Por @pmpalermo
Jay Vine fue una de las grandes historias de 2022. Llegó al ciclismo profesional de ruta en 2021 tras ganar un concurso de Zwift, una de las plataformas más conocidas para el ciclismo virtual de rodillo. No tardó mucho en exhibir un prometedor nivel y desde entonces, su labor ha estado guiada a mejorar y adaptar las habilidades básicas para competir en ambiente abierto.
Figura excluyente en la pasada Vuelta a España, el aussie fichó por UAE Team Emirates pese a tener contrato vigente con el Alpecin. Flamante campeón nacional de crono, el escalador reforzará el tren de Pogacar, pero según afirma a Cyclingnews, también tendrá galones. “Está claro que no me han fichado sólo para ser gregario”.
Toda una declaración para dar en una estructura que, además del todopoderoso Pogi, cuenta con Almeida, Adam Yates, Ayuso, McNulty, Soler o Majka. ¿No será mucho? Veamos…
Si bien es real que Vine venció ocasionalmente a Roglic, Evenepoel o Mas en la Vuelta, la realidad es que nunca peleó por la general y parte de sus éxitos se dieron porque contó con libertad por parte de los gallos. Sí, Vine tuvo más vatios que el resto de sus compañeros de fuga en esas trepadas, pero de ahí a afirmar que será capo hay un trecho amplio.
Especialmente porque apenas despunta en el pelotón internacional y, al margen de su excepcional Vuelta y alguna cita más del calendario (Noruega y Turquía), tampoco es que se ganó el liderato de una escuadra. Al menos no en grandes vueltas como él pretende.
Vine está aquí para trabajar y luego verá si le queda algún hueco para el lucimiento personal. Es escudero hasta que demuestre otra cosa, y no será sencillo que lo consiga en una formación con Pogacar. Para eso, será vital el Giro, donde la carta principal es Almeida y, tal vez, él tenga un minuto de gloria.
Es cierto que Vine ha enseñado formas escaladoras de un nivel altísimo. Además, no se puede dejar pasar el nacional de crono (tenía desnivel), pero sobran ejemplos en la historia de apariciones en La Vuelta que luego se diluyeron o no alcanzaron las expectativas. Ojalá no sea el caso, pero nuestro hombre tiene que ratificarse.
Tampoco será nada malo si no lo logra, como tantos otros. Pero que arriba con expectativas altísimas de su parte es real y en 2023 tendrá la obligación de demostrar lo que él mismo se ha encargado de promulgar. ¿Podrá? Le sobra talento físico, está por verse si tiene la cabeza para no flaquear a lo largo de múltiples jornadas o lidiar con las exigencias psicológicas propias de un vueltómano.
Pablo Palermo
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