Cuestión de tiempo (y confianza) para Sagan
Por @pmpalermo
Peter Sagan alzó los brazos en Porto Sant´Elpidio y festejó luego de 273 jornadas, poniendo fin a una racha en blanco que, sin ser una catástrofe, preocupaba al eslovaco y su entorno y generaba rumores entre los fans y la prensa.
Hace unos días habíamos analizado la situación, llegando a la conclusión de que no le sucedía nada y era cuestión de tiempo para que volviera a cruzar primero la raya de meta. Es obvio, pero muchos olvidan que es un ser humano y como tal, puede tener un día malo, problemas personales, mala suerte, dolencias físicas o errores tácticos, por mencionar algunas variables.
Sin embargo, eso quedó en el pasado y Sagan hoy brinda con champagne, en parte, por alguno de los factores antes enumerados jugando a su favor, pero fundamentalmente, gracias a la excelente labor de sus gregarios que él se encargó de hacer buena. No fue casual que Cavendish y los sprinters puros quedaran en el camino, puesto que Tinkoff aceleró en el puerto del día y los dejó tirados.
Confianza por las nubes
Estadísticas al margen, hay un punto muy interesante para lo que vendrá ahora que frenó la sequía, y es el impulso moral derivado de esta diana en Tirreno. Recuerden que también habíamos conjeturado respecto a la planificación de su pico de forma en una temporada en la que sólo los Monumentos cuentan para él y su escuadra. Pues bien, a una semana de la Milán San Remo, Sagan está listo y confiado, algo que no debe agradar mucho a sus oponentes.
Que quede claro: sin el triunfo en Porto Sant’Elpidio, Sagan también hubiera preocupado al pelotón de cara a la Classicissima, pero ahora que alzó los brazos en su nuevo kit de campeón nacional y luego de nueve meses, la cabeza de este monstruo puede ser más letal que sus piernas.
Reiteramos que no debe obviarse lo difícil de ser siempre primero, ya que otros 200 ciclistas están al acecho, marcando su rueda y buscando lo mismo. El límite entre el éxito y el fracaso es muy fino y esa diferencia mínima entre la gloria y el fracaso suele ser zanjada, en uno u otro sentido, por los designios de la psiquis. Huelga decir que en las horas que corren, la de Sagan está en su esplendor.
En ese contexto, lo último que quieren ver Cancellara, Stybar y compañía es al viejo Sagan, una estrella de alto perfil, capaz de festejar con piruetas extrañas o tocando el trasero a las azafatas del podio, travesuras propias de un joven de 25 años, pero más que nada, de un extrovertido ganador nato.
Si el eslovaco, que no obstante su corta edad suma 69 victorias, recuperó la seguridad en sí mismo, entonces será casi imbatible, porque si “pegaba en el palo” constantemente con la presión adicional y acumulada por no ganar, ahora que se la quitó de encima explotará al máximo su potencial, del que dicho sea de paso, no se conocen límites.
A eso hay que sumarle el aprendizaje adquirido en estos largos meses sin alegrías, bagaje que engrosará su arsenal como atleta y lo ayudará a superar percances similares de modos distintos, con los beneficios del caso.
Por lo pronto, acalló las críticas, y en breve confirmará o no si su sequía se trató de un cúmulo de circunstancias fortuitas más notorias por su exposición mediática. Pero lo cierto es que antes del comienzo de 2014 ya había dejado claras sus intenciones de ganar menos pruebas y de mayor calidad. ¿Será este el comienzo de una racha positiva? La respuesta, en Vía Roma el próximo domingo.
Pablo Martín Palermo
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