Por Oscar Trujillo Marín
El Tour de Sibiu es una competencia 2.1, la misma categoría que el Tour Colombia. En circunstancias normales asisten unos 5 o 6 equipos WT, media docena de Pro-series y el resto continentales, con algunas selecciones nacionales como en carreras de este tipo: una prueba de tercera categoría y no está mal, no todas pueden ser World Tour.
Generalmente la gana un escalador puro (en las 3 últimas ediciones en particular, alguno muy joven y latinoamericano) porque incluye una etapa con llegada en alto demasiado dura para hombres que no sean especialistas en las cumbres. Si no atravesáramos este largo parón ciclístico en general y de competencias de calidad en concreto, apenas nadie hablaría de ella, porque suele coincidir con pruebas de mayor importancia en Europa. Este año ha sido diferente (aparte de perfectamente olvidable)
Esta introducción va para plantear una inquietante circunstancia que ha ocurrido hoy en la carrera rumana y que puede marcar un precedente extensible a las primeras pruebas importantes que se corran tras la reanudación de la temporada entre los mejores del mundo. En el parcial matutino de esta doble jornada final, una crono de apenas 12.5 km, 8 de ellos al 5.2% y 4 más de falso llano. Durilla, si, algo, pero vamos, ni mucho menos infernal, ni por inclinación y menos por distancia, ¡18 corredores fueron eliminados! llegaron fuera del limite de clasificación. Una barbaridad.
Gregot Mühlberger del Bora se exhibió ante su compañero y favorito Patrick Konrad (no tenían rivales la verdad) con un tiempo de 26 minutos y fracción. El resto de participantes tenían suficiente margen (25% del registro del ganador, unos 6 minutos y medio) para llegar a meta sin problemas. Pero 18 corredores de equipos continentales, algunos pro series y algunos con mucha experiencia ya entre los grandes como Andrea Guardini, Mateo Pelucci o Rudy Barbier por ejemplo, -dos de ellos incluso favoritos para la etapa final vespertina-, se dejaron siete o más minutos de perdida en 12 km de esfuerzo. No sería por falta de ganas, ni mucho menos dejar una imagen lamentable para sus urgidos patrocinadores.
Vale que son sprinters estos tres, vale que había varios corredores continentales, pero era muy corto el recorrido para tamaño despropósito. Además, los jóvenes corredores y los equipos continentales suelen llegar en la mejor forma posible a estas carreras, porque son de las pocas oportunidades que tienen para mostrarse al mundo corriendo contra profesionales de la élite y llamar la atención para un traspaso o mejor contrato.
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La lección de Sibiu, es que casi 5 meses sin competencia y someter el cuerpo a súbitos esfuerzos al máximo nivel proporcionalmente le puede pasar factura a cualquiera. No hay precedentes en la historia moderna de un parón de tal magnitud, y por mucho que algunos se hayan mantenido varios meses entrenando afuera en solitario y la otra mitad confinados haciendo rodillo, el impacto físico en la perdidas de rutinas de exigencia real y el nada desdeñable impacto psicológico de cada cual, pasará factura cuando el cuerpo vuelva a ser puesto al límite tras tanta inusual tranquilidad sin estrés de competencia.
Esos ciclistas profesionales no se dejaron eliminar aposta o por pereza. No pudieron llegar antes de 7 minutos para 12 km, simplemente. Puede que a finales de septiembre o en octubre hayan vuelto ya a un nivel más competitivo. Pero por las mismas razones no se sorprendan que tanto en las primeras clásicas de postín como en el Tour de Francia más de una luminaria contrastada y muchos de los favoritos no se encuentren con su poderío habitual por simple, radical e intempestivo cambio de rutinas para un cuerpo acostumbrado a funcionar como un reloj desde hace muchos años.
El acercamiento a las grandes citas empieza compitiendo desde enero o febrero, con una progresión en carrera al más alto nivel de varios meses antes de afrontar las grandes citas a las que aspiran. Dos vueltas menores de 3 o 5 días no son suficientes para alcanzar la plenitud de cara al Tour de Francia.
Solo quien tenga la suerte de asimilar tan anómala situación podrá luchar por sus objetivos. Los derrumbamientos de grandes corredores antes fiables, pueden no tener precedentes en la historia. El Tour de Sibiu ya dejó una preocupante señal. No podemos decir que no estemos avisados. Puede que las vedettes de la élite tengan mucho más nivel que estos, por supuesto, pero no son cuerpos gloriosos y la complejidad de esta caótica temporada también los va a afectar.
Oscar Trujillo Marín
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