El ciclismo no tiene paz
Por @pmpalermo
Como si no hubiera ya bastante con todo lo que ha pasado a lo largo de los años, una vez más, un ex corredor salió a escupir sus pecados al mundo y desestabilizó a un golpeado deporte que no necesitaba de toda esta porquería.
Es que con un nuevo presidente en la UCI, una camada nueva y en teoría limpia de atletas, y con los de la anterior ya casi pasados a retiro, poco nuevo y bueno pueden aportar los detalles que Rasmussen cuenta en su libro, obra que por cierto le será harto redituable dada la gran cantidad de morbosos que la comprarán, ávidos de historias sobre bolsas de sangre y fármacos.
No era este el momento del ex Rabobank para revelar sus secretos, algunos tan repugnantes como el hecho de que consideró transfundirse sangre de su propio padre, ni mucho menos de señalar a aquellos que tuvieron la suerte de burlar los controles; esos ya bastante tienen con su conciencia, o no..
Si alguien pensó que el hermoso deporte de las dos ruedas había tocado fondo tras al caso Armstrong se equivocó, sobre todo si de ahora en más, cada uno de los miembros de la generación previa sale con un nuevo libro vertiendo acusaciones a diestra y siniestra.
Esto sólo hace daño, genera rechazo a los patrocinadores y a los jóvenes que quieran iniciarse en el ciclismo, que ya había dado vuelta la página y sólo podía crecer apoyándose en los nuevos y emergentes valores y unos pocos veteranos de probada limpieza como Marco Pinotti.
¿Qué nuevo método de dopaje reveló el pollo?¿hay acaso alguna sorpresa entre tanta basura desparramada? Basura que, dicho sea de paso, ocupará una vez más las primeras planas de diarios que de otro modo ni siquiera dedicarían unas pocas lineas al tema.
Rasmussen tuvo su chance y no la aprovechó, como tantos otros, por lo que debiera pagar el daño que hizo al ciclismo en su momento pero también ahora, generando mala prensa e incluso acusando a compañeros que aparentemente no siguieron sus pasos.
Así las cosas, cuando todo parecía encaminarse viene otra vez uno de estos personajes que sólo buscan lucrar y mueve la estantería a chicos limpios que deben lidiar con los errores de sus antecesores; noveles y sanos exponentes como Dan Martin, quién afirma no haber visto jamás una jeringa, o Taylor Phinney, quién no consiente tomar tan siquiera un ibuprofeno para el dolor.
Estos sí tienen motivos para jactarse, no Rasmussen, que entre tantas otras estupideces se mofó de haber podido dejar fuera de control él solo a 80 corredores en el Tour 2007, el famoso día del Aubisque y Contador.
Por eso, el ciclismo no tiene paz y no la tendrá si engendros de esta clase, que ponderó como algo normal manipular su sangre y meterse porquerías al cuerpo, permanecen en el sistema, porque no puede obviarse que muchos son hoy directores deportivos, managers, representantes y entrenadores o quieren serlo.
Mientras estas circunstancias se mantengan, la disciplina que encumbró a Hinault y compañía seguirá sumida en el círculo de auto destrucción en el que está, siempre agobiada por lo que aconteció añosatrás e imposibilitada de dejar que la nueva hornada demuestre de que está hecha y cambie de una vez y para siempre la nefasta opinión circundante en torno a este deporte.
Pablo Martín Palermo
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La verdad, nunca dejará de ser la verdad cual es el animo del columnista en que no se conozca? si salen 20 confesiones al año sobre este flagelo del dopaje en el ciclismo pues que salgan. Estoy de acuerdo en criticar el hecho de que se quieren lucrar estos ex corredores vendiendo esos libros, eso es un insulto deberian solo confesarlo en un comunicado y ya pero de ahi a seguir tapando el pasado no estoy de acuerdo.