Edward Theuns, del cielo al infierno en un instante: “Pensé que no volvería a correr”
Por David Hunter
“Supe de inmediato que mi espalda no estaba bien y me quedé quieto porque sé los riesgos que implica una espalda rota. Lo primero que pensé fue que nunca más volvería a competir y fue una sensación horrible”. Así narra Edward Theuns uno de los momentos que todo ciclista profesional teme y que a él le tocó vivir esta campaña.
Luego de un inicio tremendo en el Tour de France, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos, y el belga pasó de ser uno de los mejores sprinters en carrera al hospital. “Recuerdo todo. Fue en la crono y trataba de hacer un buen tiempo, por lo que encaré las bajadas muy fuerte y estaba en una a 80-90km/h, cuando ví venir una curva. Empecé a frenar antes, para evitar riesgos, pero mi rueda delantera se descontroló y fue entonces que decidí arrojarme a la cuneta con pasto para evitar un daño mayor. Lamentablemente, había un tronco cortado, choqué la rueda contra el mismo y salí volando por el aire. Caí casi sentado y me rompí la espalda”.
Así y todo, Theuns se quitó rápido de encima la idea de no volver a competir. “Los médicos me dijeron que podría volver a correr y eso me puso feliz. Por otra parte, aún tengo temor respecto a si recuperaré mi mejor nivel”, apura, y enseguida continúa con su relato.
“Me operaron dos días después del accidente y lo más frustrante era no poder hacer cosas tan simples como vestirme, ir al baño, comer sin ayuda. Cuando me enviaron a casa, todo avanzó rápido y, junto al fisioterapeuta, comencé con algunos ejercicios”, explica.
Encaminado en su regreso, es también oportuno repasar la campaña debut del belga en Trek, que se interesó (al igual que muchos otros) luego de un 2015 en el que regaló excelentes actuaciones al Topsport en Besseges, Drenthe, DDV, GW y Scheldeprijs. “Mi agente hizo una lista de interesados luego de las clásicas sin decirme nada. Yo hice mi propia lista con escuadras a las que me gustaría ir, las cotejamos y, rápidamente, decidimos que firmaría con Trek-Segafredo”.
Con el contrato firmado, aún brilló en el Tour de l’Eurometropole, para luego encarar su nueva fase profesional. “Fue una locura compartir la mesa con estrellas como Cancellara, Fränk Schleck o Hesjedal en la primera concentración. Eso cambió un poco en la segunda, cuando ya hubo menos gente. Fueron clave los otros belgas en el conjunto y el staff, y me adapté rápido”.
En esos inicios, aún con sus antecedentes de hombre rápido, Theuns no sabía qué esperar debido a la presencia de Giacomo Nizzolo y el fichaje de Niccolo Bonifazio. “Al llegar yo no me creía sprinter, pero con buenas actuaciones eso cambió rápido. Así empezó una competición interna muy sana que no influye para mal en carrera, donde siempre elegimos la carta más fuerte”, comenta.
Con características claras de ciclista para las clásicas, Trek realizó una movida brillante para volcarlo a las llegadas masivas, convirtiéndolo en un sprinter puro. Y pese a que le costó adaptarse a nuevos compañeros y funciones, el experimento resultó. “Tomó tiempo pero, con ayuda de gente experimentada como Rast, todo salió bien. Chicos como él, se acercaban a decirme lo que pude haber mejorado y eso es perfecto para progresar. Además, pese a su juventud, Boy Van Poppel es uno de los lanzadores más virtuosos del mundo y fue vital para que los resultados llegaran antes”.
Por su ADN, está casi obligado a sobresalir en las clásicas y, en Trek lo enviaron a varias mientras las estrellas se encargaban de los Monumentos. “Tuve problemas en la preparación y no arribé como quería. Básicamente, me costó adaptarme a las nuevas zapatillas y asiento, a punto tal, que incluso me perdí algunas competencias y días de entrenamiento. Apenas me recuperé, los logros llegaron solos”.
De hecho, la París-Niza marcó un antes y un después en su año inicial con Trek, ya que fue su primera ronda World Tour y lo hizo de maravillas. “La etapa 1 fue clave, porque hubo abanicos, rutas angostas y se me dio bien. No sólo no tuve problemas para mantenerme, sino que ataqué a 2 kilómetros de meta, siendo cazado a 150 metros. En días sucesivos lancé a Bonifazio a un 2° puesto y, encima, conseguí ese mismo resultado en un embalaje yo mismo contra Bouhanni, Greipel, Kristoff o Matthews”.
Como si eso no fuera suficiente, al día siguiente de su podio, se metió en la fuga con paso por el Mont Ventoux. “No lo tenía planeado, pero salió y hasta pensé que llegaríamos a destino. Sin embargo, me descolgaron en el puerto y, aunque estuve a 20 segundos de conectar, no me dejaron porque era el mejor ubicado en la general”.
A continuación, lo enviaron a la Dwars door Vlaanderen a igualar o mejorar su 2° puesto de 2015. Y si bien no le fue posible porque Jens Debusschere se quedó con el premio mayor, el de Trek estuvo cerca. “Me desilusionó un poco, sobre todo porque Jasper (Stuyven) me lanzó magistralmente. Lamentablemente, Nizzolo no pudo llegar al cierre, porque de haberlo hecho, alguno de los dos se hubiera llevado la victoria. Cuando se me pasó el enojo me dí cuenta que no es una competencia sencilla y que subí al podio dos años seguidos”, pondera.
Algo de descanso y citas menores siguieron para el de Gante, que estaba listo para alzar los brazos vestido de negro. “En el equipo me habían dicho que, pasara lo que pasara, yo sería líder en el Tour de Bélgica, motivo por el que me fijé hacerlo al máximo allí. Fue luego de un descanso y posterior bloque de entrenamiento en Girona, donde me preparé duramente varios días. Llegué a la salida muy fuerte y mis compañeros me arroparon de maravillas, con Stuyven y Boy Van Poppel haciendo un tremendo lanzamiento. Esa victoria me quitó la presión que sentía, porque si bien contaba con varias actuaciones importantes, nada se iguala con ganar”, indica.
Su adaptación fue muy rápida y los resultados positivos, tanto, que fue incluido inesperadamente en la pre selección para el Tour de France. “El plan inicial era ir a la Vuelta, pero me avisaron luego de mi triunfo que estaba en la lista para el Tour, aunque yo no creía que podía pasar el corte. Así y todo, tras los nacionales -donde lo hice muy mal- me llamaron y me dieron la noticia. Fue un sueño hecho realidad”, evoca con entusiasmo.
Increíble oportunidad para un debutante, seleccionado para ser sprinter en la competencia más importante y contra gente de la talla de Cavendish, Greipel, Kittel, Kristoff y Sagan. Como es sabido, todo inició con una caótica volata, y nuestro invitado se las ingenió para sobrevivir y sorprender. “Nunca voy a olvidar ese día. Me posicioné solo y dí el máximo, finalizando 5° y, más sorprendente aún, como mejor joven”.
Como si ncesitara ratificar su actuación, tuvo otra oportunidad en la etapa 3, donde nuevamente el caos reinó en el embalaje. No obstante ello, arribó 5° otra vez sin exprimirse al máximo. “Los sprints hay que dividirlos en fases, porque mantenerse adelante cuesta mucho, subir posiciones más aún y luego está el esfuerzo final. En la etapa 1 hice 20 segundos a 1045 watts, 30″ a 948, un minuto a 746 y dos minutos a 554”, descubre, algo poco usual en los tiempos que corren.
“Lo mismo en la etapa 3, donde alcancé 1081 watts durante 20″ y 1015 otros 30″. No son mis valores máximos, pero si muy elevados y una muestra evidente del nivel medio que hay en la Grande Boucle”, completa.
Con esto queda demostrado el valor de los trenes, porque la potencia desarrollada no es la máxima que los atletas pueden alcanzar, sino que deben explotarla durante los últimos 3000 metros. Muchos vatios durante lapsos extendidos de tiempo.
“Estaba muy feliz y quería más. Pero luego vino el accidente y todo acabó”, cuenta el belga, que lleva la charla de nuevo a su caída en la crono. “Lo peor fue durante el Tour, porque hacía unas horas estaba allí y, de repente, en un hospital sin siquiera poder cambiarme solo”, narra.
“Mi novia fue clave, mi mayor apoyo. Viajó a Francia, durmió en una silla en el hospital y regresó sola a Bélgica cuando me dieron el alta. Fue muy duro para ella y gracias a su presencia y la de mi familia, mantuve el ánimo elevado”, recuerda.
Con lo peor en el pasado, Theuns ya piensa en el futuro y en lo que sería su máximo logro. “Vestir todos los maillots de líder del Tour de France que me faltan a lo largo de mi carrera. Aprendí que tengo el nivel para lograrlo y esa es mi motivación. Cambié mi cabeza, gané en confianza”, amplía.
Para eso seguramente tendrá que trabajar en algunos aspectos físicos y técnicos, algo que él se encarga de ratificar. “En cada carrera que no ganas encuentras algo para mejorar y no repetir errores. Eso incrementa tu bolsa de trucos y te acerca a la victoria en el siguiente evento. Si tuviera que elegir un apartado físico, diría que mi resistencia, pero eso viene solo con la edad”.
Como la gran mayoría de los pedalistas belgas, Eddy entrena en grupo y, en su caso, en uno muy fuerte. “Comparto con otros profesionales en Gante y nos conocen como SVGG. Nos exprimimos a tope y sacamos lo mejor el uno del otro”.
En lo que a su alimentación refiere, Theuns no tiene secretos. “Desayuno con cereales, semillas y frutas. En el almuerzo como ensalada con queso o pan. Para la cena depende del día que haya tenido y de los deseos de mi novia, pero no suelo variar mucho y siempre incluyo queso”, prosigue.
De cara a sus planificaciones, está feliz con su entrenador en Trek. “Fue el primer año con Josu Larrazabal y salió bien. Ahora me conoce más, sabe cómo reacciona mi cuerpo y espero dar un paso adelante. Sigo al pie de la letra lo que me indica”.
En el cierre, Theuns cuenta una simpática anécdota. “Durante mi rehabilitación me ofrecieron comentar carreras para Sporza y me divertí. Al principio estaba nervioso, más que nada por tener que juzgar a mis colegas en tv. Fue una gran experiencia, pero prefiero seguir sobre la bici”.
Este es el increíblemente cambiante 2016 de Edward Theuns, quien atravesó por todos los estados de ánimo, acumulando aprendizajes que, seguramente, lo harán más fuerte para la temporada entrante.
David Hunter
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