Por @pmpalermo
Otra semana dijo adiós en el Tour de France y el sentir generalizado es que Sky tiene el título asegurado. Eso, si Tom Dumoulin lo permite o, más tragicómico, si los capos del bloque británico no se “liquidan” mutuamente.
Adicionalmente, en tiempos de comunicaciones masivas, la idea más común que ha calado en intérpretes y espectadores, es que todos van a rueda de los pupilos de Brailsford, inmóviles por el elevado ritmo de éstos. Pues bien, la primera parte es cierta, no así la segunda.
Sí, en ediciones previas el tren británico blindó a sus capos -Wiggins y Froome- detrás de un muro de vatios generados por gregarios al nivel de los gallos rivales. Pero ese no es el caso en este Tour.
Al menos así lo analizó esta redacción tras contactar a miembros de varios equipos -médicos, preparadores y corredores- quienes confirmaron lo que se ve a través de las pantallas: el ritmo no es extremadamente alto.
Eso no sólo lo confirman los dos últimos parciales, en los que el grupo de gallos llegó paseando. Tampoco es una afirmación basada en los 41km/h de velocidad promedio que se llevan hasta el momento y deberían bajar aún más con tres tramos de montaña en el horizonte.
No, el mejor y principal argumento para aseverar que no se está escalando fuerte son los valores de potencia y sensaciones provistos por los propios protagonistas. “Salvo cuando aprietan o atacan, estamos en torno a los 5.8 w/kg, a veces 6”, dijo un pedalista que pidió mantener su nombre en reserva. “Antes, cuando iban a tope, nos llevaban a 6.5 o más. Y ahí era imposible atacar, más cuando acumulas días de fatiga en el cuerpo”, completó.
“Efectivamente, no se está subiendo tan rápido, los parciales de tiempos son muy fácilmente analizables. Los Sky están en su nivel, pero nada estratosférico“, ratificó un prestigioso preparador físico del World Tour.
Y es justamente esa la clave. Ni siquiera están volando los británicos, sino que los demás gallos -excepto por Dumoulin y, en algunos momentos Bardet y Roglic- son los que hoy compiten por debajo de sus posibilidades.
Estos análisis preliminares permiten imaginar múltiples escenarios de cara a lo que queda del evento. Pero también invita a pensar qué está sucediendo globalmente en el lote, porque es la velocidad media la que ha caído.
Hace unos días, Nibali explicó que los métodos de entrenamiento precisos igualaron hacia arriba y que eso hacía que todos corrieran a tope, imprimiendo altas velocidades y haciendo una competencia de eliminación y no de ataques.
Eso fue así, probablemente, el primer día de los Alpes, pero no los demás. No, este es un Tour cansino, en el que los récords están muy por debajo de la historia, con contadas excepciones como el ascenso de Dan Martin a la Colombiere o la vertiginosa trepada de Roglic en Mende, puerto corto que no debería ni ser considerado en el macro.
Como saben quienes leen este sitio hace rato, desde aquí se defiende la presunción de inocencia hasta el cansancio, por lo que las siguientes apreciaciones no implican acusaciones en lo absoluto. ¿De qué hablamos? De que, posiblemente, el pelotón vaya más limpio que nunca o que la eliminación de los métodos de recuperación llevan a ver un espectáculo cada vez más humano.
El tema es amplio y merece una investigación más compleja, transparente y responsable, por lo que quedará para otro momento.
Volviendo al hilo conductor del artículo, el hecho de que las diferencias marcadas no se deban pura y exclusivamente a una superioridad de los hombres de Sky, deja espacio a especulaciones favorables a una definición más abierta.
Es cierto, los de blanco tuvieron hasta la fortuna de que Nibali, sinónimo de la impredecibilidad que tanto molesta a Froome, se haya marchado a casa, o de que Ag2r haya perdido media alineación.
Pero la general no está sellada, Thomas y Froome podrían arruinarse mutuamente y Dumoulin -como los otros dos- sentir un bajón físico producto del cansancio.
En cambio, es posible que los demás jefes de fila hayan dejado lo peor a sus espaldas. Bardet ha lucido bien y en forma ascendente, algo que sería lógico en un calendario planificado para tocar techo en julio.
Landa y Quintana lo mismo, con la salvedad de la espalda lastimada del vasco y la irreconocible forma del colombiano. En lo que a ellos respecta, un allegado muy empapado en la preparación física de estructuras españolas ratificó que están subiendo por debajo de sus potenciales. Y no fue sólo una evaluación personal, sino que le informaron eso desde Movistar.
Si superan lo que sea que los esté mermando, son sinónimo de problemas para Sky. Porque, hay que decirlo, en los Alpes amagaron con lograr algo, empleando tácticas acertadas, que luego se fueron al tacho por falta de piernas de los líderes para respaldarlas. En ese sentido, chapeau para Amador, Soler o Valverde, tres que se inmolaron en vano.
Pablo Martín Palermo
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