conquistar el doblete más duro, el año próximo el calendario retornará a su cronograma usual, con cuatro semanas entre una y otra carrera. El Giro concluirá el 2 de Junio y el Tour arrancará el 6 de julio.
El propio Contador había entregado algunas claves interesantes para los valientes que quisieran buscar la gloria. Básicamente, indicó la necesidad de contar con un equipo sólido que limite al máximo el gasto energético del jefe de filas.
Trasladado al escenario actual, eso se traduce en que sólo Sky tendría con qué (excepto por el increíble y normalmente aislado Dumoulin). Si algo caracteriza a los británicos es la suerte de catenaccio ciclístico que practican; mata al espectáculo pero garantiza un andar tranquilo y controlado al capo de turno.
De eso se desprende otro factor a considerar: no se rodó a una velocidad monstruosa como muchos quisieron instalar. Rowe y Castroviejo acapararon horas de televisión y no porque estuvieran manejando vatios imposibles. Los rivales lo reconocieron y el promedio final del Tour (40.206 km/h) no está entre los 10 récords históricos globales, como sí los 40.995 de 2017. Empecemos a sumar: una semana de gracia + un mayoritario cansino + jefes de fila por debajo de su potencial…
Si bien el ciclismo moderno avanza a pasos agigantados en todo sentido, se antoja improbable que, bajo el diagrama actual, alguien pueda ganar Giro y Tour. Con los vatios, el consumo energético, la fatiga, etc. etc más medidos que nunca, aún sigue siendo el reposo la piedra angular del segundo pico de forma que posibilite la hazaña.
Habrá que esperar -vaya a saber uno cuánto- para que la programación vuelva a permitir una ventana más amplia a los corredores y éstos rueden de una manera parecida a la del 105° Tour. Pero, cuando eso suceda, los mismos no tendrán que dejar pasar una ocasión que ha quedado expresamente marcada como ideal, de hacerse con una de las máximas gestas del mundo del deporte.
Pablo Martín Palermo
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