Cometió dos errores, pero Vingegaard se salvó: "Si este fue mi día malo, estoy feliz"

Se acerca el final del Tour de France y no sólo Tadej Pogacar luce cada día más fuerte, sino que Jonas Vingegaard demostró algunas señales de debilidad. El danés reflexionó al respecto tras la jornada en la que Remco Evenepoel le recortó algo de tiempo en la lucha por el segundo lugar.

“Por el modo en que el equipo de Pogacar corrió, no pensé que iban a atacar”, dijo a ITV, aunque no se entendió si fue una ironía o si no escuchó ayer al líder cuando avanzó que los días por venir “serán para la fuga”, clarificando que ellos no iban a tirar. “Pero cuando Lidl Trek atacó pensé que podía pasar y, efectivamente, pasó. Es que cada vez que alguien endurece tienes que esperar su ofensiva”, analizó.

Grave error del campeón defensor, que a esta altura ya conoce de memoria a su gran adversario generacional. Tadej ataca por naturaleza, incluso desobedeciendo a su equipo, entonces cómo no lo iba a probar en un día tan complicado, casi como una clásica de montaña, ideal para gente explosiva.

“Pensé que Tadej cerraría el hueco con Evenepoel”, siguió el danés, ya hablando del momento en que Remco se fue solo, una vez que todos se habían agrupado. “Luego tuve a mis compañeros, les agradezco, especialmente a Laporte”, tiró Jonas, ahora a 3.11 de Pogi. Otro error, porque el actual amarillo no tenía obligación alguna de cerrar el hueco.

En Visma consideran que Pogacar tiene una insólita ayuda adicional

Primero porque su renta sobre el belga es mucho más amplia, y segundo porque es quien domina, en lo numérico pero también moralmente. El de UAE les tiene comida la moral y la única carrera aparente es por el resto del cajón. Dicho esto, salvo una debacle masiva, Vingegaard no debería ceder contra el de Soudal en los Alpes, todo lo contrario.

“Siento que voy a más, que mejoro. Quizás hoy no tuve mi mejor día, pero cada tanto uno tiene un mal día. Si este fue mi día malo, estoy feliz”, concluyó Vingegaard, que entregó un par de segundos en meta por el sprint del esloveno.

En resumen, no se marcaron grandes diferencias entre los capos. Pero lo que sí quedó en el ambiente es una sensación de poderío por parte del puntero, quien quizás se movió más por meterle el susto a su contrincante y, de paso, buscando incrementar su renta todo lo posible en previsión de lo que le pasó en ediciones previas, cuando se hundió en las montañas alpinas.

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