Análisis: Latinoamérica ciclista, ¿estancamiento o evolución?
Durante la temporada 2021 ha sido recurrente observar en foros y comentarios que gran parte de la fanaticada ciclista de Latinoamérica experimenta un sentimiento de desilusión por el desempeño de sus representantes en cuanto refiere al acontecer de las grandes vueltas. En efecto, los eslovenos dominaron con tal suficiencia las carreras a las que se presentaron que la esperanza se ve atacada, pero una mirada amplia respecto al pasado reciente permite analizar objetivamente si existe estancamiento o progreso del ciclismo latinoamericano.
Al seguir las competencias es normal que los espectadores se interesen por el actuar de sus compatriotas. Si bien la calidad de los corredores y de sus equipos cuentan en las preferencias individuales, la nacionalidad de los ciclistas importa bastante, no solo al momento de alentar, sino también para observar el grado de avance de cada país. Cuando aparece la bandera en una escapada, en los podios de etapas, en la premiación de camisetas secundarias o, en la capital de arribo de la prueba, el orgullo patrio se eleva, se trata de alegría, unida a la construcción de ejemplo nacional.
Lastimosamente la organización social de los países de Latinoamérica es insuficiente para permitirle convertirse en fuente recurrente de campeones. Los recursos monetarios, humanos, naturales y tecnológicos se enfocan en urgencias, esto cuando no se encuentran ineficiencias en el gasto, o pérdidas de recursos asociadas a ineptitud, negligencia y corrupción. El deporte no suele pertenecer a las prioridades de la agenda latinoamericana, los gobernantes y la mayoría de directivos desconocen sus numerosas externalidades positivas, por tanto, lejos de ser una región plagada de triunfos en grandes pruebas deportivas del alto rendimiento en comparación con otras como Europa, Norteamérica y Asia, la zona depende de la buena orientación bajo recursos escasos para generaciones espontáneas de talentos.
Aun con estas fuertes limitaciones, en el campo del ciclismo, los triunfos de América Latina están lejos de ser inexistentes o irrelevantes. Mucho menos los son sus embajadores, varios de ellos han tenido repercusión en sus países y algunos en la élite mundial. A lo largo del tiempo los ciclistas latinoamericanos se han hecho merecedores de respeto como vencedores usuales de etapas de montaña y gregarios confiables, además, obtuvieron numerosas camisetas parciales, cantaron victoria en algunas etapas que se definen en el embalaje, e incluso contados casos exhiben rasgos de mejora en las pruebas contrarreloj. Sin embargo, lo más importante ha acaecido sin duda en la conquista de clasificaciones generales en grandes vueltas: [Tour 2019, Vueltas a España 1987 y 2016, Giro de Italia 2014 y 2019].
Si se comparan las posiciones y tiempos de los mejores ciclistas de América Latina respecto a los campeones de las grandes vueltas en el inicio de cada década del presente siglo, es posible establecer algunas conclusiones para determinar su progreso. El ejercicio propuesto consiste en revisar los datos de los años de inicio de década: 2001, 2011 y 2021 para que, en la medida de la recopilación y presentación de datos, se haga evidente determinar si el ciclismo latinoamericano corre a buen ritmo o si por el contrario tiene problemas mecánicos.
Los datos muestran que hace 20 años, en el 2001, Carlos A Contreras, colombiano del Selle Italia [8] estuvo a 11´44” de Gilberto Simoni en el Giro de Italia; Santiago Botero [8] se presentó a 20´55 del descalificado Armstrong en el Tour de Francia, y nuevamente fue el mejor [18] a 25´01 de Luis Ángel Casero en la Vuelta a España. En resumen, tres top ten, cero podios y ninguna clasificación general. Además, un año con dependencia total de los resultados de ciclistas colombianos para el inicio de siglo.
Por su parte en el 2011, apenas hace 10 años, los mejores latinoamericanos en las grandes vueltas fueron: en el Giro el venezolano José Humberto Rujano [6], a 12´12” de Alberto Contador; en el Tour de Francia fue Rigoberto Urán [24], a 42’48” de Cadel Evans; y en la Vuelta a España, el también colombiano Fabio Duarte [39] a 1h 13´03” de Chris Froome (Juan José Cobo fue despojado del título). Un top ten, cero podios y cero clasificaciones generales. Un retroceso claro en resultados frente al 2001 con la excepción de la mención venezolana.
Podría pensarse que los datos de hace 10 y 20 años son apenas casualidades, tal vez un par de malas temporadas dentro de los logros de los ciclistas de nuestras naciones, pero no es el caso. Los resultados de años próximos a los considerados, como los de 2010 y 2012, muestran resultados peores. En 2010 no hubo un solo representante latinoamericano en el Tour de Francia; mientras que en el Giro, Mauricio Ardila [15] acabó a 32´29″ de Iván Basso, y en la Vuelta hay que contar 53´14” después de Vincenzo Nibali para encontrar a Rigoberto Urán [33].
Para 2012, los mejores en el Giro fueron los colombianos Rigoberto Urán [7] a 5´57” y Sergio Luis Henao [9] a 7´50” de Ryder Hesjedal; en el Tour, el velocista argentino Juan José Haedo [140] terminó a 3h 27´28”, con la particularidad de haber sido el único representante de toda la región; y en España, Sergio Henao [14] se presentó en meta a 19´59” de Contador. Es decir que hubo dos top ten, cero podios, cero clasificaciones generales y baja participación de corredores de la región en la prueba emblemática del ciclismo mundial.
Los resultados del pasado reciente contrastan fuertemente con los actuales. Para 2021 Latinoamérica obtuvo el título del Giro de Italia con Egan Bernal; mientras que, en el Tour, el mejor clasificado fue Richard Carapaz [3] a 7´03″ de Tadej Pogacar; y en la Vuelta, Egan [6] terminó a 13´27″ de Primoz Roglic. En suma, un título y un podio adicional a éste en dos de las tres grandes vueltas del ciclismo mundial hacen evidente la noción de progreso respecto a los inicios de cada década del siglo presente.
No solo eso, en el pasado se dependía casi de manera exclusiva del desempeño de los representantes colombianos, pero hoy Ecuador pone su cuota de peso para las camisetas más importantes en disputa a través de Richard Carapaz, quien ya fue campeón, no solo del Giro en 2019, sino también de la codiciada prueba de ruta olímpica en Tokio 2020 (corrida en 2021), colocando siempre a consideración su nombre entre los favoritos. Además, es posible notar que el país de la mitad del mundo trabaja con cierta constancia para organizar equipos, pruebas y logística en pro de llevar más corredores a la máxima categoría del World Tour.
El panorama hoy es completamente distinto al pasado, la evolución es notable, pero los fanáticos se encuentran inconformes. Como es usual, exigen y quieren más. ¿Qué les sucede?
Probablemente la respuesta está en que se encuentran bajo el axioma de la insaciabilidad, el cual consiste en que, una vez obtenido un logro, este ya no luce tan descollante y se espera poder ir a más, ya sea en cantidad o en calidad de los objetivos planteados. Esto no es sencillo de conseguir en el alto rendimiento ciclista, mucho menos cuando ya se alcanzó el trofeo principal que es el Tour de Francia por parte de Egan Bernal [2019].
Los psicólogos y economistas trabajan el fenómeno de la insaciabilidad, puesto que a nivel colectivo les permite explicar por qué las sociedades se declaran inconformes cuando se obtienen avances sociales, mientras que, a nivel individual, ofrece razón a que las personas tiendan a exigirse más. El tema tiene notoriedad en la esfera monetaria porque el axioma ayuda a comprender el comportamiento de las personas que piensan que serán felices con la adquisición de un vestido o una joya. Luego, al observar la temporalidad de la satisfacción obtenida, colocan sus deseos de plenitud en la adquisición de un auto, un apartamento, y luego de otros bienes más para terminar en una trotadora económica en la que, aunque se esfuercen por aumentar continuamente sus ingresos permanecen inmóviles en cuanto a satisfacción.
Los males de la insaciabilidad se explican a través de la adaptación. La gente se adapta con cierta facilidad a los entornos de su vida y por ello, los aumentos salariales, la obtención de bienes materiales y las metas logradas ofrecen felicidad momentánea y no perdurable como se piensa al inicio de su consecución. Soñar con ganar el Tour de Francia parecía inalcanzable al revisar los datos traídos a colación. Seguidores, corredores, periodistas declaraban darlo todo a cambio de dicho título. Pero una vez obtenido, si bien produjo felicidad extrema, esta fue atenuándose con el tiempo y la adaptación se abrió camino. Así se explica la inconformidad con los resultados actuales.
En suma, exigir más a los deportistas de la región es apenas un resultado normal de nuestro comportamiento como seguidores de las pruebas deportivas. Siempre se quiere más y la gente no siente ya satisfacción plena con “apenas” un Tour de Francia, como pronosticaban antes de obtenerlo. Por el contrario, anhelan con fervor la consecución de otro y si se consiguiera este y un tercero, soñarían con romper los récords de Bernard Hinault, Miguel Induráin, Eddy Merckx y Jacques Anquetil, lo cual en principio es magnífico, pero bajo la exposición presentada es posible que cinco Tours tampoco sean suficientes.
Existe un factor adicional a considerar. En 2019, América Latina obtuvo los lugares de privilegio máximo con Richard en Italia y con Egan en Francia, pero, además, en la Vuelta a España se presentaron dos top-5: Nairo Quintana [4] y Miguel Ángel López [5]. La suma de resultados ofreció una imagen de alta supremacía para la retina de los espectadores. Dicha imagen encontró a su vez refuerzo en los apodos y narraciones por parte de los periodistas deportivos quienes al transmitir las gestas ciclistas difundieron la noción de que, además de ser excepcionales, nuestros ciclistas son también superhéroes invencibles e infalibles. Por tanto, al considerar los excelentes resultados de 2019, compararlos con los de años siguientes y añadir la ficción creada en el imaginario del mundo de los cómics, se hace fácil encontrar el origen del desencanto si los triunfos no continúan.
En todo caso, más allá de cómo transmiten y asumen periodistas y seguidores las competencias, encontrar resultados equivalentes a los de dicho año es imposible a lo largo de toda la historia de la presencia del ciclismo latinoamericano en Europa.
La supremacía eslovena en la actualidad es de difícil aceptación. No solo Roglic y Pogacar son rivales de un peso excepcional, compiten además en su terreno puesto que nacieron y se criaron en Europa. Están, por tanto, mejor acostumbrados a diferentes características claves como el clima, los horarios, las costumbres, el entorno y la alimentación. Es usual que en medio de la competencia se piense que todos participan en condiciones de igualdad. Pero todo deportista de alto rendimiento que deba adaptarse a otras condiciones tiene que ofrecer un plus al que no necesariamente está obligado quien maneja los factores de manera natural.
Es común caer en la fracasomania subvalorando los logros obtenidos y, por contra, en el exitismo que exacerba los logros y que facilita caer en una posición conformista. Querer más es innato al ser humano y por ello no debe extrañar a nivel deportivo, pero descalificar o desconocer a nuestros exponentes cuando no pueden ganar, constituye un extremo peligroso que hace daño al desarrollo del deporte y a los embajadores del ciclismo en general.
Poco se podrá edificar sobre ambas posturas. Lo importante entonces es que las respectivas federaciones ciclistas utilicen sus distintos tipos de recursos, financieros, humanos, logísticos en pro de la mejora del rendimiento. Dejarse llevar por el éxito momentáneo de generaciones espontáneas sin la visión de trabajo a futuro desde las bases es el error frecuente de nuestros directivos, y es normal que éstas por talentosas que puedan ser, con el tiempo decaigan en resultados.
Los progresos son evidentes, las mejoras en títulos, podios y representatividad son dicientes de un ciclismo que tiene la potencialidad de avanzar sacando provecho de los talentos innatos que produce, pero que debe ser consciente, cada vez más, de la necesidad imperante de trabajar bajo métodos, estrategias y conocimientos de punta para conseguir mejores y mayores resultados que permitan a la región seguir dando alegrías y ejemplo desde el deporte para la vida en sociedad.
Los periodistas y seguidores que conocen de la disciplina podrán educar a los nuevos para evitar que caigan en los extremos del espectro, juzgando todo resultado como fracaso o éxito. Mientras que los directivos deberían trabajar por sostener y mejorar la cantidad de escuelas, entrenadores, pruebas y entornos que permitan seguir disfrutando de nuevas cohortes de ciclistas.
Todo esto por supuesto se dice y escribe con facilidad y de allí a su materialización hay muchos kilómetros llenos además de múltiples premios de montaña. Españoles, franceses y belgas han vivido en carne propia problemas similares. Pero teniendo que cruzar el océano y con recursos limitados, la tarea es mucho más larga y empinada para los ciclistas latinoamericanos.
No siempre es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Los resultados actuales son superiores en cantidad y calidad frente al desempeño de años anteriores, incluso hoy existe más diversidad respecto a las naciones de origen de los ciclistas que obtienen puestos de privilegio. El progreso es evidente, puesto que 2021 supera por mucho los datos de décadas anteriores, incluso a la generación de los años ochenta con los magníficos Luis Herrera y Fabio Parra como máximos exponentes. Pero este momento de participación protagónica debe ser acompañado de políticas deportivas que impulsen mejoras y condiciones favorables para los nuevos equipos y corredores de la región. De otra manera, habremos perdido ejemplos espectaculares y será muy difícil igualar los triunfos de 2019 y soñar con superarlos.
Andrés Gómez León ¿Te gusta lo que hacemos? seguínos en Instagram y TwitterSumate en facebook: Ciclismo Internacional
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El problema es que colombia/latinoamérica depende de los mismos. Si ellos no ganan, se acaban las victorias importantes. Preocupa el futuro cuando su rendimiento no sea el mismo o cuando se retiren. 0 victorias WT de los sub 23 (sin contar a Egan) en la temporada pasada. El desempeño de los corredores noveles fue muy discreto. Nada que despegan los Buitrago, Ardila, Sosa, Higuita y cía.
Tiene razón en que el futuro no está muy claro. Pero tampoco podemos ser alarmistas, los corredores que ud menciona tienen aún tiempo para progresar y podrían sumarse algunos. En todo caso, el artículo se concentra más en la revisión del ciclismo en A.L en el transcurso del presente siglo que en establecer predicciones para las cuales se señalan algunas recomendaciones que permitirían estar más tranquilos.
Sintesis, por favor!!!
Faltó en el análisis el resto de las disciplinas, basar el análisis solo en la ruta al hablar de ciclismo en latinoamérica, resulta parcial.
Y ahí nuevamente vemos que hay evolución, para bien, en diversas disciplinas como son MTB (XCO y XCM), BMX, CX e incluso la pista.
Claro que es un artículo especializado en el ciclismo de ruta, en el tercer renglón se afirma que se relaciona con las GV [grandes vueltas] y no con otras modalidades, en las que, por fortuna, contamos con grandes exponentes.
La parte comercial y él como estamos acostumbrados a percibirla juega un papel muy fuerte en esta insaciable sed de triunfos que cuando llegan no bastan si no que quieren que sean apabullantes, algo así como sucede con la notable superioridad de los eslovenos. El artículo también toca el tema y de ahí que a mí parecer alguien como Mario Sábato vende mucho, especula demasiado y toda esa euforia se trasmite directamente a un espectador que está mal acostumbrdo a que solo sean flores para los suyos, claro no es el único es solo un ejemplo, pero si el periodismo que mas vende en ese sentido (el televisivo) se hace con mayor responsabilidad, objetividad e imparcialidad, seguramente comercialmente no venderá tanto pero informará mejor a la vez que educa. Eso resulta casi imposible, porque si no lo hace un canal, lo hará otro y creo que es ahí donde parten nuestros males porque el ciclismo en ruta en su maxima categoria es tradicionalmente elitista, y aun así hay insistencia en creernos potencia en mundial en la disciplina e irresponsablemente nos lo alimentan, cuando ni siquiera en nuestra región contamos pruebas suficientes y de categoria en sintonía con lo somos y menos con lo que aspiramos.
En efecto hace falta que TODOS los comunicadores tengan mayor conciencia acerca del efecto de su labor en cuanto transmisores y creadores de cultura deportiva. La objetividad escasea en los diferentes tipos de análisis sociales, no solo en el ciclismo o en los deportes o en la política. Hoy se nos hizo costumbre defender lo propio atacando lo ajeno, no afirmo que se haga siempre o que se haga con mala intención en el mundo ciclista, pero sí que debemos reflexionar sobre ello, claro que hay que celebrar la victoria, pero debemos mantener los pies sobre la tierra en general para comprender y disfrutar más de la disciplina ciclística.
Nos estancamos en medio de la Evolucion, no seguimos creciendo y tenemos descuidadas las inferiores en todoa los deportes
Es necesario que se trabaje desde las bases con intensidad como sugiero al final del artículo. De otra manera copiaremos para mal la escasez de triunfos que sufren otras naciones como por ejemplo Francia y España en las grandes. Lastimosamente nuestro capital humano tiene poca o ninguna formación en temas de gerencia deportiva y esto condiciona mucho las posibilidad de plantear estrategias correctas y más aun de materializarlas. Urge este tipo de formación por parte de las Universidades y como requisito mínimo para quienes ejercen cargos de gestión.