Por @pmpalermo
Polémico como pocos, si algo destacó a Lance Armstrong siempre fue su espíritu competitivo. Y para eso no hay droga alguna. Se tiene o no, y lleva a obrar en consecuencia.
Pero justamente por ello, el norteamericano padece su retiro. Porque a los 48 años no quiere volver al pelotón, pero sí seguir despuntando su alma de deportista profesional en cualquier tipo de disciplina.
Quienes lo siguen habitualmente, habrán reconocido su adicción al ejercicio, algo que “combate” practicando cualquier actividad, incluso llevándola a rangos de alto rendimiento. Claro está, sin poder competir oficialmente.
En una entrevista concedida a la revista ‘Rouleur’, se quejó de no poder practicar ningún deporte olímpico después de la sanción que sufrió en 2012, cuando fue desposeído de sus siete Tours de Francia.
“No puedo practicar ni tiro con arco o jugar al bádminton ni al ping-pong. Me expulsaron de todos los deportes olímpicos”, afirmó Armstrong. Pero el texano no se quedó callado y disparó contra Travis Tygart, jefe de la USADA (Agencia Antidopaje estadounidense). “Le encantan los focos, quería establecer un precedente para futuros casos. Además, necesitan nuevos fondos. Estaba dispuesto a hacerse famoso y obligó a todos a aceptar sus hallazgos”, explicó.
Otro punto que molesta particularmente a Armstrong es que nunca se proclamó a un ganador del Tour en las ediciones que le quitaron a él. “En Wikipedia esos siete años están en blanco. Hay un período en blanco durante la Primera Guerra Mundial, otro durante la Segunda Guerra Mundial… ¡y luego durante mis siete Tours!”, cerró.
Pablo Martín Palermo
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