Ciclismo Internacional

Análisis: Las claves del triunfo de Gilbert en la Amstel Gold Race

Por @pmpalermo

El domingo de Pascua de 2017 será recordado largamente, no sólo porque Philippe Gilbert alcanzó la cifra récord de cuatro victorias en la Amstel Gold Race, sino porque la carrera vivió una de sus mejores ediciones históricas.

En una atrevida decisión, los organizadores eliminaron el cuarto paso por el Cauberg, modificando sustancialmente el cierre respecto del dispuesto en las temporadas previas. Así, si bien se arriesgaban a un embalaje más numeroso que el acostumbrado con la mencionada cota, también invitaban a los más valientes a probar de lejos.

Y, afortunadamente, los favoritos respondieron, rompiendo la carrera a 40 kilómetros del arribo. Fue en el Kruisberg donde Tiesj Benoot aceleró, llevándose a Henao y Gilbert con él y, poco después, a quienes completarían el corte bueno de la jornada.

Lamentablemente, en continuidad con la primavera negra de Lotto Soudal, el joven Tiesj -accidentado antes- sufrió una avería y quedó fuera de la puja, forzando a Wellens a moverse desesperadamente, sin éxito alguno.

Mientras tanto, “Mr Cauberg”, Sergio Henao, Michael Albasini, Bert-Jan Lindeman y Nathan Haas, hicieron camino, y luego se les sumaron José Joaquín Rojas y el vasco Ion Izagirre. Por contrapartida, Valverde, Van Avermaet, Felline o Rui Costa vieron cómo se les iba la carrera, quizás por ser excesivamente conservadores o estar mal ubicados.

Sunweb lideró la cacería, Orica puso palos en la rueda y los demás decidieron observar. A excepción de Teuns, BMC -que endureció durante kilómetros- desapareció a la hora de la verdad, abandonando a su suerte a Van Avermaet, muy activo en un lote donde Costa no regalaba un relevo y el resto pensaba más en sus relegados capos “sprinters”, que en avanzar.

En este punto es bueno mencionar que, aún habiendo parado a “Rojillas”, difícilmente hubiera cambiado el destino de Movistar y Valverde. Delante viajaban galgos de entidad desatados y, encima, llegó hasta ellos el hombre con las mejores piernas del día: Michal Kwiatkowski.

Su accionar en el Keutenberg fue efímero pero efectivo e impresionante, clara señal de que era, de allí en más, la rueda a marcar por parte de los aspirantes, algo de lo que tomó nota Gilbert, el hombre que estuvo en control permanentemente.

En esa empinada trepada se esfumó la última chance de los gallos relegados. Ya sin gregarios, estuvieron a metros de conectar con la vanguardia, pero el corte estaba decidido y sólo restaba conocer si Sky sacaría rédito de su superioridad numérica, porque hay que resaltar la presencia de un sacrificado Henao, trabajando en todo momento para el polaco.

El viento fue crucial para impedir la unificación de los dos grupos, azotando con fuerza desde la derecha en las expuestas rutas precedentes al Cauberg.

Poco pasó en el mismo, aunque Gilbert y “Checho” se aseguraron de elevar la velocidad con largos relevos que no hicieron más que ampliar la brecha respecto a los perseguidores. A sus espaldas, Van Avermaet y Valverde eran los que más tiraban, este último en una clara señal de la poca confianza puesta en Rojas.

Así apareció la cota conclusiva de este nuevo y exitoso final, el Bemelerberg, punto elegido por Kwiatkowski para tensar la cuerda con un par de aceleraciones a las que Gilbert dio continuidad, rompiendo definitivamente la escapada.

La dupla abrió hueco, propiciando un mano a mano entre los más fuertes de la Amstel. Los dos con antecedentes positivos en la carrera, dueños de un Monumento cada uno en la temporada y con pasado como campeones mundiales, llegaron al kilómetro decisivo y empezaron a vigilarse.

Y Gilbert concretó su obra maestra. Apelando a toda su veteranía y sangre fría, dejó que Kwiatkowski lanzara el sprint con 300 metros por completar, sabiendo que el viento frontal haría mella en las fuerzas de su rival.

Tan seguro estaba “Phil”, que replicó con una multiplicación enorme, remontando a su contrincante y dándose el lujo de mirarlo por sobre el hombro al tiempo que alzaba cuatro dedos, obvia alusión al número de ediciones de la Clásica de la Cerveza en su poder.

Así, pese a que se cayó más temprano, se llevó el premio máximo haciendo gala de una valentía similar a la exhibida en el Tour de Flandes y demostró que, a los 34 años, atraviesa una segunda juventud motivada por su sed de revancha contra BMC.

Fichado a la baja por Lefevere, con contrato por un solo curso, ha terminado por recaudar en grande merced a los incentivos por objetivo, redondeando una de sus mejores campañas como profesional.

Adicionalmente, se puso a una victoria de Jan Raas, máximo campeón aquí, y lo hizo adaptándose a una llegada que, en teoría, le era menos favorable que la anterior, con el Cauberg como juez.

Suerte, coraje, errores rivales y una forma impresionante, esos fueron los factores que el hombre de Quick Step conjugó para convertirse en historia viva del ciclismo, en su versión más agraciada en un lustro.

Pablo Martín Palermo

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