Por @pmpalermo
Queda una semana en el Tour de France 2017, el más cerrado de la historia según ratifican la estadísticas, ya que nunca hubo tantos corredores tan cerca del líder transcurridas 15 fracciones.
Y no sólo por los pocos segundos que distancian a los gallos entre sí, la general pinta disponible para cualquiera de los integrantes del top 4, aglutinados en apenas 29 segundos y con una paridad física notable.
Es evidente que la ausencia de un dominador claro como en ediciones anteriores, sumada a un recorrido poco selectivo, propició este emocionante desenlace para un evento que venía siendo aburrido ante el monólogo de Sky desde 2012.
La incertidumbre reina en torno a los capos en el segundo día de reposo, porque todos enseñaron algún síntoma de debilidad para luego recuperarse y, además, por la poca decisión de algunos para ejecutar estrategias agresivas.
El perdón a un Foome recuperado
Por supuesto que no puede ser Bardet el acusado de ello, ya que si bien quedó en deuda en la etapa 13, volvió a la carga en la 15 y frente a sus paisanos. Él y su imponente AG2R iniciaron la ofensiva en el descenso previo al Col de Peyra Taillade y cortaron al grupo, incluido el líder Froome.
El ritmo impuesto empezó a mermar reservas de cara a la ascensión, aunque la primera víctima fue por avería. El “keniata”, con un rayo roto y la rueda inutilizada, cedió hasta 45 segundos mientras cambiaba de rodado, auxiliado por el multifacético Kwiatkowski, a quien sólo le faltaba oficiar de mecánico.
El bloque de Lavenu al completo se puso a tope en la ascensión con todos los capos a su estela. Y ese fue el gran error cometido y que permitió salvar el día al de Sky, que si bien contó con Henao -apenas-, Nieve y luego Landa para alcanzar a sus rivales, jamás lo hubiera conseguido de haber acelerado en serio los jefes de fila.
Con todo respeto por Vuillermoz, Frank, Gautier, Domont y compañía, no es lo mismo un pulso entre ellos y el campeón defensor de la carrera, que entre éste y corredores capaces de escalar prolongadamente a más de 6w/kg igual que él.
Cuando el GPS marcó una treintena de segundos y Nieve reventó dejando solo a su capo, Bardet debió actuar para no permitir la recuperación del maillot amarillo. Siendo inteligente, la táctica inicial tendría que haber sido verbal, es decir, convencer a algunos de los capitanes de unificar esfuerzos para distanciar a su máximo adversario, el que tiene la crono a su favor, el mejor equipo y la espalda más ancha.
En caso de desacuerdo, conociendo el terreno a la perfección, el galo debió haber cambiado de velocidad para llevarse a Contador, Urán, Aru o Martin con él, manteniendo en lo posible la brecha. Lo intentó, tarde y de modo efímero.
Esa fue la segunda equivocación de los aspirantes, porque el momento en el que Landa y su jefe hicieron contacto, era ideal para un cambio de ritmo y, lejos de golpearlo enseguida, continuaron a una marcha acorde a los deseos del oriundo de Nairobi, ¡impuesta por Vuillermoz!
Bien, mal o regular, Bardet propuso algo distinto. De haberlo hecho correctamente todos, en la bajada, con viento en contra y a ritmo de gallos -no de gregarios- Froome no hubiera alcanzado jamás.
En vez de eso, posiblemente por falta de energías y/o de confianza en sí mismos, todos permanecieron a la sombra de AG2R, situación que se conjugó con otra que no debe ser subestimada: la recuperación del puntero.
“Me siento cada vez mejor después de un día malo en Pirineos”, certificó el atleta de raíces africanas. Y para despejar dudas, hechos. Según algunos expertos, los datos de potencia del grupo de gallos rondó los 6.1w/kg en Peyra Taillade, mientras que Froome subió a unos impresionantes 6.4w/kg, ratificando las buenas sensaciones del muro de Rodez y dejando atrás su pájara en Peyragudes.
No es su versión más agraciada, pero tampoco es inferior a los otros mano a mano. Cortado -por lo que fuere-, tenían la mitad de la tarea hecha y sólo restaba imponer la superioridad numérica para contener la arremetida. No lo hicieron y podrían pagarlo caro.
¿Fuerzas justas o falta de confianza?
Una vez más, sería respetable que todo haya sucedido así por falta de piernas, aunque los números de puertos de días previos han reflejado lo contrario y, casi sin excepción, todos han podido recuperarse y responder los arreones rivales con solvencia.
Varios hasta se dieron el lujo de saltar en solitario, hoy y en etapas precedentes. Mucho más de lo que se precisaba para hacer relevos y enterrar al rezagado.
El escenario fue bien montado por AG2R y hasta Froome lo mejoró involuntariamente con una avería en el peor momento. Hay que decirlo: nada más adverso que frenar a cero en la transición cuesta arriba, viniendo lanzado desde un descenso. ¡Y ni así arriesgaron!
¿Ninguno de los capitanes se sintió en condiciones? ¿Ni siquiera los demás ocupantes del top 10, viendo el hundimiento de Quintana, decidió dar la cara? Que Froome está vulnerable como nunca antes es una realidad, pero no debe ser subestimado y, mucho menos, perdonado.
Nadie es campeón del Tour por triplicado de casualidad, y la historia del deporte enseña que para derrocar a una figura hegemónica siempre se necesita algo más que un buen rendimiento físico.
“Hay que estar muy bien para recuperarse como lo hizo”, opinó Contador, que algo de esto sabe y ha vivido él mismo incontables situaciones del género. Aviso de peso para gallos que siguen apostando a resistir y que otros caigan, antes de pasar en bloque al frente.
Indicamos que, corriendo así, el destino de la general dependía pura y exclusivamente del pupilo de Brailsford, y lo sostenemos. Que las energías vayan justas o ese día falte decisión, también es factible. Pero que todo eso se junte y a todos los líderes del Tour en simultáneo, es indicativo de un componente psicológico que los frena.
Urán, por ejemplo, salió ante el salto de Bardet con una facilidad brutal, tanta que ni siquiera se lo vio abrir la boca ante el esfuerzo. Y su caso es el menos reseñable, porque si alguien puede darse el lujo de ir a rueda es él.
La respuesta podría estar en las declaraciones de Bardet y sus hombres. “Hemos logrado descolgar a corredores importantes para la general, como el colombiano Nairo Quintana. Nos hubiera gustado que se quedaran más. La estrategia era aislar a Urán y Aru, no contábamos con lo de Froome”, dijo Naesen. “Cuando Landa se descolgó quizás Romain no tenía tantas piernas y el recorrido era adverso”, añadió.
Lamentablemente para ellos, el trazado es el que es y para ser 1° hay que adecuarse. Nadie dijo que sería sencillo, aunque tampoco esperaban tener en jaque al de Sky y no osaron modificar el libreto. Encima, con sus dichos descubrieron tácitamente que van por el 2° puesto antes que por la gloria máxima.
Quizás alguno de todos estos corredores se suelte una exhibición en el Galibier o el Izoard, que nos demuestre el error de criticarlos. Pero los antecedentes más cercanos apuntan a una igualdad que se romperá saliendo del guión o en la crono, y en esta última, solo uno tiene la ventaja.
Pablo Martín Palermo
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