Por Oscar Trujillo Marín
No cabe duda que uno de los ciclistas revelación del último año está siendo Sergio Higuita. Desde febrero del 2019 que empezó su fogueo “prestado” en carreras clásicas y vueltas menores europeas con la Fundación Euskadi, no ha hecho sino progresar a ritmo de vértigo en sus exhibiciones y resultados.
Desde septiembre pasado ya ha empezado a cosechar victorias importantes corriendo en una escuadra de la élite mundial. Demasiado, para ser un debutante.
Su irrupción en el World Tour ha sido fulgurante desde mayo cuando lo repescaron (de manera anticipada a los planes de adaptación que tenía con la formación española continental) debido a sus excelentes prestaciones en la media docena de pruebas que corrió hasta entonces.
EF Pro Cycling (el equipo propietario de sus derechos deportivos) vio la mina de oro y lo llamó para que siguiera luciéndose pero en la máxima categoría, con sus colores y logo. Empezando por lo alto: un segundo lugar en la general de su primera vuelta World Tour, en California, a 12 segundos de Pogacar.
Luego vino la etapa ganada de forma brillante en la Vuelta España que lo confirmó como uno de los mejores neo profesionales y más prometedores corredores sub 23 del pelotón en 2019. Ya en febrero de este año continúo su consolidación con el campeonato colombiano de ruta en su bolsillo, más la general y una etapa en el Tour Colombia. Hay unanimidad entre prensa especializada y aficionados que el joven antioqueño tiene un talento natural fuera de lo común para este deporte.
Donde no aún no hay claridad y acuerdo es si su futuro, (como sus virtudes lo han evidenciado de manera contundente hasta ahora) está como clasicómano de época, especialista en pruebas de un día de extrema dureza, con duras cotas tipo Lombardia, Lieja, Flecha Valona y similares, aparte de depredador cazador de parciales, esto, debido a su excelente lectura de carrera, inteligencia para ubicarse, demoledor rush para remate en grupos reducidos (y en cuesta) y hasta ahora una increíble habilidad para que, da igual lo que corra y en dónde, se las apañe para llegar siempre entre los primeros.
Además ese talento natural le da para poder aspirar a vueltas de una semana con recorridos duros de media montaña, como la misma Paris Niza que actualmente corre, País Vasco, o Romandía, que es donde, por lo que ha mostrado hasta ahora podría alcanzar una figuración estelar, como único en esa especie en la historia del ciclismo latinoamericano, y marcar época a nivel mundial.
O, por el contrario, como la inmensa mayoría de ciclistas (en su mayoría escaladores) colombianos se centrará en ser vueltómano. Si se obcecara por convertirse en vueltómano a mi juicio, su potencia, palmarés y disponibilidad para las clásicas se vería muy menguada.
Mi argumento tiene que ver con centímetros. Desde que Higuita empezó a destacar y mostrar tanto impetuoso poderío en El Challengue de Mallorca en 2019 codeándose a su mismo nivel, en su primera carrera como profesional en Europa con Valverde, y luego en cuanta prueba de un día y vuelta menor participó, pude ver en él una mezcla de las mejores condiciones que en su momento tuvo Paolo Bettini y Purito Rodríguez. ¿qué tienen en común estos tres corredores de épocas y nacionalidades distintas?
El grillo Bettini vencedor de 5 monumentos, uno de los mejores clasicómanos de este siglo, y de la historia, ostenta un palmarés de ensueño, maravilloso (Lieja (2), Giro de Lombardia (2) y una Milán san Remo) campeón mundial de ruta y ¡oro olímpico en ruta también!; más varias etapas en las tres grandes rondas, en vueltas y clásicas menores para aburrir. 1-68 y 58 kilos. Una talla y peso más de típico escalador, que no le impidieron ser uno de los mejores clasicómanos en su momento.
Purito Rodríguez. Dos giros de Lombardía y una flecha Valona; etapas hasta el hastío en las tres grandes y casi todas las vueltas World Tour de una semana, clásicas menores, vueltas menores Pro series, Volta a Catalunya, Vuelta al País Vasco; y si no ganó más fue porque los últimos 5 años de su carrera se obsesionó con las grandes vueltas, logrando de forma admirable hacer podio en las tres grandes, pero siempre superado por un corredor más completo (llámese escalador pero con mucho mejor crono) en Tour de Francia (Froome) y en Vuelta a España (Contador)
Quizás en el año que Purito estuvo más cerca de una grande fue en el Giro de Italia 2012, tenía que defender 31 segundos en la crono final, etapa 21, ante un discreto contrarrelojero como Hesjedal, pero Las prestaciones de Purito en la cabra siempre fueron tan limitadas (por razones físicas obvias) que se dejó sacar 47 segundos de un corredor que en absoluto era especialista y se le fue de las manos el Giro siendo el mejor en la montaña con diferencia, con un hombre que se metió en la carrera por una fuga bidón.
El caso es que a Higuita le veo la buena condición escaladora en alta montaña de Purito; el enorme fondo de ambos, la capacidad y astucia para leer las carreras de ambos -pero sobre todo de Bettini-, eso si, el excelente rush y remate en muros y media montaña y llegada tras duras jornadas en grupo reducidos del español y el italiano, también lo tiene.
El joven colombiano muestra mucha potencia al igual que ambos, y este es el motivo de los dos invitados: Purito medía 1-68 y pesaba 57 Kilos, Bettini medía 1-68 y pesaba también casi lo mismo 58 kilos. El italiano desdeñó las generales y tiene un palmarés al alcance de pocos en clásicas. El español hacía dos grandes a tope y perdió la opción de ganar y participar en muchas pruebas de un día, o cuando menos lo hizo claramente “mermado”
Y Sergio, algunos sitios afirman que mide 1-63, cosa que creo, pero las cifras oficiales de su equipo dicen que mide 1-66 (sinceramente parece un poco menos) y pesa 54 kilos. En fín, un biotipo, habilidades y condiciones bastante parecidas a las de estos dos brillantes caza etapas clasicómanos de élite (sobre todo el italiano)
Con lo cual, y esta es mi conclusión, si Higuita se decantara por centrarse en grandes vueltas sería un desperdicio para sus privilegiados dones de potente clasicómano de gran fondo y coleccionista de parciales, incluso de vueltas de una semana favorables, con poca crono. La historia y frías estadísticas dicen que a un corredor de esa talla y peso le cuesta demasiado ganar un Tour de Francia, y hoy en día, cualquier gran vuelta donde vaya a disputarla Roglic, Pogacar, Thomas, Bernal etcétera.
Desde 1976, hace 44 años ya, (y de ahí para atrás más de lo mismo) el único corredor de menos de 1-70 que ha ganado el Tour de Francia fue Lucien van Impe. El mejor escalador de su época (y uno de los mejores de la historia) que fue varias veces podio en París, pero en 15 participaciones logró solo una ronda francesa. Van Impe coincidió con Merckx e Hinault, fue rival de ambos y subía un pelín mejor que ambos, pero lo destrozaban contra el crono y en emboscadas en el llano. Eso, por desgracia no ha cambiado, repito, salvo raras, muy raras excepciones.
Es un tema contrastado de física, no de corazón o anhelos para intentar “argumentar” con deseos. Que, si de mí dependiera, me encantaría que Higuita (corredor que me gusta mucho) fuera un temible vueltómano hegemónico, pero creo que cualquier comentario sin sustento sobra, e iría “argumentado” nada más que con mi ilusión. Es bastante lógico que tipos más grandes y potentes, especialistas y con 8, diez 15 o más centímetros de talla superen a un escalador bajo y liviano en crono. Luego en el Tour a van Impe le sigue en bajos: Pedro Delgado 1988 y Carlos Sastre en 2008, excelentes escaladores también de 1.72, ambos.
El perfil del vueltómano ganador promedio hoy en día, salvo muy, muy pocas excepciones, que solo han ocurrido en Giro de Italia o Vuelta a España, (Quintana, Yates, Carapaz) más no en el Tour, es un ciclista muy completo de mínimo 1-74 que va muy bien en la crono, en el llano y sube a la altura -o mínimamente por debajo- del mejor escalador de su época.
Por eso considero que Higuita podría entrar al olimpo de los clasicómanos (por supuesto al igual que italiano y español no en Flandes, ni Paris-Roubaix, ni las temporada de “piedras” del norte pero si en el resto favorables) y caza etapas o en su defecto sacrificar un palmarés brillante por intentar ser, contra todo pronóstico, estadística y lógica, solo aspirante a podio en grandes vueltas, decantándose en exclusiva para rondas por etapas.
Focalizar toda su temporada y vida deportiva para intentar ser, en el mejor de los casos, podio en Francia me parece un desperdicio de talento. O quizás lograr algún día ser el primer corredor de 1-66 (o menos) en ganar el Tour de Francia desde que existen reseñas. O no. Para eso tendrían que fallar los 5 o seis croners escaladores que asisten cada año.
El error es pensar que el ciclismo es solo montaña y grandes vueltas y que la gloria y la inmortalidad solo está allí. Que sería de este deporte sin Freddy Marteens, Roger de Vlaeminck, Sean Kelly, Tom Boonen, Valverde, Cancellara Bettini…
Higuita, no lo dudo un segundo, puede ser igual o mejor en esa especialidad que los dos cracks con los cuales lo comparé por anatomía y condiciones. Por cierto, Bélgica lleva 44 años desde la lejana victoria de Van Impe en 1976, sin ganar un solo Tour de Francia y nadie dudaría que es casi todos los años la gran potencia mundial del ciclismo y cuna de algunos de los más espectaculares y ganadores ciclistas del actual pelotón mundial.
Oscar Trujillo Marín
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