Por @pmpalermo
Mucho se habló y se seguirá hablando sobre el modo de correr de los líderes del Movistar: Nairo Quintana y Alejandro Valverde. Estas dos estrellas, capaces de ganar en los más diversos escenarios, maravillan cuando están separados y, pese a llevarse del mejor modo, parecieran molestarse cuando están juntos.
Nadie pone en duda sus virtudes ni afán de ayudarse mutuamente pero, a veces, ni la mejor de las intenciones funciona. Simplemente, se trata de una cuestión de química, pero más importante aún, de jerarquías bien definidas, algo clave para la obtención de resultados en cualquier deporte.
A modo de ejemplo, allí está el lustro compartido por Joaquim Rodríguez y Dani Moreno, éste último, supervalorado por todos pero sacrificado sin miramientos en caso de ser necesario. Y esa es la clave, porque Movistar respeta los galones de sus dos capos, y éstos también lo hacen pero, salvo percances o enfermedades, jamás se decantan definitivamente por uno. Eso sí, el discurso siempre aboga por lo contrario.
Pruebas irrefutables
Para ilustrar mejor nuestra apreciación basta con repasar los resultados de estos “cracks” cuando comparten competencia, algo que no sucede muy a menudo. En 2015, el de Tunja y el murciano aunaron esfuerzos en el GP Miguel Indurain, donde Valverde fue 5° y Quintana 35°, luego en Lieja y Flecha (ambas ganadas por el español) y, finalmente, en Tour y Vuelta.
En Francia, Nairo fue 2° y “Bala” 3°, pero quedó una sensación clara de que el sudamericano se contuvo permanentemente, incluso, mirando hacia atrás en busca de su compañero en los puertos. ¿El resultado? En vez de un más que posible 1° lugar, se fueron felices a casa con las siguientes dos plazas del cajón, logro magnífico para el 90% del pelotón, pero una derrota si se tiene en cuenta la forma del escarabajo y la debacle final de Froome, enfermo la semana conclusiva.
¿Más ejemplos? Quitando la Vuelta, donde los problemas no tuvieron clemencia con ambos (4° Nairo y 7° Valverde), la realidad marca que, al menos en lo que a citas de tres semanas refiere, el colombiano es superior y siempre se ve lastrado por su colega. Los números así lo confirman y, por caso, en 2013 Quintana brilló a partir de la salida del murciano del Tour que lo elevó al estrellato, mientras que el año pasado maravilló y se impuso en el Giro, sin el español.
A cada uno lo suyo
Sí, es cierto que su presencia implica dos ruedas a vigilar para los contrincantes pero, del modo en que corren, eso no termina de ser así. Es más, ¿qué sentido tiene proteger a Valverde en el Tour si nadie lo considera aspirante al título y sus propios antecedentes así lo indican?
Por contrapartida, nadie espera al Movistar tirando para Quintana en las Ardenas, coto de caza exclusivo de Valverde, con cualidades idóneas para ello. Es una cuestión de respetar a los dos capos, pero sacrificando a uno en detrimento del otro allí donde la forma o las características físicas lo requiera.
No es ninguna ciencia exacta ni se necesita ser un experto para poder entender el concepto que, en términos más criollos, bien podría ser interpretado como “quien mucho abarca poco aprieta”. Sin desmerecer al español y su tremenda versatilidad, los telefónicos deben darse cuenta que disponen de uno de los tres vueltómanos más importantes del pelotón, junto con Froome y Contador.
En una estructura sin una cabeza visible tan imponente, se entendería a un Valverde tratando de dar la cara por los suyos en la Grande Boucle, pero no en el caso que nos compete. Y, a falta de confirmación oficial, pareciera que Unzué y compañía comprendieron la ecuación, porque el talentoso Valverde estaría encaminado a disputar el Giro de Italia en 2016.
“Es posible que venga al Giro pero, si lo disputo al 100%, en el Tour podré estar al 90%, no al 100%. Ya vimos este año a Contador, como este año le faltó frescura en julio. El año que viene mi gran objetivo son los Juegos”, afirmó. En resumen: si lo corre, debería estar lo suficientemente desgastado como para no poder lastrar a Nairo; y si no viaja a la ‘Corsa Rosa’, con la cabeza en Río, quizás reserve energía o no esté igual de centrado en la general.
La cabeza de Quintana
De este modo, los indicios apuntan que el pedalista cafetero tendrá vía libre para medirse contra su “bestia negra” (nunca mejor dicho), Chris Froome, con el apoyo total de su escuadra y sin preocupaciones propias de detenerse a esperar.
Nairo es un chico bueno y obediente al que, a veces, le falta una cuota de rebeldía, necesaria para progresar en determinados momentos. Allí está el caso de Mikel Landa, que si hoy ostenta un parcial en la Vuelta es por su desplante a los enemigos sentados en el coche de Astana, los mismos que impidieron su posible 2° lugar en el Giro. Pero esa es otra historia…
Volviendo al boyacense, es tanto su respeto por Unzué y Valverde, que podría decirse que siente lástima o culpa al lanzar sus ofensivas y ver como el español cede. Nairo saltó a la fama como gregario de su compañero en la Vuelta 2012, pero corrió mucha agua bajo el puente desde entonces, y debe cambiar el chip definitivamente.
Por su parte, “Bala” debe demostrar grandeza y ceder el protagonismo en Francia. Su regularidad y polivalencia le abren las puertas de casi todo el resto del calendario e, incluso, podría obtener victorias trabajando para su líder en suelo galo, como ya sucedió en La Zubia, durante la ronda hispana 2014.
Conclusiones
Con toda esta evidencia sobre la mesa, salta a la vista que sus prestaciones no se potencian cuando intentan convivir, en tanto que explotan en todo su esplendor si están rodeados de gregarios sin aspiraciones y dedicados a respaldarlos en todos los aspectos.
Quintana ya pagó el derecho de piso largamente y, con 25 años, demostró ser más apto que Valverde para las rondas de tres semanas, especialmente por su título en la Corsa Rosa y los dos 2° lugares en el Tour.
Del otro lado, están Valverde y su vigencia, que obliga a pensar en una trayectoria longeva y exitosa. Si ese fuera el caso, el de Las Lumbreras tendrá razones por las que imponer su peso dentro de la escuadra ibérica, a la que está vinculado desde hace una década en un idilio amoroso con pocos precedentes en el pelotón.
Por eso, lo más productivo para todas las partes será una separación “en buenos términos”, para que ninguno deba ser sacrificado y, en sus egos, rebajado. Si así sucede, Movistar no sólo seguirá siendo el equipo número uno del World Tour, sino que tendrá opciones de obtener el Tour que, dos veces, le fue esquivo a Nairo Quintana.
¿Será en el tercer intento que el escarabajo logre su ‘Sueño Amarillo’? Sólo depende de él, y de que aparten al incombustible Valverde de su camino.
Pablo Martín Palermo
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