Ciclismo Internacional

Geraint Thomas y el Tour de Francia 2020: dilema entre jerarquía, lealtad y ambiciones personales

Geraint Thomas

Foto: Eurosport

Por Oscar Trujillo Marín.

El ganador del Tour de Francia en su edición de 2018, afronta este año un dilema “hamletiano” difícil de conciliar.

Foto: ASO

Habiéndose consagrado ya como uno de los hombres más fuertes del pelotón para disputar la prueba más importante del ciclismo mundial, (1° en 2018 y 2° en 2019) el corredor galés que en mayo cumplirá 34 años, sabe que debe perseguir sus ambiciones personales tras haber sido paciente y eficaz gregario durante ocho temporadas.

Este es su momento. Si no aprovecha su buena condición actual, se agotan las oportunidades de conseguir un título más. Por eso extrema su preparación a tope. No quiere conceder las ventajas que la exagerada celebración de su título en 2018 evidenció en su curso pasado, produciendo una ligera merma en su superlativo nivel con respecto al del año en que se coronó. Fisura que aprovechó su compañero Egan Bernal para reclamar protagonismo y quedarse con la gloria.

Por otro lado, siendo “miembro fundacional” del Sky (Ineos) desde su creación en 2010, junto a Chris Froome, ha demostrado siempre enorme profesionalismo y lealtad: primero con su otro amigo Bradley Wiggins hasta 2012 y luego con su triunfador compañero nacido en Kenia desde entonces.

Es consciente también que, si Chris recuperara su altísimo nivel de antaño, él tendría que contener su caché de nuevo y trabajar una vez más para ayudar a su colega a entrar a la pléyade de los elegidos. En procura de hacer parte del muy selecto grupo de corredores que han conseguido ganar la ronda gala en 5 ocasiones. Claro, con el plus de ser Froome además uno de los pocos ciclistas en la historia que ha ganado las tres grandes.

Como si esto fuera poco, su acusado sentido del deber y el respeto por la férrea jerarquía que han marcado siempre  los directores de la escuadra británica, se vuelve a poner a prueba tras la brillante irrupción en la élite -y triunfo en la gran prueba francesa- de su joven compañero Bernal. El designado por el equipo, (si Froome no logra volver a su anterior nivel) para acudir como primera opción a la “Grande Boucle”, al ser el campeón defensor en el asalto a un triunfo más. En este caso, incluso fallando el keniata, el galés asistiría como segundo líder. Eso sí, supeditado al desfallecimiento o infortunio del colombiano para asumir la jefatura.

No es fácil la situación para el excelente pedalista galés. Su destacada trayectoria le permitiría, si quisiera, retirarse del ciclismo ya, con un lugar asegurado en la historia de las competencias en carretera. Pero también en los velódromos.

Su palmarés en ruta, siendo brillante, palidece ante el que ha logrado en la pista con la poderosa selección británica: 2 oros olímpicos haciendo parte del equipo de persecución: uno en Pekín 2008 y otro en Londres 2012. Tres medallas de oro y dos de plata en mundiales de pista en la misma modalidad. Y una de oro europea en 2011. Además de una de plata en “la Madison” en 2012.

En simultánea a su destacada y precoz carrera como pistero, desde 2007 empezó a alternarla con la ruta ya como profesional. Participó por primera vez en la gran ronda francesa integrado en las filas del Barloworld, ocupando el puesto 140 entre 141 participantes.  Eso se llama progresión.

Gran contrarrelojista y destacado clasicómano, fue fichado por Brailsford en 2010 de cara a un “iluso” proyecto que tenía el mánager inglés de conformar un equipo británico para disputar grandes vueltas con lo más granado de la exitosa selección nacional de pista. Ciclistas muy rápidos y laureados en los velódromos, pero cuyo umbral máximo de alta montaña eran las verdes colinas aledañas a Yorkshire.

Bradley Wiggins, Peter Kennaugh, Steve Cummings, Ian Stannard, el mismo Geraint… más un puñado de variopintos corredores casi anónimos, muy jóvenes o discretos rodadores, cuyo precario palmarés en grandes vueltas (y no menos lamentable condición para la gran montaña) no invitaba propiamente al optimismo, iniciaron la aventura hace 10 años.

Todo esto con el temerario objetivo de destronar a vueltómanos top; a escaladores de raza como Andy Schleck, Cadel Evans y Alberto Contador. Gente con mucho pedigrí que, por entonces, se disputaban la gloria en la prueba más importante del calendario ciclístico mundial. Thomas se apuntó, siendo muy joven, a tan fantasioso sueño de su paisano Brailsford, un visionario ex-ciclista y director del SKY nacido en Derby, Inglaterra, pero de crianza y corazón galés.

La historia que siguió es conocida por todos. Solo dos años después, en 2012, esa selección de la élite de pisteros británicos junto a un casi desconocido keniata de origen inglés (sus padres nacieron en Brighton) Chris Froome, y cada vez más cualificados y talentosos gregarios-top que iban fichando, se convirtieron en la bestia negra para el resto de equipos y aspirantes a ganar el Tour de Francia.

Empezó la dictadura del Sky (hoy Ineos) que, salvo el accidentado Tour del 2014 -donde el favorito Chris Froome se retiró por caída en la primera semana- aún se mantiene con el, (o los) hombre fuertes que escojan, da igual.

Han dominado casi siempre con insultante superioridad la prueba reina francesa, cambiando para siempre el paradigma del ciclismo mundial en ruta. Instalando la dependencia absoluta al nuevo protagonista omnipresente en las carreras: el potenciómetro. Con el culto a la bio tecnología aplicada al deporte del pedal; la introducción de platos y desarrollos de vanguardia que ayudan a subir a ritmo a los hombres más espigados y pesados; y la obsesión por las “ganancias marginales”. Bueno, quizás haya ayudado un poco también un millonario presupuesto que suele duplicar o triplicar al de los demás equipos. Pero dudar de sus métodos y éxito en el Tour de Francia sería necio, absurdo.

Ser o no ser. Esa es la cuestión esta temporada para Geraint. Jugársela toda para conseguir su segundo triunfo en París, intentando llegar en el mismo maravilloso nivel que tenía en 2018, -aunque lastrado este año por la ausencia de una crono larga y totalmente llana-. Intentar apoyar a Froome, si este logra recuperarse, viendo así esfumarse sus evidentes opciones de gloria personal una vez más. O respetar la jerarquía del equipo y los galones de un casi juvenil jefe de filas al que todo el mundo empezó a temer incluso antes de ganar. ¿Qué haría usted estando en sus zapatos?

Oscar Trujillo Marín

¿Te gusta lo que hacemos? seguínos en Instagram y Twitter

Sumate en facebook: Ciclismo Internacional

Copyright © 2012-2020 Ciclismo Internacional. All Rights Reserved

Exit mobile version