Por @pmpalermo
Como muchos sabrán, esta redacción se caracteriza por la diversidad de opiniones y la libertad de pensamiento. A punto tal es así, que más de una vez publicamos textos diametralmente opuestos sobre un mismo tema, en señal de respeto mutuo entre nosotros y para ofrecer un panorama más rico a los lectores.
Una vez más, nos encontramos ante esa situación y decidimos plasmar las diferencias en sendos artículos. La previa general, escrita por el experto David Hunter, expresa conocimientos y pensamientos muy respetables, aunque en el caso de quien les habla, van más allá de lo que puedo o quiero expresar antes del inicio del Tour.
Fundamentalmente, son las líneas dirigidas hacia Chris Froome las que no puedo hacer mías y me llevan a redactar otra entrada en la web. Por si alguno no está en situación, para nuestro compañero, el “keniata” inició su declive, algo con lo que no puedo coincidir menos.
Análisis:
Podría extenderme con nuevas teorías y llenar párrafos para explicar las razones por las que creo en un Froome todavía vigente. Pero las declaraciones que él mismo hizo hace unas horas me conducen a recordar un fragmento de las conclusiones del Dauphiné (publicadas el 12 de junio), porque nada cambió desde entonces y debido a que el británico ratificó mis conjeturas respecto a un retraso intencional del pico de forma, con el consecuente inferior rendimiento que tanto revuelo generó:
Es cierto, comparado con años previos, Froome no estuvo ni cerca del intratable corredor que arrasó en 2013, 2015 y 2016. Así y todo, en una de las versiones más “humanas” que se le recuerde, dejó varios destellos del enorme campeón que es durante el Dauphiné, atacando hacia arriba y hacia abajo en las etapas 6 y 8, casi sin compañeros y sin nada que demostrar.
Esas son las gestas que generan afición y perduran en la memoria, y las que confirman el instinto ganador que cada ciclista lleva adentro.
A mí entender, además de algún problema físico ocasional (dolores de espalda en Romandía), Froome retrasó más que nunca su preparación, apuntando a estar lo más fresco posible en su objetivo máximo y, además, de cara a un posible doblete con la Vuelta, cita donde suele tener bajones por cansancio.
Si algo demostró a lo largo de su trayectoria, fue la capacidad de adaptarse y progresar en sus debilidades. Así, para citar un ejemplo, pasó de bajar mal a usar ese terreno como un arma y, en el mismo sentido, es muy factible que haya comprobado limitaciones en su forma de 2016, algo que intenta corregir con una aproximación más cautelosa.
A mis pensamientos del 12 de junio añadiría que nunca hay que subestimar a esta clase de atletas, porque cuando más heridos parecen estar, resurgen con más fuerza. Sólo el tiempo dirá, pero fieles a nuestra política de trabajo, optamos por hablar hoy y no dentro de un mes, con los hechos consumados.
A los 32 años, tras haber sido 1° y 2° en sus dos últimas grandes vueltas hace unos pocos meses, dudo que vaya cuesta abajo. Y si así fuera, seré el primero en felicitar el buen ojo de mi colega.
El resto de la previa:
Aprovechando el espacio, compartiré mi pensamiento respecto a este Tour, ya que tampoco coincido con Hunter en sus elegidos para el podio o en el orden.
Por todo lo antes expresado, más la potencia de su equipo y la mentalidad exhibida a lo largo de los años, creo que Chris Froome será campeón de la 104° edición de la ronda francesa.
El hombre del momento es Richie Porte. La duda con el australiano es la misma de siempre, ¿podrá evitar problemas o un día malo en el Tour? El año pasado fue el único capaz de aguantar y atacar en las montañas a Froome, pero tuvo su incidente de turno en un pinchazo durante la etapa 2.
Está en la forma de su vida y eso abre otra incógnita, ya que tiene toda la pinta de que parte demasiado fino y flaqueará en algún punto durante las postrimerías de julio.
Un dato que invita a creer en sus chances de podio es su entrenador. Allan Peiper es reconocido como uno de los mejores en la materia dentro de todo el lote, a punto tal que, por ejemplo, en su momento Rohan Dennis salió a mitad de curso de Garmin para seguirlo en BMC.
Difícil equivocar el pico de forma en los tiempos que corren, pero los ciclistas no son máquinas.
Aclarado esto, hay que hacerle justicia refutando a quienes lo apuntan como favorito recién ahora, porque el de Tasmania dio un enorme salto de calidad la temporada anterior, ganándose la capitanía absoluta de un BMC que se antoja débil para rodearlo como merece.
¿Y Quintana? Para mí, aún si Nairo está recuperadísimo de la Corsa Rosa -donde lo señalé como candidato número uno reiteradamente- y es la excepción a la regla que marca la imposiblidad de ganar el Tour tras el Giro, no lo veo en lo más alto.
No hay suficientes finales a su medida y, además, le falta esa cuota de rebeldía e improvisación necesaria para este tipo de competencias en las que todo puede suceder. Hasta Froome, catalogado por muchos de robot, atacó alguna vez en el pavés, una bajada o en el llano, asestando golpes psicológicos mientras se encaminaba a la gloria.
Nairo, de quien su entrenador dice estar moviendo más vatios que en el Giro, no sale de lo programado. Ser el más fuerte físicamente no suele ser suficiente para trepar a la cima del cajón parísino, salvo que sea el Tour más tranquilo y previsible de la historia. Y se anticipa todo lo opuesto…
A su favor, los pocos kilómetros de crono y sus antecedentes, ya que no bajó del podio ni enfermo. Así y todo, como expresé en octubre pasado, sostengo que acusará la falta de frescura por haber ido a Italia, una desventaja enorme contra oponentes del nivel de los aquí aglutinados que, dicho sea de paso, se enfocaron plenamente en julio.
Prometió “ser atrevido”, algo poco creíble dadas las características conservadoras de un Movistar con el que se mimetizó con el transcurso de las campañas. Si tan sólo fuera el de 2013…
El siguiente en la lista es Fabio Aru. El sardo aún tiene una deuda pendiente con el Tour, ronda que conoció el año pasado con un saldo amargo. Afortunadamente para él y Astana, resurgió como en sus mejores momentos justo a tiempo, con un excelente Dauphiné y una exhibición en el nacional de su país.
Si es real que está de regreso, tiene muchas chances de escalar hacia el podio porque es un vueltómano de peso, todo un campeón de la Vuelta a España, y no disputó el Giro. Astana no tiene tanto que envidiar a otras formaciones, y ese es un punto extra a considerar.
Romain Bardet encontró buenas piernas en junio y también tiene el top 3 a su alcance, siempre y cuando no se hunda bajo la presión de sus compatriotas, entusiasmados por el 2° lugar de 2016.
Siendo sinceros, Bardet fue el menos conservador de los “humanos” en el paseo triunfal de Froome el curso precedente. El de Ag2r se movió en varios parciales y sacó rédito de un polémico accionar, el día que el “keniata” se fue al suelo en los compases conclusivos del Tour.
Del resto dejamos un pequeño análisis en el artículo “Así llegan favoritos y outsiders“.
Mi pronóstico: Froome campeón, con Porte 2° y Aru 3°.
Pablo Martín Palermo
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