Ciclismo Internacional

Análisis: ¿Qué le faltó a Nairo Quintana para ser campeón del Tour 2015?

Por @pmpalermo

A falta de una etapa para sea oficial, Chris Froome ya es el nuevo campeón del Tour de Francia, carrera más importante del mundo en la que debió derrotar a los mejores pedalistas del pelotón y, especialmente, al colombiano Nairo Quintana.

Y justamente sobre éste último quedan algunas reflexiones por hacer, puesto que su “sprint final” hacia París dejó la impresión de que fue él quien mereció la corona y no el hombre de Sky, apreciación que desde ciclismointernacional.com no compartimos, ya que respetamos las investiduras del flamante sucesor de Nibali.

No hay que engañarse, nadie se sube a lo más alto del cajón de la ronda gala por accidente o sin ser el mejor, y mucho menos por duplicado. Esta es una carrera de supervivencia y regularidad a lo largo de tres semanas, período en el que Froome fue el más sólido en el inicio y se dedicó a administrar sus rentas después.

Sí, Quintana terminó muy fuerte, pero no se comportó así en la primera llegada en alto, donde el líder de Sky le metió 1:04, margen que, sumado al 1:28 de la etapa de Zelande, dejó el evento prácticamente sentenciado, porque el golpe psicológico también cuenta y el de esa jornada fue tremendo gracias a la exhibición de los de negro.

Lo dijimos entonces y vale la pena recordarlo ahora: “El Tour se gana en la montaña pero se pierde en la primera semana”. Y fue en ese tramo en el que Froome hizo todo bien, destacando bajo la tormenta en la etapa 2, los muros de Huy y Bretagne o pasando en vanguardia los tramos del temido pavé.

Chris Froome es merecido campeón y no hay que desprestigiar su logro, en todo caso, será tiempo de reflexión para Quintana y su entorno, que empezarán a ganar el Tour de 2016 reconociendo sus falencias y trabajando para solventarlas.

Pero de regreso a la edición que aún nos compete, debemos considerar al tunjano como el único adversario real que tuvo el keniata. Así las cosas, creemos que Nairo tuvo el Tour a su alcance y lo dejó ir, un poco por su inexperiencia y, principalmente, por acatar órdenes erróneas.

¿Qué le faltó a Nairo para ganar el Tour?

Para empezar, una mejor dirección del equipo. Por ejemplo, ¿cómo no prever lo sucedido en la etapa de Zelande si casi todo el mundo sabía lo que vendría? Allí estaban los boletines meteorológicos anunciando viento y tormenta. Los leyó Unzué y también De Jongh, que puso a su Tinkoff a tope contra el borde ocasionando el caos, maniobra que ya es habitual por parte de los conjuntos de Contador. El madrileño, ayudado también por la siempre necesaria cuota de fortuna, fue uno de los que sacó rédito y allí estuvo atento Froome, pero no el Movistar.

Esto da también pie a tratar el tema de la alineación, que ganó la clasificación por equipos pero no se comportó como tal en los puertos, donde siempre se vio a los dos capos telefónicos con un único auxiliar, usualmente, Anacona. De todos modos, su talento para la escalada tapó las fallas en la montaña pero no así en el llano, donde se extrañó a Imanol Erviti (enfermo) y a Andrey Amador, con otro calendario.

El siguiente punto a criticar fue la claridad. ¿De qué hablamos? De que si se anunció a Quintana como jefe de filas único entonces debieron obrar en consecuencia. Esto implica que Alejandro Valverde, uno de los predilectos de esta redacción, era prescindible y no había motivo para esperarlo o, peor aún, para no atacar pensando en que podía reventar.

Es más, casi que se podría afirmar que, con el murciano corriendo agresivamente pero en beneficio real de su compañero, las cosas hubieran sido diferentes. Pero eso implicaba caer posiciones en la general, como sucedió en Sky con Porte o Thomas, quien nunca pensó en cuidar su 4° plaza y se vació para el keniata mientras tuvo energías.

Sabemos que Valverde es una institución y que hace una década regala alegrías a Unzué, técnico español de un conjunto del mismo país por lo que, compartida o no, se hubiera entendido la decisión de respaldar al murciano y no al cafetero. El problema aquí fue que no se corrió en consonancia con los rangos asignados como sí hicieron los hombres de Brailsford, y los resultados están a la vista.

Rebeldía. Aquí queremos hacer un paréntesis para explicar cómo se manejan las decisiones en el ciclismo, deporte que no es ajeno a los tiempos que corren y se ha ido robotizando cada vez más, volviendo todo más previsible.

Salvo por contados casos de gente con mucha personalidad o entidad, las maniobras se piensan desde el coche y en los hoteles, dando al atleta el poder de decidir sus acciones en determinado rango de kilómetros, pero nada más.

Unzué es un viejo zorro que consiguió varios éxitos con Delgado o Indurain, siempre calculadora en mano y poco afecto a tomar riesgos. Habrá sacado sus cuentas y, por eso, permitió al colombiano lanzarse donde lo hizo en La Tossuire y Alpe d´Huez, manteniéndolo atado los días previos. Sólo eso, o algún problema físico no revelado, explicaría que Quintana haya empezado tan tarde a pelear en serio por el Tour.

No imaginamos a Contador o Nibali obedeciendo al pie de la letra una estrategia tan conservadora, pero todo es parte del aprendizaje, Nairo sigue creciendo y tendrá cada vez más voz en lo que a las decisiones refiere. Ojalá no haya pasado su único tren, porque no puede obviarse que se trató de una chance inmejorable: el Tour con menos crono en 82 años.

Conclusiones:

Partiendo de la premisa que el ciclismo es impredecible y no es lineal, sostenemos que Movistar cometió algunos pecados que privaron a Quintana del título, a saber: una mala planificación para rodar en el llano y los muros, haberse frenado para permitir el podio de Valverde y, en consecuencia, no haber iniciado los ataques serios hasta la etapa 19.

Por otra parte, el hecho de que se topó con un campeón que fue merecedor de su corona porque fue sumamente regular y supo manipular sus amplios márgenes. Es más, a los que afirman que Quintana hubiera ganado el Tour con un día más de montaña (algo por demás incomprobable) les decimos que eso es sólo una suerte de consuelo ficticio y popular, porque el británico corrió como lo hizo debido a que es un perfecto administrador de sus fuerzas y las matemáticas le dan la razón, sin descontar que, al parecer, padeció una bronquitis.

Mirando el vaso medio lleno, el ciclista latinoamericano se lleva un aprendizaje maravilloso que alimentará todavía más su confianza, porque al menos, puso al intratable patrón de la carrera contra las cuerdas en el último puerto del evento y no se irá a casa con el mal sabor de boca que hubiera representado no intentarlo.

Ser podio en una grande es cosa de elegidos y Nairo ya subió tres veces en cinco participaciones, sentando las bases de un triunfo que ya no es una utopía y que, antes o después, adornará su palmarés y será orgullo, no sólo de un país, sino de un Continente entero.

Pablo Martín Palermo

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