Guía para asistir como aficionado civilizado a una carrera ciclística - Ciclismo Internacional

Guía para asistir como aficionado civilizado a una carrera ciclística

Por Oscar Trujillo Marín

El ciclismo en Latinoamérica está creciendo a pasos agigantados. No en la misma medida, por desgracia, la cultura deportiva, (y cultura a secas también) civismo y sensatez de muchos de sus aficionados.

En eso si queda mucho por mejorar. El domingo 16 de febrero se cierra el Tour Colombia con una bonita etapa que termina en un puerto (El Verjón) cuya cima está a 3300 msnm muy cerca de Bogotá. Donde por supuesto habrá acceso abierto a decenas de miles de aficionados. Desde esta redacción esperamos que la gente esté a la misma altura.

Cada vez se exportan más ciclistas a los equipos más importantes del mundo. A la par que se potencian competencias subiendo de categoría o surgen nuevas. Al menos un par de carreras de creciente relevancia (San Juan, Argentina en Pro series y Colombia 2.1) se celebran en esta zona del planeta a principio de temporada, logrando atraer en cada nueva edición a algunas de las estrellas más destacadas del pelotón mundial.

Por desgracia en algunos detalles cruciales, ni la organización de las carreras ni los aficionados están todavía a la altura de este impresionante boom. Se valora el esfuerzo de gobiernos locales y estatales por apoyar el deporte. Se agradece la pasión y fervor de miles de seguidores abarrotando las vías, así como el respeto de muchos de ellos. De eso no hay duda.

Pero en el pasado Tour de Colombia 2019, un aficionado (de cientos y cientos que corrían de manera imprudente al lado de los ciclistas) provocó la caída de dos corredores que se disputaban la etapa definitiva. En la pasada vuelta a San Juan, un poco más de lo mismo a 3 km de meta, pero con saldo de caída masiva provocada por un aficionado inconsciente en la primera etapa. Incidentes determinantes, peligrosos y completamente evitables. Por no hablar del constante cruce de perros en la vía.

Se puede apreciar que, si se quiere crecer o afianzarse como destino ciclístico mundial, hay que empezar en serio a educar a los aficionados, extremar las medidas de seguridad y mejorar el sentido común en los organizadores para detalles tan relevantes como el recorrido, la seguridad y las llegadas.

Lo que hagan los dueños de los certámenes y el gobierno local en cada sitio, se sale de nuestras manos. Pero si podemos compartir una pequeña guía para el aficionado promedio que sigue desde la carretera las competencias. En procura de que se comporten de manera cívica, civilizada, con respeto por los deportistas, consideración, sentido común o que en algunos casos directamente dejen de hacerlo de manera idiota.

No hay ciclista en el mundo al que le guste que le corran al lado, a pocos centímetros, le toquen, le empujen, le manoseen, le griten al oído rancias arengas patrioteras muchas veces con repulsivo aliento a alcohol, y en ese peligroso trance, le puedan provocar una caída que acabe con sus aspiraciones o arruine su temporada.

Los corredores vienen extenuados, en estado de máximo estrés, tensión y concentración. Cualquier movimiento imprevisto o leve contacto de un fanático o espectador irresponsable, los puede mandar a tierra. No solo a uno, con frecuencia produciendo caídas masivas.

Aunque parezca increíble situarse al margen del asfalto o en los andenes, a mínimo un metro o un par de ellos más atrás de la estela de los atletas, permite de igual forma disfrutar del espectáculo. No hace falta atravesarse, invadir la calzada o abalanzarse sobre el grupo de corredores pocos instantes antes de que pasen para intentar “ver mejor”.

Seguro que muchos europeos energúmenos también lo hacen (la imbecilidad es democrática, transnacional, no discrimina, está generosamente repartida) pero es bastante estúpido tomarse selfis con el corredor de sus gustos… ¡en plena carrera! O de manera peligrosa, con el mismo pelotón de fondo, o ídolo, compatriota etcétera en el transcurso de la competencia.

Las vallas de protección y aislamiento se ponen precisamente… para eso: proteger y aislar a los corredores del público. Ni fotógrafos ni aficionados tienen por qué invadir las zonas acotadas y menos aún cerca de la línea de meta.

Correr 500 metros como un orate desatado al lado de un corredor, con el teléfono en la mano y mirando a la vez la cámara para que sea registrada “su proeza”, y la vean sus amigos, no es inteligente, audaz, ni menos divertido para nadie. Excepto para el subnormal protagonista en cuestión.

Hacerlo con peligrosas banderas o absurdos y aparatosos disfraces que en cualquier momento pueden provocar un enredo o enganchón en los corredores, -aparte de riesgoso en extremo- es propio de una mente pueril, imprudente irresponsable.

Quizás algunos neófitos, algunos recién llegados a este bello deporte (generalmente a raíz de la irrupción del nuevo ídolo local que gana cosas importantes a nivel mundial) no se habrán dado cuenta aún que esto no es fútbol. Aquí no abundan esos tribales beligerantes y trogloditas códigos. Los fanatismos por colores, países, sectas barrios o etnias no tienen cabida en una carrera ciclística, y establecer “piques” por banderas o colores en plena vía exacerbando el más rancio nacionalismo, regionalismo o patrioterismo no le hace gracia (ni mucho menos anima) a ningún corredor que venga haciendo máximo esfuerzo. Tampoco le mejora el rendimiento.

En un mundo cada vez más adocenado por autómatas que repiten las sandeces que se viralizan en las redes sociales con el único objeto de robar cámara y atención por un instante, -cobrando sus lamentables y “warholianos” 15 minutos de fama, supongo- a costa de poner en riesgo la integridad y la vida de otros; es preciso educar al personal para que entiendan que el espectáculo solo continuará, y será posible, si ellos empiezan a ejercer su adultez, una mediana racionalidad y se comportan con un mínimo de sensatez, respeto y civismo.

Ni es gracioso, ni es divertido, ni es lo que el deportista sueña tener como público a una caterva de descerebrados corriendo en paralelo, cruzándose, estrechando la vía, entorpeciendo su esfuerzo, persiguiéndolo de manera obsesiva, poniendo en riesgo su vida, su carrera o sus opciones de hacer de la mejor manera un trabajo, ya de por sí bastante duro y sacrificado.

Es muy difícil atraer patrocinios para este o cualquier deporte que no sea el omnipresente y sobrevalorado fútbol. Y lo es también atraer a algunos de los mejores corredores del mundo para que compitan en nuestras ciudades y carreteras ¡gratis! Ser espectador de Ciclismo es un privilegio no elitista, al alcance de todos. Pero lo que sí resulta fácil es espantarlos con comportamientos vergonzosos e irresponsables de los aficionados. Y con errores de bulto en la seguridad y organización de las pruebas. Ese es el gran reto. Porque calidad en los corredores locales y un enorme gusto por este deporte ya los hay de sobra.

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5 pensamientos sobre “Guía para asistir como aficionado civilizado a una carrera ciclística

  1. Óscar, muchos adjetivos, muchos de ellos reiterados e innecesarios. De acuerdo con su estimación, pero tampoco hay que darle palo al fútbol. Vale, en su opinión es sobrevalorado, no así en la de millones de seguidores. Gracias por sus columnas, soy lector asiduo.

    1. Gracias por acompañarnos. Que cientos de millones de personas alrededor del mundo les guste y apasione el fútbol y sientan “amor” por una camiseta/bandera como argumento flaquea, no legitima su valía. Tan solo me dice que es muy popular, nada más. Hay cientos de millones de personas en el mundo que les gusta Justin Bieber o Maluma, por ejemplo, estos “bardos” posmodernos producen millones de dólares al mes con sus descargas y “arte” musical, pero eso no es sinónimo de calidad, profundidad o valía lírica e interpretativa. El fútbol es una religión más. Y no he conocido una sola religión que no produzca apasionamiento y fanatismo. El fútbol es un negocio abyecto, mafioso; y una diaria dosis de enajemación anestesiante que está en todas partes. Y si, en efecto a mi juicio está sobrevalorado. Es solo mi opinión eh, por favor, ni más faltaba. Gracias por la suya. Un saludo.

      1. Óscar, tiene razón en lo que señala sobre el fútbol. Es un negocio mafioso con hinchas que viven para matar por unos colores. Pero creo que no puede negar la belleza de salir al parque a jugar un picadito los domingos, o de deleitarse con la precisión de una corrida de Messi. Eso es una belleza equiparable a la de montar en bici en una mañana fría o de ver a Bernal destrozando a sus rivales en el Iseran. Sus argumentos son comparables a decir que el ciclismo es un nido de dopados corruptos y que sus seguidores son unos ingenuos al pensar que los ídolos del pedal corren limpios. Puede ser cierto, pero no es lo único ni lo que define al deporte. No hay nada sobrevalorado en este mundo. Si Maluma tiene los seguidores que tiene es porque le ofrece algo a la gente que Jethro Tull o Miles Davis no. A mí me pueden gustar más estos últimos pero hay cada cosa para cada quién. Gracias por responder y un saludo.

  2. Concuerdo con el otro comentario. Sobre valorado o no el fútbol no es algo que deba decir un medio “objetivo” como asumo pretende ser este.
    Por otro lado, esto no fue una guía, fue una crítica, no hubo un paso a paso o items separados. Creo es mejor centrarse en lo que sí es recomendable hacer que en lo que hay que evitar pues al final queda más un mensaje del aficionado estúpido que del aficionado modelo.
    Saludos.

    1. En todos los medios existen categorías: Noticias, análisis, actualidad, perfiles, resultados etc y una casilla que se llama OPINION. La esencia de la opinión es el juicio que un sujeto hace de una situación en particular desde su perspectiva personal, por supuesto, subjetiva, ni más faltaba. Yo pienso que el fútbol en efecto tiene una exagerada exposición en los medios en detrimento no solo del ciclismo, sino de cualquier otro deporte. Que hay más recursos por parte del estado, la empresa privada y la cobertura mediática es masiva. Eso es mi opinión y no me hace falta una tesis para sustentársela, es demasiado evidente y muy de dificil de rebatir en países como Colombia España, Argentina etc. Y esa omnipresencia del fútbol inoculado a la fuerza en vena desde siempre, precisamente ha impedido que otras disciplinas tengan la infraestructura, medios y apoyo mínimas para establecerse. Censuro al aficionado al fútbol promedio que da muestras fehacientes de un tribalismo troglodita repugnante. Intuyo que usted y muchas personas no son así, pero no podrá negarme que las hinchadas futboleras y su apasionamiento irracional no son propiamente ejemplares alrededor del mundo. Con respecto al enfoque que yo le de a mi opinión, a usted le puede gustar o no; pero es respetable. Como respetable es para mi su parecer (subjetivo y propio). Un saludo.

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