Ciclismo Internacional

Análisis: Si Marc Soler no aprovecha…

marc soler

Foto: @bettiniphoto

Por @pmpalermo

Por demasiadas razones, Marc Soler (26) tiene más publicidad de la que querría. Campeón de un Tour de l´Avenir, miembro de uno de los equipos más importantes y dueño de un enorme talento, ha quedado como una las principales referencias de la camada que debe tomar el relevo a la generación dorada de España.

Foto: @bettiniphoto / Movistar Team

Ciclista de planta imponente (1.86 m y 68 kg), se ha desarrollado a la sombra de líderes top, cumpliendo funciones de gregario, a excepción de alguna licencia que aprovechó como la París-Niza de 2018. Dicho sea de paso, no cualquiera triunfa en la Carrera al Sol

Ahora bien, Movistar perdió a Quintana, Landa y Carapaz, con lo que el catalán quedó en primera fila casi sin quererlo. Hace tiempo que se lo prometían, pero no sucedía. No al 100% al menos, porque en la Vuelta pasada contó con galones y los desperdició en la etapa 2. Sí, fue top 10, aunque de una de las ediciones con peor nivel en décadas, a más de 22 minutos del campeón y a unos 10 del 8°, Hagen, debutante en estas lides.

Lo concreto es que la espera terminó y es su hora: la de confirmar lo que tiene en las piernas y convertirse en la referencia que un Movistar en reconstrucción busca. Bloque en el que Valverde apura sus últimas campañas (y aunque así no fuera, no es un campeón de grandes vueltas) y Mas aún tiene que ratificar que lo de 2018 no fue un espejismo. Esos “peros” le abren una puerta a Soler, que antes sólo tenía una ventana ante sí.

Para dejarlo en claro: el Bala es uno de los mejores ciclistas de la historia, y es posible que se retire siendo top 10 en la grande que corra. Pero siempre le ha faltado un punto para ser campeón y tiene 40 años. Claramente que no es el futuro en torno al que van a construir.

Y Mas, de 25 años, aún despunta. Es cierto, fue subcampeón en una Vuelta y también 22° en el Tour inmediatamente posterior. No cualquiera consigue eso, así como tampoco sostenerlo y repetirlo. Debe adaptarse a Movistar, lidiar con la presión de sus propios logros y las expectativas. Entonces, puede que le tome un tiempo “volver a ser”.

Con esto en vista, está claro que es el momento de Marc Soler. Sabe todo de los manejos de una escuadra en la que ya acumula seis campañas, aprendió de algunos de los vueltómanos más aventajados de la última década, y cuenta con la materia prima requerida. En él (y un poco en la fortuna) está no seguir los pasos de Rubén Fernández, por citar un prometedor prospecto hispano que no pudo igualar las expectativas que despertó en su juventud.

Soler hizo en 2017 su primera grande (48° en la Vuelta). Desde entonces corrió otras tres, con una progresión evidente que deja en claro su potencial: 62° y 37° en el Tour y 9° en la ronda de su país y en su primera vez doblando. Siempre (o casi) como gregario.

Gran croner y buen escalador, suele ir a más en terceras semanas. Incluso en los años de Landa y Nairo, fue de los domestiques más sólidos en los puertos de los compases conclusivos. Veamos:

Muchas veces las comparaciones son injustas o inadecuadas, pero también sirven para contextualizar. Por eso, tomaremos a dos vueltómanos de élite para ponderar lo hecho por Marc:  Landa fue 69°, 39°, 34° y 28° en sus primeras cuatro GV, 3° en la quinta y con 25 años.

Froome, de planta muy similar (1.86 y 66 kg), tenía 26 años en 2011 cuando trepó al podio de la Vuelta, y había corrido otras tres grandes previamente con una progresión largamente comentada: 82°, 32° y expulsión cuando iba entre los peores del Giro 2010, tomado de un coche y afectado por una lesión.

@PhotoGomezSport / Movistar Team

Atletas disímiles que luego triunfaron y que, a los 26 años, no eran mucho más que Soler. Obviamente, por desarrollo propio o diagramado, sigue un camino estándar, opuesto al de la tendencia que hoy encabezan Bernal, Pogacar, Evenepoel o Higuita.

Curiosamente, el ex Lizarte estrenará su estatus de líder absoluto en el Giro de Italia, cita que no conoce y que difiere bastante de las otras dos grandes. Al menos, sus lauros en Volta o París-Niza -usualmente con mal clima- invitan a pensar en que ese factor no será un problema.

Quizás sí lo sea su carácter, que lo dejó muy mal parado en la Vuelta 2019. A ver si maduró y si ahora en otra posición, entiende por qué Movistar lo paró el día de su berrinche. Además, sería interesante que se lo crea un poco más, porque sus últimas declaraciones no fueron propias de un jefe de filas: “No voy con grandes aspiraciones”, espetó tras reconocer que tuvo “que pensarlo un fin de semana” a la hora de aceptar el desafío. No inspira ganas ni confianza a sus laderos…

Por otra parte, lo que sí es comprensible es que su designación responda también a los kilómetros de crono que tendrá el Giro y a un cartel que se espera inferior. En el primer apartado es justo decir que Soler ha entregado signos alentadores sobre la cabra en rondas de tres semanas:

En el segundo, que a excepción de Richard Carapaz, Vincenzo Nibali, Jakob Fuglsang y alguno más, no habrá un pelotón ni cercano en nivel al del Tour, donde este atípico 2020 se concentrarán los mejores de una manera pocas veces vista. Buena oportunidad para colarse en la puja por la general, aprender e incrementar su moral.

Es momento de juntar todas piezas del rompecabezas: ausencia de gallos que lo tapen, respaldo del equipo, más de un lustro de progresión y aprendizaje, y enorme capacidad física. Movistar atraviesa una reestructuración pública y este es el curso para dar un golpe sobre la mesa sin temor a fallar, algo que está presupuestado como pocas veces en la historia de la estructura navarra.

Después de todo, la vida misma marca que el calendario corre para todos, las generaciones se suceden y, si Marc no se sube al tren, otro lo hará. No sea cosa que Unzué rompa el chanchito en un mercado con varias figuras que acaban contrato…o que Pedrero y algún joven (Alba, Rubio, Samitier) asome la cabeza y tome lo que otros no.

Se acabaron los permisos y las excusas. El camino está liberado y sólo depende de Soler transitarlo para elevar su estatus en el ciclismo y acudir a una cita que tiene pautada hace un lustro. Ojo, tampoco estará acabado si las cosas no le salen, pero las chances no serán las mismas en 2021, curso en el que además terminará contrato y se encontrará en una encrucijada en su vida deportiva.

Pablo Martín Palermo

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