Por @pmpalermo
Ya no sorprende y se conocen historias de controles antidopaje sucedidos en circunstancias tan ridículas como un funeral. Pero la UCI no modifica los errores y se siguen cometiendo atropellos contra los corredores, que aparentemente no tienen derechos ni en circunstancias especiales.
Tal el caso del español de Astana, Javier Romo, que se encontraba internado en un hospital de Guipuzkoa recuperándose de una fractura maxilar y pérdida de fluidos varios, cuando aparecieron los “vampiros”. Al menos así lo explicó Carlos De Andrés en Teledeporte.
Nadie dice que se salten controles y si tenían marcado a Romo entonces habría que haber buscado otro momento, porque es una persona antes que un ciclista. El atleta en cuestión estará de baja varios meses por las graves lesiones sufridas en la Itzulia.
Es real que sobran ejemplos de trampas realizadas por los deportistas, pero el sentido común debería primar en circunstancias extremas como las de un pedalista internado o el recordado caso de Kevin van Impe, que estaba sepultando a un hijo. Incluso, los emisarios de la UCI han visitado a excorredores, haciendo el ridículo en vez de cumplir eficazmente la función para la que fueron designados.
Pablo Palermo
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