Por @amatiz12
En el ciclismo no todo es fuerza, y más en una París-Roubaix, que con el condicionante de la lluvia, proyectaba al factor suerte, como uno determinante para la resolución de la carrera. Por lo visto, ese principio aplicó para Yves Lampaert, quien consideró tener las piernas para ganar, pero que se vieron limitadas ante su mala fortuna en el ‘Infierno del Norte’.
“Estoy casi seguro de que fui el hombre más fuerte de la carrera”, afirmó a los diarios belgas Het Nieuwsblad y Het Laatste Nieuws. “Si pinchas tres veces en momentos cruciales y eres quinto, creo que puedes decir que tenías muy buenas piernas”, justificó el belga que en su momento alcanzó a estar en el grupo de Mathieu van der Poel antes de que la suerte hiciera lo suyo.
“En el primer sector de adoquines ya tenía una rueda pinchada y tuve que regresar sin la caravana. Eso fue un infierno. Después de eso, quedé perfectamente en segunda posición en Wallers, pero tuve otro pinchazo. Conseguí una rueda del coche neutral, pero no eran las mejores. Le pedí una más al Alpecin-Fenix, pero no quisieron. Al final encontré a un soigneur nuestro, pero ya había perdido mucho tiempo”, relató el corredor de 30 años sobre las desgracias que lo privaron de estar más adelante.
Incluso, ciertos inconvenientes de los que no entendía la causa, hicieron parte de la mala pasada que le jugó la suerte. “Cuando Van der Poel atacó, yo estaba a su rueda, pero yo parecía estar filtrándome en medio de los adoquines. Es una pena, pero es parte de la Paris-Roubaix”, lamentó Yves.
El no obtener un resultado proporcional a su motor, siempre evoca sensaciones negativas. “¿Frustrado? No, eso no, pero estoy decepcionado, sí. Tres veces pincho con las tremendas piernas que tenía. Ojalá vuelva algún día”, sentenció Lampaert, 5º en esta alocada edición.
Alejandro Matiz
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