“Ingresé en urgencias al menos 10 veces con una concentración de alcohol en sangre superior al 4,5”

Leif Hoste

“Ingresé en urgencias al menos 10 veces con una concentración de alcohol en sangre superior al 4,5”. La cruda declaración pertenece a Leif Hoste, uno de los mejores clasicómanos de su generación y miembro del Discovery Channel de Lance Armstrong. A los 48 años, con su vida personal destrozada, reveló su problema con el alcohol y pide ayuda porque sabe que terminará muerto. “Bebo hasta tres botellas de vodka por día”, contó.

“Ingresé en urgencias al menos 10 veces con una concentración de alcohol en sangre superior al 4,5”

De ser tres veces segundo en el Tour de Flandes a perder asu familia y matarse bebiendo alcohol. Ese bien podría ser el resumen de la vida de Leif Hoste, uno de los clásicómanos top de su era, hoy en rehabilitación por alcoholismo. Así se lo contó a HLN: “Estaba perdido por completo, todo me impulsaba a beber”, comenzó su relato. “Ingresé en urgencias al menos 10 veces con una concentración de alcohol en sangre superior al 4,5”, siguió el ex compañero de Armstrong.

“Cuando me desperté los médicos me dijeron que si seguíaasí todo acabaría. Claro que no quería morir, pero una hora y media después me vestí, me quité la vía del brazo y huí del hospital. Camino a casa compré dos botellas de Vodka, así de fuerte es la adicción”, confesó, para luego hacer una analogía. “Luchar por el Tour de Flandes o la París Roubaix ni se acerca a la batalla que estoy librando ahora”, aseguró. “La adicción al alcohol es una batalla contra uno mismo, a vida o muerte. Si sigo así no sobreviviré”, expresó.

Hoste no quiso justificarse, pero su vida no fue un lecho de rosas dice, y entre las múltiples cuestiones que atravesó, encontró en la bebida una salida temporal que luego se convirtió en un monstruo que amenaza su vida. “La vida no fue fácil, no solo lo profesional. Mi infancia, como crecí, no fue sencillo, pero no voy a hablar de eso. Incluso, en cierto punto, mi carrera deportiva también se sintió como un fracaso”, opinó quien, como tantos en su generación, también fuera suspendido por dopaje, aunque ya estaba retirado.

Posiblemente lo peor haya sido lo que vino luego. “Un divorcio y la disminución de contacto con mi hija…ya no podía procesar las cosas de forma saludable. El alcohol me dio paz y control. Encontré consuelo en la botella. En un santiamén estás metido hasta la nariz y ya no puedes respirar”, soltó. “Empecé con un vaso, para dormirme. Luego bebía desde más temprano, tras el trabajo y camino a casa. Empeoró de a poco pero lo negaba y decía que podía dejarlo cuando quisiera”, recordó.

“Pero lo vas postergando porque hay eventos sociales. Pero un día un amigo médico me dijo que no iba a sobrevivir si continuaba bebiendo así. Por ese entonces tomaba tres botellas de vodka por día”, se lamentó. “Soy un adicto, tengo que aceptarlo y vivir como tal. Debo dejar de beber como quien tiene diabetes debe tomar medidas al respecto. No quiero estar así el resto de mi vida”, sentenció Hoste, quien lleva seis meses sobrio. Llamado de atención para quienes hoy se divierten tomando y lo consideran algo menor.


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