Por @pmpalermo
Aunque los focos estén sobre unos pocos, el pelotón lo componen más de un centenar y medio de ciclistas en cada carrera. Y ellos también sufren al verse minimizados por el poderío de los que hoy dominan el ciclismo.
Romain Bardet, otrora aspirante al Tour de France, se siente desmotivado cada vez que coincide con Tadej Pogacar. A tal punto, que puso en duda su futuro en el deporte pedal si la brecha sigue siendo tan grande. “No estoy ni siquiera decepcionado, porque terminé en el puesto que debía”, afirmó luego de acabar 7mo en la general de París Niza, a 3:19 del campeón.
“Si Pogacar acelera no puedo seguirlo. Espero tener un poco de margen de mejora, si no, no correré mucho tiempo más si debo recibir estos golpes cada vez”, añadió el líder de DSM. “Fue una buena semana, seguro que quería otro resultado, pero estoy orgulloso de cómo corrí en mi primera carrera por etapas dura del año”, cerró.
Bardet fue top 10 en el último Tour, algo de lo que puede estar orgulloso. Pero al igual que Gaudu, llegó a París a una enormidad de tiempo del campeón (18:11) con lo que es evidente que está uno -por no decir dos- escalones detrás de los eslovenos, Vingegaard y alguno más.
Los más de tres minutos cedidos en una carrera de una semana también un indicativo de eso. El francés debe reconstruirse y optar a generales allí donde no concluyan los aliens o, en su defecto, convertirse en un caza etapas. Le sobra talento y capacidad para ello y no tiene nada de malo tampoco.
Es la ley de la vida, y estos son los daños colaterales de entregar el testigo a una nueva generación, que rueda tan fuerte que hace parecer meros gregarios a quienes dominaban las grandes vueltas hace una década.
#Traducción de Ciclismo Internacional
Pablo Palermo
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