Por @PochAndres
Mikel Landa Meana completó hasta la fecha 114 días de competencia con la M telefónica entre pecho y espalda, con resultados que distan de ser tan buenos como las expectativas que él mismo generó. El vasco no pudo rendir como jefe de filas en el Giro 2019 y en el reciente Tour de Francia dividió más de lo que sumó. Su paso por Movistar será recordado más por sus declaraciones que sus triunfos en la ruta.
“No volveré a ir a un equipo de segundo”, decía Landa al finalizar el Tour 2017. En esa vuelta parecía que tenía piernas para ir a más pero su capo, Chris Froome, lo frenó para que fuera su fiel escudero en la conquista del cuarto maillot amarillo. “Ya va siendo hora de liderar un equipo”, afirmaba Mikel luego de ganar la Vuelta a Burgos, poco después.
Euzebio Unzué le cumplió el sueño al nacido en Murgia. El 15 de agosto de 2017, el Movistar anunciaba el fichaje de Mikel como el de un jefe de escuadra. La escuadra telefónica ya tenía dos consagrados, Nairo Quintana (campeón del Giro 2014 y La Vuelta 2016) y Alejandro Valverde. Pero además, Unzué contaba con el talento creciente del ecuatoriano Richard Carapaz y del español Marc Soler.
Más que una contratación positiva, el arribo de Landa parecía un capricho del director de la estructura o la obligación de contar con el español de moda en el único bloque World Tour de dicha nacionalidad.
Pero las cosas iban a empeorar. Porque una cosa es tener recursos y otra muy distinta gestionarlos mal. Movistar decidió, erróneamente, llevar tres líderes al Tour 2018. En la primera semana, Nairo Quintana perdió tiempo por un pinchazo y no tener gregarios cerca. Lo mismo de siempre: el escalador colombiano dejando opciones antes de llegar a la montaña.
Una nómina de ocho corredores con tres capos parecía una decisión suicida. Y así fue. Mientras unos integrantes del staff defendían el triunvirato, había declaraciones encontradas como las de José Luis Arrieta, quien afirmaba que el líder era Nairo. Pero ni el tunjano, ni Valverde, ni Landa estuvieron cerca de hacerle daño al SKY.
El séptimo puesto de Landa en el Tour fue muy poco para un equipo histórico, que tiene la capacidad económica y humana de pelear por el maillot jaune. Después de la grande boucle, el ciclista vasco corrió carreras de un día y no terminó ninguna. Se fue de vacaciones con una primera temporada en la que sólo ganó una etapa (en la Tirreno-Adriático).
El 2019 no comenzó con buenas noticias. El 31 de enero, Landa sufrió una caída en el Challenge de Mallorca y se fracturó la clavícula. Un mes y 23 días duró la recuperación. A finales de marzo volvió a las pistas en la Milán – San Remo y, en la Coppi e Bartali (2.1), celebró su segundo triunfo de etapa con la escuadra ibérica.
Con el “Bala” descartado por lesión, Mikel estaba ante su primera ronda de tres semanas como líder indiscutible: el Giro de Italia. “Decir que tengo una grande en las piernas es mucho. No es lo mismo venir a ayudar, sin responsabilidad, que venir a ganarlo desde el principio. Lo vives desde el primer día con otra tensión, otro desgaste”, aseguraba el ciclista español por allá en 2017 y todavía con los colores del SKY.
Y el alavés comprobó su afirmación. Siendo jefe de filas del equipo fue más lento que Richard Carapaz. El ecuatoriano, tres años más joven y en su segunda campaña completa como telefónico, fue mejor en la contrarreloj. En las tres etapas de esta modalidad que tuvo el Giro, Richard le sacó 1:13. Pero lo de Landa en la prueba contra el cronómetro fue nefasto porque con Roglic, su principal contendor al título, perdió más de 5:07. Y así es imposible ganar una grande.
“Podría luchar perfectamente por el podio”, decía Unzué sobre -el hoy conocido como “La locomotora del Carchi”- luego de la novena etapa, y con su protegido (Landa) a 4.52 de Rogla. Al final, Carapaz (que ni los galones completos tenía) remontó lo hecho por el esloveno y salvó la maglia rosa para el Movistar.
Pero Mikel, siempre picante en las ruedas de prensa, no bajó la cabeza. Luego de que Nairo afirmara que Eusebio le había dado el liderato del Tour, Landa decía: “No voy a cambiar el calendario, ahora iré al Tour con la misma ambición que fui al Giro, a disputarlo. Será difícil por los rivales, pero voy a intentar ganar”.
La historia del Tour 2019 para Movistar es un cuento ya conocido. Desperdicio de dinero, de talento y un equipo roto por dentro. Eso es lo único que deja Landa en sus dos años con el equipo español más importante: luchas de poder, declaraciones más relevantes que las actuaciones y un par de etapas (ninguna en Giro o Tour).
A Landa se le pasan los años y los éxitos no llegan. Ese gran título para hablar de tú a tú en la mesa de los grandes todavía no se concreta. En siete temporadas (si contamos la 2020) ha desfilado por cuatro equipos. En los tres últimos (Astana, SKY y Movistar) salió rodeado de polémicas, autoproclamándose el mejor, el más rápido o que siempre ‘lo frenaban’. Pero cuando, en Movistar, Eusebio lo protegió, no dio resultados a la altura de sus declaraciones. ¿Qué es el ‘landismo’? Se preguntaba parte de la prensa en el último Tour. Esto es el landismo: hablar, hablar y nunca ganar.
Andrés Aranguren
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