Por @pmpalermo
Parece un tópico casi fijo luego de cada Tour de France. Al menos de un tiempo a esta parte, y lo primero que hay que dejar en claro, es que al hablar de fallo, se hace partiendo de la elevada vara fijada por el propio equipo y sus protagonistas: ganar el Tour.
Está claro que llevarse un parcial o primar en la tabla principal por escuadras representa méritos enormes. Lo mismo que contar con un par de corredores en el top 10, logros que nadie discute y, estadística y humanamente, son loables. Porque también hay que aplaudir a estos auténticos guerreros por el mero hecho de llegar a París.
Pero el deporte de alto rendimiento va más allá de todo lo personal o, cuanto menos, no se trata sólo de ello. A este nivel competitivo se mueven millones de euros y los “sacrificados guerreros” reciben -según su entidad- una buena tajada. Motivo por el que también se les puede exigir y criticar en un plano deportivo.
Hecha la aclaración, el “fallo” de Movistar reside en una nueva edición de la Grande Boucle sin estar en la pelea real. De hecho, la última vez que sucedió fue en 2015, y tarde se acordaron Nairo y sus patrones de atacar a Froome.
De hecho, el historial de equivocaciones del colombiano y compañía en el Tour, es bastante amplio. Por caso, el escalador sudamericano se llevó el Giro de 2014 (polémica en el Stelvio al margen) debido a su espectacular nivel y pobreza de adversarios, situación que le permitió revertir un comienzo duro, que lo vio involucrado en varios cortes y le valió más de un golpe.
En 2015, Movistar falló frenando al boyacense para esperar a Valverde, cuando estaba necesitado de recortar tras haber regalado medio Tour en el llano de la etapa 2. Era visible la superioridad de Nairo en los puertos y cómo se detenía para mirar atrás, en busca del murciano. A la postre, el “Bala” alcanzaría el cajón de París por primera vez y el bloque se alzaría con la preciada general por equipos.
En 2016, el motivo oficial fueron las alergias, esas que no le hicieron nada en 2013, 2015, 2017 y 2018. En aquel momento presentamos un Informe, en el que se expusieron las diferentes aristas que condujeron a un deslucido Quintana a ser 3°, sólo por su capacidad genética. Valverde fue un gregario espectacular en aquella ocasión, explotando por su compañero pese a tener más piernas.
En 2017 el fiasco fue total, con una responsabilidad excluyente de Eusebio Unzué. El experimentado mánager permitió a Nairo el error de acometer el doblete, arribando al Tour con el cuerpo destrozado por el castigo lógico de arrastrar cuatro Grandes Vueltas en sus piernas.
Habrá muchos “peros” intercalados, como los que aducen que el cafetero aceptó mucho dinero por ir a la Corsa Rosa o que él quería estar allí. Sin embargo, con su historia en el ciclismo y vivencias, Unzué debió tener la última palabra y no dejarse llevar por los anhelos de su pupilo.
¿Y en 2018? A la inversa de lo que pasó una campaña antes, se le concedió al escarabajo un calendario relajado, ideal para llegar a tope a julio. Además, como en todas las temporadas previas, recibió luz verde para entrenarse a gusto en su tierra, algo que, para más de un experto, es una equivocación. Pero ese es otro tema.
Lo único que podría reprocharse en este caso a Unzué fue la salida de Castroviejo y la contratación de Mikel Landa, quien llegó para resquebrajar la moral del líder. Digan lo que digan, para cualquier psicólogo (y así los consultamos) fue evidente que el de Cómbita se sintió tocado en su interior y lo expuso al repetir hasta el cansancio que Movistar era su equipo y él portaba los galones.
En lo que al Tour 2018 refiere, los telefónicos estuvieron bien, incluso en los adoquines. No hay que criticar por deporte a los navarros, que ya se habían destacado al servicio de Nairo en el Giro de 2017 o la Vuelta 2016. Sólo hay un “pero” a esta afirmación, y fue el solitario pinchazo del colombiano en la jornada inicial.
En ese caso, el propio Andrey Amador asumió la culpa, por lo que nada puede decirse de los directores y la logística diseñada. ¿O acaso creen que no se habló del tema antes de partir y cada gregario tenía un capo asignado?
Movistar se manejó de una manera previsible, pero no por ello errada. Una y otra vez, los domésticos de Quintana y Landa prepararon los conocidos puentes en los Alpes. Así, luego de que Amador, Valverde o Soler se inmolaran espectacularmente y a la vista del mundo, nunca llegaron los ataques del dúo de escaladores más mediático del pelotón.
Nairo salió a redimirse tras la jornada de reposo, regalando una sensacional escalada al Portet. Allí gozó de libertad por no ser una amenaza tan cercana en la general, pero también mostró excelentes piernas al soportar 50 minutos de escalada a casi 6 vatios.
Una de cal y otra de arena, ya que poco le duró la alegría, porque se fue al suelo un día después. Y, hay que decirlo, él fue responsable por ir, una vez más, mal colocado en el pelotón. En lo que al bloque refiere, nunca lo subieron a vanguardia en previsión de este tipo de incidentes y, posteriormente, demoraron mucho y con muy pocos gregarios, en devolverlo al mayoritario.
Por último, recordar la atrevida y tardía aventura de Landa, quien se lanzó desde el Tourmalet y coqueteó con el amarillo, llegando a ser segundo virtual del evento. Aunque maquilló un poco su participación -condicionada por la caída en el pavé-, lejos estuvo de todo lo que se cansó de declarar durante meses a los micrófonos.
Como se aprecia, las culpas se han repartido equitativamente en el historial de Movistar y Quintana, sociedad a la que ahora se unió Landa. Pero en la ronda francesa de 2018 quedó la sensación de jefes de filas sin piernas, por debajo de su nivel usual, como el propio Unzué aceptó públicamente.
Aunque no quisieron brindar detalles, desde el staff de la estructura española ratificaron la información a esta redacción. “Efectivamente parece que Nairo no pudo rendir como nos tiene acostumbrados, más allá del nivel de los rivales. En principio no ha habido ningún problema externo, estamos analizando lo sucedido”, indicaron.
Otro Tour quedó en el pasado sin que Movistar estuviera en la conversación. Más preocupante aún, el surgimiento y confirmación de nuevas caras, algo que no había sido así luego de las ediciones anteriores, cuando derrotado y todo, seguía siendo Nairo el máximo adversario al dominio de Sky.
Y no fue un fracaso devenido en una mala elección de intérpretes, menor presupuesto y otras salsas. Sobran los ejemplos de campeones o podios en inferioridad de condiciones o con mala fortuna (Froome pinchó en la etapa 1 y fue 3°). La clave fue un rendimiento pobre del capo telefónico. A fin de cuentas, Nairo llegó a las montañas a 2:07 de Thomas, brecha interesante pero no indescontable, para el escarabajo que alguna vez supo ser.
Pablo Martín Palermo
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