Por @pmpalermo
Pasaron más de dos décadas desde su retiro y Michael Jordan aún es el “deportista” más rico de la historia. Curioso, considerando los salarios que percibió durante casi toda su carrera, aunque entendible por su capacidad de marketing para compensar los beneficios que merecía a través de otras empresas.
Quienes tienen menos de 30 años y no vieron jugar al astro de los Chicago Bulls nacieron en la era de los contratos multimillonarios. Y lo que deben saber es que los mismos -que hacen que cualquiera hoy gane siete cifras o más- lo hacen gracias al denominado “Efecto Jordan”.
La introducción histórica es necesaria y ya llegaremos al ciclismo. Pero básicamente, cuando Jordan comenzó a ganar 30 millones de dólares por año en sus últimas temporadas con Chicago, generó una bola de nieve en la que -afortunadamente para ellos- arrastró a sus colegas. Desde entonces, los salarios se volvieron siderales, hasta las aberraciones que hoy vemos como normales en la NBA y casi todos los deportes.
Pues bien, en las últimas horas se conoció que Tadej Pogačar tiene una cláusula de rescición de contrato de 100 millones de euros. Un monto impensado para el ciclismo, que aún así sigue lejísimos de las remuneraciones del fútbol o la mencionada NBA. De hecho, el esloveno gana “escasos” seis millones al año, pero todo indica que las cosas empiezan a cambiar.
En principio para él mismo, porque con una cláusula del género podría negociar en alza si alguien quisiera comprar su contrato. Con los petrodólares dando vueltas en el mercado, dicho escenario no sería nada extraño porque para los jeques algunos millones no les mueve la balanza.
Pogačar no sólo está haciendo historia en las carreras, donde incluso está muy cerca del mítico Eddy Merckx no sólo por su ferocidad para competir sino en logros a los 24 años. El de UAE también está creando una tendencia con una cláusula tan alta.
Es cierto, él merece cada centavo de lo que obtiene y sus logros son fruto del talento y la genética. Pero al igual que en su momento con Jordan, las victorias tienen un alto componente colectivo. Es cuestión de tiempo para que los que rodean al espectacular corredor incrementen también sus ingresos, y eso luego se traslade a todo el circuito.
Quizás no de una forma tan radical como la del básquet, deporte más popular en términos globales y comerciales que el ciclismo, pero los montos irán para arriba. Y si llega ese momento, ojalá sea recordado como el “Efecto Pogačar”, al menos como un mínimo reconocimiento a quien no sólo genera espectáculo sino que podría estar sembrando la semilla de un bienestar común.
“Los jugadores de hoy deberían darle el 10% de sus salarios a Michael Jordan”, había dicho Wilt Chamberlain (¡Wilt Chamberlain!) en referencia a la cuestión. No, no estamos pidiendo lo mismo para Pogi, pero si queremos contextualizar muy claramente y con ejemplos la relevancia de tener una figura que cambie los paradigmas.
Tadej lo está haciendo. Primero con un modo de correr que no se veía hace décadas, con el consiguiente atractivo televisivo y comercial que eso conlleva. Y luego con extensiones de contrato de más de un lustro o la cláusula que hoy atrae nuestra atención.
De hecho, eran extraños los contratos de más de dos o tres años en el pelotón y luego de las primeras renovaciones del hombre de UAE se produjeron firmas similares por parte de Egan Bernal o Tom Pidcock, con vínculos hasta 2026 y 27 respectivamente.
Falta mucho aún y los bolsillos de las empresas detrás de cada escuadra tendrán que ir acostumbrándose. Pero ojalá en unas décadas hablemos del Efecto Pogačar de modo sostenido y recordemos como una anécdota las épocas en las que los deportistas más esforzados del planeta ganaban una miseria.
Pablo Palermo
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