El Mundial de Ruanda es el primero en realizarse en continente africano. Tuvieron que pasar más de 100 años para que la UCI decida realizar la competencia allí y la decisión fue ampliamente celebrada en el sentido de dar una mayor representación a países que suelen ser relegados en este deporte. La celebración de un mundial puede implicar un puntapié para un mayor desarrollo de corredores que no tienen las mismas oportunidades que los nacidos en territorio europeo.
Abusos en Ruanda
No obstante, la elección de Ruanda siempre estuvo en el punto de mira. Los altos costos de hoteles y traslados se añaden a un país cuestionado por sus rasgos autoritarios y de falta de libertad de expresión, los cuales incluso derivaron a que un periodista que vino a cubrir el Mundial fuera bajado del avión por orden del Gobierno. Además de un factor que casi conduce a la suspensión: un conflicto armado en la frontera entre Congo y Ruanda, en el cual se acusa al gobierno de este último país de financiar al grupo rebelde M23, apuntado, a su vez, de realizar crímenes de guerra.
Compartimos anteriormente los argumentos de Patrick Lefevere, ex director de Soudal Quick-Step, que señala de la existencia de una cierta “hipocresía” al acusar a Ruanda de sportwashing En este caso, iremos del lado opuesto. Human Rights Watch, reconocida organización internacional de derechos humanos, enfatizó esta semana que el Mundial “no puede contrarrestar” los abusos que ocurren en este país africano. Paul Kagame, su presidente, se mantiene en el poder desde hace mesa de 20 años en elecciones en las cuales obtiene, a menudo, un 99% de los votos.
Detenciones arbitrarias y silenciamiento
“A Ruanda no le basta con promover una imagen positiva; debe silenciar las críticas”, señalaron desde la organización y citaron casos de asesinatos y desapariciones hacia quienes cuestionan el régimen de ese país. “Años de acoso a críticos, reales o percibidos, prácticamente han cerrado el espacio a los medios de comunicación independientes, los partidos de oposición y la sociedad civil”. Señalan, en ese marco, la detención de la líder opositora Victoire Ingabire, que fue arrestada en junio pasado y que enfrenta cargos penales.
Del mismo modo, la organización documentó que las autoridades ruandesas han arrestado y detenido arbitrariamente “a trabajadoras sexuales, niños de la calle y otras personas consideradas “indeseables” antes de eventos internacionales de alto perfil”.
“Este Mundial no mejorará la vida de los ruandeses”
“Activistas, periodistas y políticos de la oposición están siendo arrestados, desapareciendo o muriendo en circunstancias misteriosas”, afirmó Mohamed Keita, experto en África de la Fundación de Derechos Humanos de Nueva York a NOS. “Los ruandeses nunca pueden dar su opinión sincera. Viven en un estado policial y están bajo vigilancia constante. Siempre dicen que aman a su presidente y que su país es maravilloso. Pero si se observa con atención, se verá que esa no es la realidad”.
Keita señaló que un evento como este Mundial generará ingresos que “desaparecerá en los bolsillos del régimen”. “Este Mundial no mejorará la vida de los ruandeses, que viven en la pobreza en gran parte del país”, indicó.
“La UCI no debería dar a Ruanda una excusa tan fácil”
En ese marco, HRW solicitó a las federaciones deportivas, como es el caso de la UCI, de realizar la debida diligencia en materia de derechos humanos antes de organizar estos eventos. “Ruanda debería dejar de atacar a sus críticos y poner fin a las operaciones abusivas en el extranjero. Por su parte, la Unión Ciclista no debería proporcionar a Ruanda una excusa tan fácil para justificar su deficiente historial en materia de derechos humanos”. Tal como sucede con Israel Premier-Tech, UAE, Jayco y Bahrain, el ciclismo coquetea nuevamente con el “sportwashing”. Ruanda no será el último caso en cuanto a Mundiales: Emiratos Árabes será la sede en 2028.
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