Por Oscar Trujillo Marín
La serie de infortunios, lesiones, enfermedades extrañas sobrevenidas e incertidumbre a las verdaderas causas que han impedido la reaparición de Tom Dumoulin desde su agravamiento de rodilla en junio pasado, parecen llegar a su fin. Todo era más prosaico y simple de lo que parecía, pero solo unos exhaustivos exámenes lograron determinar que su problema era de parásitos intestinales de toda la vida.
El corredor neerlandés exultante por sentirse más tranquilo y mucho mejor hoy publicó en su cuenta personal de Instagram: “Como todos saben, no me había sentido bien recientemente. La semana pasada, encontramos parásitos en mi intestino y desde entonces comencé a tomar medicamentos. Me siento mucho mejor ya que he tenido buenas sesiones de entrenamiento hoy y durante el fin de semana. ¡Estoy ansioso por planificar mi inicio de temporada y mis próximos objetivos muy pronto! ¡Los mantendré informados!”, dijo.
Vuelve la calma a las toldas del Jumbo-Visma al menos por el lado de Tom. Ahora solo falta ver cómo evoluciona su compatriota Steven Kruijswijk para saber si la anunciada tricefalía en el Tour de Francia al fin va a ser posible.
Los ciclistas de élite parecen máquinas por resistir aparentemente bien tan agotadoras jornadas encima de la bicicleta durante más de 300 días al año entre entrenamientos y competencias. A la intemperie, expuestos a frío, calor, lluvia, nieve, barro, viento, polvo etcétera. Pero ese sobre esfuerzo -y en buena medida abuso al que someten su cuerpo- pasa factura en forma de enfermedades comunes o recurrentes en el pelotón. Lo que le ha sucedido al portentoso corredor nacido en Maastricht no es, ni mucho menos una rareza en el ciclismo.
Forúnculos en los glúteos, tendinitis, prostatitis se sufren en silencio. Esas y muchas más “enfermedades laborales” son dolencias causadas o empeoradas por la dureza inherente a este deporte. Las más frecuentes son las del aparato respiratorio rinitis y congestión nasal (muchas veces de origen alérgico) hasta las infecciones del aparato respiratorio superior (causadas por virus, casi siempre, o bacterias).
En temporada alta de competencia el estrés y la fatiga son muy grandes y las defensas bajan. Por muy atletas que sean y muchas cetonas que se beban, los recursos energéticos del organismo no son infinitos. De ahí la mayor propensión a padecer infecciones respiratorias (como el típico catarro o resfriado) el pulmón es una primera vía de acceso a nuestro cuerpo para los gérmenes (virus y bacterias)
Los ciclistas son especialmente proclives a padecer asma inducida por ejercicio. La ecuación es muy simple: aire frío y seco que entra rápidamente en los pulmones por ir siempre al aire libre en condiciones extremas y cambiantes. Por eso es tan común la irritación de los bronquios en el pelotón.
En las etapas de montaña el aire es muchas veces frío y seco. Los pulmones se defienden cerrando sus vías de acceso (bronquios) ante la entrada de cualquier agente irritante. Pero en este caso el irritante es, de forma irónica, el propio aire que respira el ciclista. Resultado: cuanto más aire necesita el corredor, menos le llega.
Por último, no nos olvidemos del aparato gastrointestinal del corredor, ir todos los días seis o siete horas sobre la bicicleta comiendo sobre la marcha de prisa y malamente, en una posición anti natural no es lo que el intestino ha soñado para trabajar como es debido. Durante el estrés de una competencia diaria el corazón bombea la sangre sobre todo a los músculos subestimando a los intestinos. Aún así, a estos se les exige absorber hasta 200 gramos de hidratos de carbono en plena etapa.
Cada carrera es en un país distinto y cada etapa llega a una ciudad diferente, por tanto, una nueva cocina, variedad infinita de bichos. Nuevos y entusiastas gérmenes para el aparato gastrointestinal. El atleta debe ingerir gran cantidad diaria de fibra, hasta tres veces más que una persona sedentaria, con esas circunstancias tan poco recomendables lo raro sería que el estómago e intestinos funcionara siempre bien. De ahí la elevada proclividad a los problemas gastrointestinales: gastritis, gases, digestiones pesadas, o diarrea.
De eso los espectadores nunca nos enteramos por que no siempre el helicóptero de la trasmisión tiene el fino detalle de presentarnos el incidente estomacal en vivo y en directo para todo el mundo como le sucedió al pobre Tom en el Giro de Italia 2017. Esto es lo que precisamente ha llevado por la calle de la amargura a Dumoulin desde hace varios años ya. Sin embargo, el holandés siempre podrá decir que se dio el lujo de ganarle a Quintana y Nibali un Giro de Italia dándoles de ventaja un alivio estomacal de dos minutos y medio a pie de carretera, con transmisión mundial incluida. Y ni así pudieron vencerle.
Ahora que todo parece estar controlado solo esperamos que recupere su mejor versión. El Tour de Francia urgido y falto de espectáculo, lo necesita con carácter urgente para intentar desbancar la dictadura del INEOS.
Oscar Trujillo Marín
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