Kittel, el gigante dormido, sale de su letargo
Por @pmpalermo
Tal vez suene a frase “armada”, pero Marcel Kittel está de regreso. Esto no es un dato menor, porque sólo aquellos que han competido alguna vez, saben lo duro que es alcanzar el nivel para colgarse un dorsal y, peor aún, perder el trabajo realizado por una lesión o enfermedad.
Tal es el caso del germano, quien pasó gran parte de 2015 en el dique seco, aquejado por un virus. Quizás hubiera sido preferible para él una dolencia ósea, algo tangible o visible, antes que un “asesino silencioso”.
El mismo, además de generar rumores entre algunos sectores escépticos de la prensa y los fans, provocó cortocircuitos en Giant. Incluso el mismo Kittel fue en contra de las recomendaciones y pidió correr el Tour de Francia, poniendo contra las cuerdas a sus patrones.
Lo cierto es que, tras un parón obligado, su vuelta al circuito no fue idónea, sumando 9 días de competición de los cuales no terminó en dos y, por supuesto, ni siquiera se acercó al podio, excepto por una 6° plaza en Rund um Koln.
“Estoy muy decepcionado por mi ausencia en el Tour de Francia. No entrar en la convocatoria del equipo ha sido sin duda el momento más difícil de mi carrera. Tendré que buscar nuevos objetivos para lo que resta de temporada”, escribió el propio ciclista alemán en su página web tras conocerse la decisión.
En la otra vereda, el Giant-Alpecin argumentó que Kittel no estaba suficientemente en forma para afrontar un reto como el Tour de Francia tras haberse perdido la mayor parte de la temporada. “Después de pasar toda la primavera enfermo, Marcel y nuestro preparadores han trabajado realmente duro para intentar llegar al Tour de Francia. Ha progresado muchísimo durante este periodo pero desafortunadamente nos ha faltado tiempo”, explicó Iwan Spekenbrink, director del equipo.
Pese a los comunicados oficiales, algo se quebró en el seno de la estructura y hasta se dispararon algunas suspicacias adicionales, debido a que Kittel saludó vía Twitter a Tony Martin por su victoria de etapa en la Grande Boucle, cuando Degenkolb había sido 2°. Poco después, el teutón felicitó también a su compañero, pero el daño estaba hecho.
Un triunfo en el inicio del Tour de Polonia y un 2° puesto más al día siguiente, fue todo lo que hizo el portentoso atleta de allí en más, añadiendo 16 jornadas de actividad oficial, de las que se bajó antes de tiempo en cuatro, aduciendo la falta de kilómetros en las piernas.
“Después de una temporada marcada por estar enfermo, especialmente por el virus que me dejó fuera de carreras tan importantes como el Tour de Francia, solo puedo considerar esto como un importante revés. Fueron meses duros y emocionalmente difíciles para mí. Pero incluso de esas situaciones puedes sacar cosas buenas”, analizó nuestro protagonista una vez concluido el calvario.
El despertar
Quizás sin que él lo supiera, esas últimas competencias fueron el inicio de lo que vendría en Dubai: un estreno por todo lo alto con el Etixx-QuickStep que Marcel hizo parecer fácil merced a dos victorias parciales y la general. Nada más lejos de la realidad.
La presión de haber sido el mejor sprinter del mundo y, además, el principal responsable del descenso de Cavendish de su trono, se sintió en los hombros del alemán, quien aún tiene largo trecho por desandar, aunque puede hacerlo un poco más distendido.
Cierto es que en Dubai se midió con grandes contrincantes, como “Cav”, Viviani, Nizzolo, Modolo, Guardini y demás, pero no estuvieron Kristoff y Greipel (dominantes en 2015) y se trató de un evento de pretemporada sin mayores dificultades geográficas.
A su favor: alzó los brazos por duplicado, mostró una gran cohesión con su nuevo tren y eliminó un enorme peso interior en su estreno, algo vital, porque las exigencias se hubieran incrementado con el paso de las semanas, en caso de no estar a la altura de lo esperado.
Kittel tocó fondo el curso precedente, pero nunca se fue del todo, como sí sucedió con otros que jamás pudieron revertir situaciones similares. Su enfermedad primero, y la falta de kilómetros y motivación después, hicieron estragos en su “performance” lo suficiente como para crear dudas, disipadas esta semana en los Émiratos Árabes.
Es más, con 27 años y en el equipo más fuerte del mundo para los sprints, estamos en condiciones de afirmar que lo mejor del teutón aún está por venir. Así y todo, lo interesante, es que superó la crisis más seria de su carrera, feo trago que no hizo más que fortalecerlo de cara al futuro.
La responsabilidad pasó ahora a sus rivales, que no descansarán tranquilos sabiendo que el indiscutido rey de las volatas despertó de su letargo y amenaza con volver a hegemonizar las llegadas masivas como antaño.
El calendario apenas despunta y Marcel Kittel ya consiguió más que en todo 2015, propinando un fuerte golpe de autoridad y enviando un claro mensaje intimidatorio al pelotón. Los meses dirán, pero todo apunta a que el ex Giant quiere su cetro de regreso, y quienes lo conocen, saben que no se detendrá hasta obtenerlo.
Pablo Martín Palermo
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