Por @pmpalermo
Con Mikel Landa celebrando su segunda victoria y Alberto Contador exhibiéndose en el Mortirolo, pocas dudas quedan de que se trató, una vez más, de los dos corredores más fuertes presentes en este 98° Giro de Italia.
Pero aún con la victoria y el segundo lugar del podio en sus manos, desde ciclismointernacional.com creemos que Landa y su escuadra equivocaron el camino, dejando pasar una oportunidad imperdible de poner al líder contra las cuerdas o, al menos, de minar sus fuerzas de cara a las llegadas de Cervinia y Sestriere, viernes y sábado respectivamente, previo paso por la Finestre.
Comencemos por contextualizar la situación: pinchazo de Contador en el descenso rumbo al Mortirolo y ataque (de dudosa honorabilidad) por parte de Katusha/Astana para aprovechar el percance del puntero, que arribó a la base del mítico puerto con 51 segundos de desventaja y sin gregarios.
Ya en plena subida, el madrileño se puso a perseguir a tope, limando diferencias y recolectando “cadáveres” a su paso, mientras que en vanguardia se vislumbraba, una vez más, la fragilidad de Fabio Aru, a quien Landa esperaba, respetando los galones.
Y ese fue el gran error de los kazajos. Es normal que ante los micrófonos respalden la figura del capitán y repitan hasta el hartazgo que Landa trabajará para el sardo, porque así funcionan los códigos en este deporte y en muchos otros. Pero lo que no se entiende es la demora en dar vía libre al vasco, el hombre más fuerte del pelotón en los días que corren.
Partiendo de la base de que aprovecharon un percance mecánico e iniciaron la trepada con 51″ de ventaja, es absurdo el modo en que se frenaron a esperar la inevitable neutralización por parte de la Maglia Rosa sabiendo de las limitaciones de Aru. ¿Para qué se lanzaron en la bajada entonces?
Es imperdonable que no se haya dejado en claro que Landa tendría vía libre o que no se le haya dado el visto bueno antes del ataque de Contador, cuando el vasco se frenaba, esperaba a su líder, pasaba los cambios buscando más agilidad y se movía inquieto en el sillín, signos de un ciclista atado, listo para acelerar. Todo esto en un puerto en el de poco sirve ir a rueda y sólo las fuerzas cuentan.
Quizás resulte sencillo conjeturar ahora, pero si Landa se hubiera marchando apenas Aru bajó el ritmo, otra pudo ser la historia. ¿Por qué? porque difícilmente el de Pinto hubiera cazado o, en caso de hacerlo, el gasto realizado le habría pasado factura en el cierre (como sucedió) o en jornadas venideras.
El problema es que el de Tinkoff domina de tal modo la competencia -esa es su virtud- que les tiene comida la moral, a punto tal que, sintiéndose en plenitud, Landa no se animó sino hasta 4200 metros de la meta y en las suaves rampas de Aprica, donde Contador no lo siguió para no gastar de más, quizás algo tocado tras 50 minutos de esfuerzo en solitario en el colosal Mortirolo.
Es que el madrileño, quien debió adentrarse en su zona roja más de lo deseado, firmó la paz y se garantizó un cómodo camino a meta, limitándose a vigilar al contenido e inexperto escalador de Astana, quien se encuentra en plenitud pero descubriendo sus límites etapa tras etapa.
Landa debió animarse a más porque no tiene nada que perder, realidad diametralmente opuesta a la de su contrincante, una figura que cobra millones y a la que se le exige el 100% cuando se pone un dorsal. Seamos sinceros: nadie, ni el propio atleta de Murguia, hubiera soñado con este presente antes de iniciar el Giro.
Además, el panorama era inmejorable, porque no se repetirá una situación como esta, en la que Contador quede aislado, retrasado, persiguiendo y con dos puertos por delante, uno de ellos, entre los más complejos de Europa.
Todo esto no resta mérito a Landa, que se alzó con su segundo parcial y es segundo en la general a 4:02. Después de todo, con 25 años él puede sentirse feliz en lo que está siendo su lanzamiento al estrellato. La crítica es para sus directores, que “juegan” a no perder en vez de salir a ganar un Giro que tiene mucho transitar aún y en el que encima el de Pinto piensa en el Tour, motivo por el que está reacio a gastar energías. Astana, con tanto poderío, tiene que buscar molestarlo hasta en el más mínimo detalle.
Con Aru en picada, nada les garantiza que el también joven Landa no se desinfle, y ante esa posibilidad, ¿por qué no ir por todo con un ataque en toda regla del mejor escalador y en su terreno? Luego quedó a la vista que el ex Euskaltel tenía resto y Contador no.
Lamentablemente para Astana, Landa y el espectáculo, dejaron pasar el tren frente a uno de los mejores vueltómanos de la historia, un monstruo que no otorga segundas oportunidades, sobrevivió un día crítico y dio un paso enorme rumbo al podio de Milán, donde tiene un hueco asegurado en lo más alto por su fortaleza física, pero también por la mental.
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Pablo Martín Palermo
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