Ciclismo Internacional

Genética y tecnología explican el “boom” de los campeones precoces, según Nicolás Portal

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Por Oscar Trujillo Marín

Nicolas Portal está en el lugar donde cualquier director de ciclismo del mundo desearía estar. Quieras que no, ser el responsable deportivo del equipo con mayor presupuesto y la mejor plantilla del mundo, entre jóvenes promesas, gregarios de lujo y 4 de los mejores vueltómanos del planeta le debe dar algo de tranquilidad a la hora de planificar los objetivos de la temporada.

A propósito de la portentosa exhibición de poderío en cuesta -una vez más- del joven esloveno de 21 años Tadej Pogacar (desde el curso pasado en que debutó se está convirtiendo en costumbre cada que la carretera se empina) en la Comunidad Valenciana la semana pasada, y de su ineludible paralelismo con la fulgurante trayectoria de su dirigido -y campeón reinante del Tour de Francia- Egan Bernal, Portal fue preguntado por Cyclingnews sobre sus impresiones a este respecto y contestó: “No voy a comparar a Egan con Pogacar porque eso sería irrespetuoso para ambos. Lo único que puedes decir es… ¡joder, esos tipos están volando y son aún niños!”.

Sin duda, los niños llevan ya casi tres temporadas volando cada vez más de prisa. Han llegado para quedarse. Portal no desestima un evidente y afortunado componente genético en ese selecto grupo que llegan a ser súper clases, pero explica esta actual y masiva irrupción de precoces campeones (inédita en la historia del ciclismo) con un importante matiz de ayuda tecnológica que ha precipitado las cosas.

“Está en el ADN, la calidad y condición base, por supuesto, no todos los corredores rinden lo mismo. Pero es posible esa precoz y acelerada explosión que estamos viendo también por la riqueza de datos y ciencia a su disposición, con los niveles junior del deporte cada vez más profesionalizados” sentenció el también ex corredor francés.

Y luego añadió. “En ciclismo, hoy en día es lo mismo para un profesional o para muchachos que están en pre juveniles o juniors. Ahora cualquiera tiene acceso a medidores de potencia, múltiples variables a su disposición en tiempo real; pueden entender mejor lo que están haciendo y cómo pueden proyectarse, regularse. Cuando no tenías todo esto, hace solo unos años tú lo que hacías era pagar el obligado peaje durante las primeras tres o cuatro temporadas como profesional a punta de ensayo y error, viviendo esa experiencia por ti mismo”, argumentó el director ganador (formando parte del staff de Sky-Ineos desde 2011 y desde 2013 como director principal) de 7 Tours de Francia con tres corredores diferentes (Wiggins 1, Froome 4, Thomas 1, y Bernal 1)

Portal (bajo el influjo y tutoría del visionario olfato de su patrón Brailsford) sabe mucho de campeones. Sabe identificar ese gen donde lo vea y potenciarlo con creces a punta de ciencia aplicada al deporte. Sabe también convertir ciclistas anónimos, muy jóvenes (o que de entrada vengan de modalidades del ciclismo diferentes como la pista) en demoledores vueltómanos capaces de arrasar tanto en crono como montaña, por eso sus palabras no se deben desdeñar en absoluto.

Este laureado director deportivo francés, de muy discreta trayectoria en su etapa de ciclista, ha hecho del apoyo tecnológico, uso preeminente de potenciómetros y sofisticados medidores de hasta la más mínima circunstancia de carrera susceptible de ser escrutada, su bandera. En procura siempre de mejorar la administración de los esfuerzos, aunque en el tránsito se sacrifique la mayoría de las veces el espectáculo. Nada es perfecto. De igual forma, en su estructura se mantiene una obsesión por optimizar la indumentaria y aplicar mecánica y materiales de vanguardia.

No le ha ido mal con ese discurso futurista en un equipo (antes Sky ahora Ineos) que ha arrasado en el tour de Francia con esos métodos que, por supuesto, sus rivales han ido implementando en la medida de sus posibilidades también. Obviamente sin los mismos resultados porque tecnología sin genes privilegiados y talentosos para programar (que son los más costosos de fichar y mantener) tampoco da frutos.

Pero como no hay avance sin precio incierto e impredecible que pagar, esta misma estandarización en la administración del esfuerzo, la contención y domesticación de las sensaciones en favor del rígido guion que obligue el software, sin duda también le ha quitado buena parte de emoción y espectáculo a la carrera más importante, seguida y mediática del mundo, el Tour de Francia. Situación que amenaza con extenderse a las demás competencias por etapas, estilo que en su momento fue patentado por el Sky de Portal.

Puede que estos avances, de forma evidente estén sirviendo para que cada año salgan un puñado de “Bernales, Evenepoels y Pogacares” en el mundo y debuten ya con el nivel de los más laureados y experimentados. Puede que, en efecto, los campeones cada vez sean más jóvenes, y los ciclistas mayores de 28 años, si la cosa sigue así, empiecen a parecernos una anomalía vintage al borde de la jubilación. Puede que el extendido mito que se tenía en Europa de que los ciclistas solo maduraban y había que darles responsabilidades sobre los 27 o 28 años haya saltado por los aires, se haya quedado ya sin asidero.

Puede que le sirva también a Portal y otros directores de esa nueva escuela, para controlar y tele dirigir mejor a sus corredores, cuadriculándoles la iniciativa propia y despojándolos de cualquier extravagancia que desobedezca la dictadura del potenciómetro. Pero puede también que esta planificación de cyborgs hasta la náusea, trastoque la esencia del ciclismo, que era el espectáculo: la audacia a veces desconcertante. La agresividad imprevista a cualquier distancia y la incertidumbre de atacar sin tenerlas todas consigo, en suma, lo que humanizaba este deporte y lo hacía impredecible como la vida misma. Puede también que ahí radicara el encanto de las carreras.

Con la automatización y robotización de los entrenamientos y competencias, de seguro continuarán ganando los súper dotados, y explotando más temprano gracias a ello. Sin embargo, cada vez se antoja más difícil hallar lugar para la épica, y premio para el heroísmo kamikaze de los débiles. La espontaneidad y la improvisación en carrera por parte del corredor también se reducen a la mínima expresión.

Lo único cierto es que en menos de tres años hemos asistido a la irrupción simultánea de al menos 5 corredores que debutaron con 21 años o menos y empezaron a ganar de inmediato cosas importantes y pruebas World Tour; a ser superiores a los experimentados y consagrados mayores desde las primeras de cambio. Remco Evenepoel ganó una clásica World Tour con solo 19 años, Pogacar 3 etapas y podio en vuelta España con 20 y Bernal un Tour de Francia después de 110 años y con solo 22 primaveras en su haber. Una tendencia difícil de ocultar.

El Futuro, desde luego, ya no es lo que era. De momento sabemos solo el comienzo de la historia. Habrá que ver a la vuelta de 10 años si esta acelerada precocidad puede convertirse o no, en precipitada y anticipada decadencia también.

Oscar Trujillo Marín

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