Por @pmpalermo
Luego de ocho tediosas jornadas, el Giro de Italia tuvo este domingo sus primeras emociones en el Blockhaus, brutal puerto de los Abruzos en el que Nairo Quintana -y una moto- se encargaron de destrozar el grupo de favoritos, provocando una marcada selección.
Así, quedaron dos grupos bien definidos, con unos pocos que aún tienen opciones, y otro en el que, salvo un milagro, todos dijeron adiós temprana y definitivamente.
Por supuesto que el colombiano hizo lo suyo y ganó en buena ley, pero el incidente de los dos capos del Team Sky con el vehículo de un policía eliminó a rivales directos, dejando al resto a merced del ‘escarabajo’. Landa, Thomas, Yates, Kelderman o Rosa terminaron retrasados, lesionados y enterraron meses de trabajo en un abrir y cerrar de ojos.
En lo deportivo, Nairo ratificó que está muy por encima de todos estos rivales, a los que hizo parecer poca cosa con una demostración de escalada sensacional pese a no encontrarse en plenitud de facultades, porque como se sabe, apunta al doblete con el Tour y su pico de forma está por venir.
El de Movistar usufructuó la imponente labor de su escuadra que, como nunca antes, dominó las acciones y asfixió a los oponentes durante kilómetros. En ese sentido, Winner Anacona merece un párrafo aparte, porque se redimió de un 2016 gris con unos kilómetros brutales en los que se cargó a Zakarin, el líder Jungels o Formolo.
Apartado Winner, Quintana pasó al frente como correspondía a una figura de su talla que, lejos de esperar como deslizó en la previa del Giro, atacó. Empezó a 6.800 metros de la cima y lo hizo hasta en cinco ocasiones, pulverizando la férrea defensa de Nibali y los pocos sobrevivientes a la masacre ciclística propiciada por el sudamericano.
Encaminado al triunfo y el liderato, lo interesante se enfocó a sus espaldas, donde un fantástico Tom Dumoulin salvó el día con nota, arribando a escasos 24 segundos en compañía de un grimpeur como Thibaut Pinot. Según algunos expertos, esta dupla movió los mejores valores de potencia de toda su carrera.
Y estos no son datos menores si se tiene en cuenta que aún restan dos cronos por venir y que, tanto el galo como el holandés, son superiores al cafetero sobre la cabra. El de la FDJ ha crecido notablemente en los últimos años, mientras que el líder del Team Sunweb es uno de los máximos exponentes de la disciplina contra el tiempo del lote internacional.
A modo de referencia, vale la pena mencionar que el “tulipán” le metió 3:08 a Quintana en el parcial cronometrado del pasado Tour, aunque allí estaba enfocado plenamente en ese tipo de etapas y el sudamericano padecía alergias. Si tuviéramos que conjeturar, diríamos que la diferencia el próximo martes oscilará en torno a los dos minutos.
Lo concreto es que “Big Tom” impresionó, aunque está por verse su resistencia en la tercera semana con un nuevo y estilizado físico. Como sea, Dumoulin cuenta con las contrarrelojes a su favor, mientras que Nairo dispone de alta montaña de sobra y suele ir a más a lo largo de las grandes.
Pinot, alguna vez 3° de un Tour, también salvó los papeles y está lejos de haber sido liquidado. Es un rival peligroso que controló la sangría y estará cómodo en el trazado restante, ya que sube casi como el tunjano y, lo dicho, rueda por encima en las cronos.
¿Y Vincenzo Nibali? No debe ser subestimado, pero no sólo por el recuerdo de lo hecho contra Chaves hace un año, sino porque tiene buenas piernas, incluso más que en 2016. La cuestión es que reventó por meterse en un mano a mano sin equivalencias con el mejor escalador puro del pelotón, posiblemente por sentirse obligado ante su gente.
No lo sabremos pero, de haber seguido a su ritmo, probablemente hubiera llegado junto a Pinot y Dumoulin. Cometido el error, contuvo la hemorragia y cruzó por la meta a 1:00, poco considerando la debacle de los que lo siguieron luego. Atentos con el “Tiburón”, porque no hay nada más peligroso que un gran campeón herido, y el de Bahrain-Mérida lo es.
Bauke Mollema estuvo bien y sólo se quedó en el cierre. Sin embargo, su actuación debe ser tomada con cautela porque su historial marca que va de mayor a menor en rondas de tres semanas y, salvo que cambie la tendencia, sufrirá en los compases conclusivos del evento.
Ilnur Zakarin (a 2:28), Steven Kruijswijk (3:06), Adam Yates (4:49) y Geraint Thomas (5:14), se despidieron de sus sueños rosados. Los dos primeros por una mala performance individual, los otros, en el desgraciado accidente con la moto. Para resaltar la ascensión realizada por Thomas quien, tocado por la caída y todo, entregó gratas sensaciones.
Ni que hablar de los jefes de fila restantes que, desde el próximo parcial, correrán para maquillar la general y, por qué no, por cazar alguna diana parcial.
Para completar el repaso, es una vergüenza lo sucedido al Team Sky y que varios gallos hayan sido descartados por un hecho extradeportivo. Aclarado eso, Movistar Team no tenía obligación de parar porque la carrera iba lanzada y, de haber críticas, deben ser contra la organización.
Ya que los nombramos, los telefónicos realizaron una de las máximas exhibiciones que se recuerden en años, apretando en bloque y preparando el lanzamiento de su intratable capitán. Usualmente conservadores, se lucieron en Blockhaus.
¿Qué esperar de ahora en adelante?
De lo acontecido con los de Brailsford se desprenden varios interrogantes. ¿Qué harán los de negro de ahora en más? Si no están seriamente lesionados, quizás corran por el honor buscando una etapa y, claro está, empiecen el Tour de France en la Corsa Rosa, endureciendo el ritmo del pelotón hasta en los avituallamientos para mermar fuerzas de las piernas del Movistar.
Nombres les sobran, salud no. Por ello, la alternativa sería un retiro precoz para entrenar de cara a julio.
Entre los que pudieron capear el temporal, Pinot y Nibali ostentan antecedentes fiables y lo normal es que continúen probando. En el epílogo de su trayectoria y con un palmarés de lujo, el italiano no temerá desfondarse en el intento y eso lo hace aún más peligroso.
Dumoulin tiene que confirmarse como vueltómano, que no es poco. De conseguirlo, cerrará la competencia con una contrarreloj llana de 29.3 kilómetros en Milán, con todo lo que eso implica en su beneficio.
Su táctica tendría que enfocarse en seguir ruedas cuesta arriba -sin un gregario como Kelderman para asistirlo- y obtener réditos sobre la cabra. ¡Fácil decirlo, no hacerlo!
En lo que a Nairo refiere, dio un gran golpe pero no sentenció. Quizás porque no está a tope -¡menos mal!- y porque los oponentes también corren, pero la realidad indica que, tras su recital, eliminó un grupo amplio de gallos, dejando a unos pocos con vida.
Seguramente Quintana ceda la maglia rosa el martes, situación conveniente que ahorrará esfuerzos a sus compañeros durante varios días más. Lo que pase luego dependerá de las diferencias con las que salgan de Montefalco.
Previsiblemente, Nairo estará forzado a recuperar y ampliar la brecha, volviendo a la carga en los Alpes. Allí no le quedará más remedio que distanciar, y en serio, a los aquí mencionados en previsión de la cronometrada de la última fracción.
En conclusión, confirmado Quintana como el hombre a vencer, le lloverán ataques y deberá elegir muy bien cuáles marcar y/o acompañar. El virtuoso escarabajo tendría que defenderse agrediendo, porque llegar con menos de dos minutos a Milán sería catastrófico si Dumoulin sigue en carrera.
La cuestión es que todo eso lo hará con un ojo en Francia y, la cantidad de veces que ingrese a la zona roja por emplearse a fondo, será inversamente proporcional a sus chances de obtener el maillot jaune.
El Blockhaus reveló que nadie le hará sombra escalando, así como quienes son los pueden lastimarlo en los otros escenarios establecidos. No sólo eso, sino que, como nunca antes en las grandes que ganó, el de Cómbita deberá demostrar en su terreno para evitar sufrimientos en la lucha contra el tiempo. Si puede o quiere, es otra historia.
Pablo Martín Palermo
¿Te gusta lo que hacemos? seguínos en @CiclismoInter
Sumate en facebook: Ciclismo Internacional
Copyright © 2012-2017 Ciclismo Internacional. All Rights Reserved