Por Oscar Trujillo Marín
Tadej Pogačar parece un ciclista de otra época, corre a punta de ímpetu y sensaciones. Es de los pocos que en tiempos robotizados de calculadora, potenciómetro y especulación conservadora se muestra anárquico, siempre agresivo. Hoy ha tocado el cielo, se ha convertido en mito con una demostración de ambición y clase para la posteridad y quizás aún no lo sabe.
A los 21 años, la enorme calidad y valentía que ha mostrado durante todo el Tour recibió todo el reconocimiento a su derroche, toda la gloria posible y ha entrado a la historia con una exhibición de poderío y heroísmo que no se recuerda en tiempos modernos. Virtual campeón del Tour a los 21 años, tres etapas, mejor joven y mejor escalador del certamen, arrasando con todo como no se veía desde épocas de Hinault o Merckx. Para más mérito, ¡corrió solo todo el Tour! Su equipo -muy limitado- no estuvo a la altura de su sideral calidad. Sí, se puede ganar un Tour solo y atacando, basta con ser exageradamente bueno o de otro planeta.
El esloveno del UAE Team Emirates es la personificación del escaso ciclista total brillante: destaca en las cronos -la de hoy fue fantástica-, también está entre los mejores escaladores -si es que ya no es el mejor del mundo-, tiene buena punta de velocidad para rematar en grupos reducidos bien sea en llano o cuesta, domina en carreras por etapas de una semana, se muestra fuerte en las carreras de un día, ha corrido solo dos grandes vueltas con apenas 21 años, ganando 6 etapas, siendo 3° en su debut en la Vuelta a España el año pasado y nada menos que resultando ganador del Tour de Francia en su primera participación ¡y sin gregarios en la montaña! Como si fuera poco, regalando a sus rivales un minuto y veinte segundos en una jornada de viento. Para colmo, Tadej es amable, sencillo y parece un buen tipo. Cuesta encontrarle fisuras.
Su carrera ha sido corta pero fulgurante. En 2018 aplastó a sus rivales en el Tour de l’Avenir, siendo el más fuerte con diferencia en la montaña, lo ganó sin despeinarse (y sin equipo, fajándose solo). Su debut como profesional en el World Tour el año pasado fue de ensueño, mostrando un precoz nivel superior donde quiera que corría, ganando directamente la general o consiguiendo parciales de montaña. Su primera gran vuelta se saldó con tres etapas de dura escalada ganadas y un tercer lugar en el podio. Se advertían pasos de animal gigante, pero ni el más optimista pensó que pudiera instalarse en la cima tan rápido.
Este atípico año brilló en febrero entre los mejores en Valencia y el UAE Tour y poco más pudo mostrar por el parón. Luego, tras el reinicio del ciclismo en agosto, llegó como favorito de segundo nivel (no por calidad o capacidad que no se le discutía de cara al futuro, más bien por su juventud e inexperiencia en la ronda gala) En su debut, fue el único que pudo poner en aprietos y se mantuvo siempre cerca de Roglic y su voraz maquinaria colectiva del Jumbo-Visma, que hasta hoy había dominado a su antojo la carrera y cuyo líder se mostraba demasiado sólido, porque honestamente hasta hoy falló. Aunque también, para ser justos solo hasta hoy le tocó batirse sin compañeros.
Pero que nadie se suba en el carro de la euforia por un día espectacular en el Tour protagonizado por un solo hombre, la tónica fue la escasa o nula agresividad de los demás favoritos. El joven esloveno fue de los pocos capos (junto al día aislado de la victoria de López y algunos destellos sin premio de Landa) que intentó hacerle daño a Primoz y su equipo, logrando limarle diferencia en la mayoría de etapas con llegada en alto a punta de osadía, audacia y bonificaciones. Cedió tiempo en los abanicos y sinceramente casi todo el mundo esperaba que por su gran derroche de energía y su evidente juventud aflojara, perdiera algo de fuelle esta tercera semana. Pero ni el más entusiasta seguidor esloveno pudo imaginar que tuviera en la chistera aún esta impresionante demostración de fuerza, clase ambición y poderío.
Hemos asistido hoy a la confirmación de un grande, al nacimiento de un monstruo del ciclismo. No es solo la enorme suficiencia y contundencia que muestra al pedalear cuando la carretera se inclina, su buen hacer rodando en crono, en el llano, su excelente punta de velocidad en grupos reducidos. Es la sensación de poderío que solo se tiene ante los mitos, los muy grandes. Este chico parece distinto, de otra pasta, intimida su tremenda clase, su voracidad y no sabe ni le interesa especular. Se ha llevado un merecido Tour que tenía casi perdido, prácticamente solo a punta de muchas piernas -cuando todos estaban sin aire-, de coraje, de no entregarse de no conformarse. Con la salvajada que hizo hoy bien se hubiera podido desfondar al final de la crono en el tramo de escalada, (como le ocurrió al líder intentando igualar sus tiempos intermedios) pero no le importó correr el riesgo y menos “cuidar” su segunda plaza que tenía asegurada. Tadej quería más y lo logró. Si este Tour tan monótono y falto de lucha entre los hombres de la general tuvo chispazos de inconformidad y un final apoteósico, (el mejor en muchas décadas) inesperado, se lo debemos a él. Que nadie venga a cobrar méritos que no hizo y no le corresponden.
Fue una sorpresa mayúscula mundial para todos los medios especializados del planeta, directores de equipo, célebres ex ciclistas y compañeros, lo veían ya como segundo en el cajón -que hubiera sido también un excelente resultado-. Pero no, el genial inconformismo del esloveno no estaba por la labor. Gran paliza para el ciclismo de cyborgs, de chequera sin límite, esclavo del potenciómetro, abonados a la formación marcial en gavilla, los vatios y pródigo en humillar contrarios a punta de superioridad numérica y concentración de hombres top entorno a un solo líder protegido: Jumbo-Visma e Ineos-Grenadiers fueron los grandes derrotados por un solo hombre rebelde y más fuerte que todos juntos.
Bien por Pogačar que le ha devuelto a este Tour una ofensiva esencia y épica, ya casi en vías de extinción, de otros tiempos, reivindicando el ciclismo de ataque como la máxima expresión de la pura competencia, de la digna rivalidad deportiva. Tadej ha honrado a la carrera ciclista más grande e importante del planeta con una gesta diferente y osada de esas que no se olvidan. Le ha devuelto el encanto de ver triunfar al chico, a David tan solo con una honda su coraje ambición y un par de maravillosas piernas ante el gigante Goliat. Aunque este corredor, apenas empezando, ya va camino de ser un gigante.
Oscar Trujillo Marín
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