Por @pmpalermo
Se acerca el verano europeo y, por consiguiente, empiezan los rumores del mercado de pases. Es inevitable, con la fecha impuesta para los anuncios el 1 de agosto y, aunque el coronavirus lo haya tapado todo, hay que recordar que sucede así cada año.
Sin lugar a dudas, el que más ruido ha hecho en este atípico 2020 es el de la posible salida de Chris Froome del Team INEOS. Realmente sería una bomba, porque es su pedalista más significativo y ganador en una década de historia.
Pero el tiempo pasa para todos y, entre que ya había iniciado una lógica decadencia -impecablemente maquillada con talento y una escuadra de lujo- y luego sufrió un accidente que a otro hubiera retirado, Froome llegó a fechas de negociación sin ofertas de Brailsford.
Como dijimos alguna vez, a un atleta en su apogeo o con futuro jamás le hubieran dejado terminar un contrato. Allí está el más reciente ejemplo de Pinot, que ni se aproxima en logros al “keniata” pero, en la mejor edad deportiva, aún será el buque insignia de Groupama.
Claro, INEOS dispone de varios de esos con Bernal, Carapaz y Thomas a la cabeza, y varios jóvenes prometedores que bien podrían completar su transformación para meterse en la conversación como Sivakov, Geoghegan Hart, Sosa yalgunos más.
Pero volviendo al rumor -porque no es más que eso- que ubica a Froome en Israel StartUp Nation, es oportuno analizar algunas cuestiones que se desprenden del mismo. Para entenderlo en si mismo, y para conocer un poco lo que sería en caso de confirmarse.
Lo primero, señalar que de la media docena de escuadras que -según parte de la prensa- iban tras el icónico atleta, sólo quedó Israel. Las demás, ya sea por la crisis o por entender el sin sentido de fichar a un ciclista de 35 años que aún tiene que demostrar que es ciclista nuevamente tras su accidente, negaron rotundamente intenciones de meterse en tamaña erogación de dinero.
Y es esa la clave: sólo un excéntrico multimillonario como Sylvan Adams, el hombre detrás de Israel, podría acometer una contratación como esa. Con todo el respeto que merecen, es el mismo que extendió por dos años a Andre Greipel, sprinter, cuando se sabe que a su edad pierden explosividad. Las pasadas temporadas del entrañable “Gorila” lo dicen todo.
Israel, que también llevó el Giro a su tierra, y que sigue desembolsando en busca de lavar un poco la imagen detrás de las conocidas violaciones a los derechos humanos, seguramente estará más que feliz de incorporar a Froome. La ecuación les cierra por todos lados y, considerando eso, sería más que factible.
Ahora bien, en un plano deportivo, son dos las variables a considerar. La primera, mencionada más arriba, que Froomey tiene que ratificar que todavía está al nivel requerido. Quedó lejos en el tiempo, pero las críticas llovían sobre él en los meses previos al accidente. Y no le había sucedido nada. Luego de reconstruir su cuerpo, tendrá mucho por delante si aspira a igualar el nivel de Bernal, Quintana, Roglic y demás aspirantes actuales.
En sus victorias, Froome siempre respondió individualmente cuando tuvo que hacerlo. Pero, dato irrefutable, gozó de un escudo de vatios por parte de gregarios que dieron la cara por él. Sólo en 2019 los escuderos quedaron en deuda, pero eso ya fue problema de Bernal y Thomas.
Para ponderar mejor eso, basta con recordar que, en sus últimas conquistas -quitando el Finestrazo del Giro- el británico se mostró menos capaz de marcar diferencias mano a mano, algo que hizo en las cronos principalmente. Y se apoyó sobremanera en sus laderos, Poels a la cabeza.
Es una conjetura, pero de haber estado sano, la tendencia marcaba que aún hubiera peleado otras grandes, aunque de modo cada vez menos espectacular y con preponderancia de sus hombres. Entonces, ¿quién lo respaldará en Israel?
La respuesta es nadie. Adams debería romper el talonario y salir a fichar a cuanto escalador ande dando vueltas por el mercado. Siempre asumiendo que su potencial nuevo jefe de filas (eso sí, sería líder absoluto, no como en INEOS) siga teniendo lo necesario para pelear un Tour. Es una inversión descomunal, sobre todo si los tres años de vínculo que se rumorean son ciertos.
A día de hoy, dejando de lado un análisis de la formación británica y sus juguetes de lujo, Israel podría ofrecerle una alineación mediocre para el Tour 2020. Ah, porque lo olvidábamos: los rumores también hablan de un pase inmediato para que él lidere en agosto venidero una escuadra en la Grande Boucle.
Jugando un poco a ser directores deportivos, ¡y dejando fuera a todos los sprinters! Israel podría armar una preselección de cara al Tour con Froome, Dan Martin, Ben Hermans, Dani Navarro, James Piccoli, Matthias Brändle, Alex Dowsett, Krists Neilands, Nils Politt o Reto Hollenstein.
Nuevamente, con el mayor de los respetos, poco en comparación a otras alineaciones. Y a falta de que muestren lo contrario, incapaces de llevar en carroza hasta París a un capo con las características de Froome y su actualidad.
Queda a la vista que, de confirmarse el traspaso, el tetracampeón del Tour pasaría de formar parte del equipo más poderoso a encabezar una de las plantillas más limitadas del World Tour. Eso, sin contar la adaptación a nuevos métodos y materiales.
¿Y si se queda en INEOS? Bien, está claro que ya no es amo y señor. Si alguien tenía dudas de nuestra afirmación anterior respecto al inicio de su cuesta descendente, el hecho de que Brailsford -y los hechos- hayan colocado a Bernal y Thomas a su altura (y Carapaz al acecho) habla por si mismo.
Por otro lado, conoce y lo conocen todos en la estructura, y a poco que enseñe un destello de su pasado esplendor, recuperaría galones en el acto. Y de ser así, disfrutaría del mejor bloque de gregarios del pelotón internacional.
Froome tiene 35 años y apura sus últimas campañas. El modo en que lo haga no borrará lo que logró, pero sí podría empañar un poco su imagen.
Pablo Martín Palermo
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