La deuda pendiente de Degenkolb
Por @pmpalermo
John Degenkolb ganó la París Tour con autoridad y gracias a un potente sprint, sumó su cuarta diana en 10 días y cerró el año de modo extraordinario tras un comienzo en el que se esperaban más celebraciones tras sus exhibiciones de la temporada previa, en la que por caso, ganó cinco etapas en la Vuelta a España.
Pero pese a ser un velocista de los más destacados dentro del pelotón mundial, es una constante en nuestro joven protagonista, su deseo de transformarse en un clasicómano gracias a sus dotes físicas y su admiración por los corredores que allí sobresalen.
Surgido del Thüringer Energie Team, su primer paso en profesionales fue en el exitoso HTC de 2011, cuando consiguió buenos resultados ya desde Mallorca, con el segundo puesto en el Trofeo de Cala Millor tras Tyler Farrar para seguir en Algarve donde poco pudieron hacer el mismo Farrar y Michael Matthews, para impedir la que fue su primera victoria como profesional.
Dos semanas después sumó su segundo triunfo en la segunda jornada de la Driedaagse van West-Vlaanderen pero quizás su momento cúlmine fue el debut en la París Roubaix con un 19º y auspicioso puesto.
Pese a contarse en su palmarés gran cantidad de etapas durante los siguientes dos años, el portentoso alemán es un amante de las clásicas de adoquín y su sueño desde pequeño es ganar en el Tour de Flandes y en la misma Roubaix.
Si recopilamos sus resultados en pruebas con pavé desde su salto a la élite, la irregularidad mostrada dista de sus deseos, destacando el 9º lugar en Flandes de este 2013, un 6º en E3 Harelbeke en 2012 y el mencionado parcial en Driedaagse van West-Vlaanderen en 2011.
Si bien sus antecedentes tampoco indicaban que el teutón fuera exclusivamente un clasicómano, sus ansias, algunos resultados en sub23 y su corpulenta humanidad favorecían esta creencia, que choca casi permanentemente con lo que luego sucede en competición, donde el de Argos brilla en las llegadas masivas pero no sobre sus adorados adoquines.
Aunque todavía es joven y su capacidad de desarrollo y progresión es notable, es evidente que aún está lejos del camino trazado, a modo de ejemplo, por Tom Boonen, quién terminó decantándose por las duras competencias de su tierra en detrimento de los embalajes en el asfalto, donde poco a poco dejó de imponer su ley, al menos en las máximas citas del calendario.
Degenkolb tiene ante sí una encrucijada y a la vista están los números que muestran que es extremadamente talentoso en embalajes tradicionales o en pruebas de un día como París Bourges o París Tours pero que le cuesta a la hora de enfrentar el barro, las piedras y la épica, por más que en su interior así lo desee.
Por lo pronto el nacido en Gera redondeó un gran 2013, que se antojaba descafeinado en sus inicios para lo que él es capaz de dar, ya que finalmente sumó a su currículum una etapa en el Giro, dos más en el Tour de l´Eurométropole, el antes mencionado doblete parisino y la Vattenfal Cyclassics.
De cara al futuro, en las filas de Argos hasta 2015, tanto él como los encargados de la planificación tienen mucho trabajo por delante si pretenden transformarlo en el nuevo Rey del Adoquín, algo que por ahora parece lejano y hasta contrario a sus cualidades como velocista puro de las que ya dio sobradas muestras.
Pablo Martín Palermo
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