Israel Start-up Nation, primer equipo en regresar a un campamento y en sufrir la nueva “normalidad”

Por Oscar Trujillo Marín

Israel Start-Up Nation está siendo el equipo pionero en regresar a un campo de entrenamiento tras la grave crisis mundial provocada por el coronavirus, pandemia que ha impuesto confinamientos masivos y restricciones de movimiento, distanciamiento social y circulación en buena parte del mundo. También está siendo el primero en sufrir las consecuencias de esta nueva e inquietante “normalidad”.

12 corredores de la formación, residentes en territorio israelita, han realizado pruebas en la carretera, test de sprints y escalada, mientras se ciñen a estrictos protocolos de distanciamiento social y ruedan lejos de las animadas, cálidas y cercanas charlas entre compañeros y amigos dentro de la grupeta, tan acostumbradas desde que el ciclismo existe.

Las conferencias, clases de capacitación y demás reuniones se tuvieron que hacer al aire libre, donde tanto personal del staff técnico, médicos y corredores debían permanecer siempre con mascarilla, sentados de manera más separada de lo normal. Incluso las sesiones de masajes se hicieron con mascarilla y guantes, probando lo que será una tendencia para el resto de las formaciones que -poco a poco- en sus países vayan recibiendo autorización para estas importantes concentraciones en altura, claves para preparar los grandes objetivos y recobrar el ritmo perdido tras dos meses encerrados en casa.

La totalidad de los asistentes al campo de entrenamiento en el norte de Israel, tuvieron que firmar una declaración de estar en óptimo estado de salud, y anexar los resultados de exámenes previos que les habían practicado; además de ser medida constantemente su temperatura y las comidas entregadas en cajas, cada uno en una mesita aparte, o en su habitación, lejos de los animados corrillos de tiempos más gratos.

Esto es lo que les espera al resto de los equipos y, por supuesto, a nosotros los demás mortales cuando salgamos de lleno de nuevo a poblar la rutina externa y las calles. Una cotidianidad subyugante, trastocada, desconfiada: a la defensiva. Una “interacción” muy diferente a la que conocíamos, por tiempo indefinido.

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