Por Oscar Trujillo Marín
Si usted es una persona circunspecta, solemne, psicorígida favor abstenerse de seguir leyendo. Vemos que no lo es, porque sigue aquí. Continuamos con esta desenfadada, desparpajada, esperpéntica -aunque no por eso menos rigurosa crónica- acerca de cómo han funcionado los liderazgos compartidos en la última década. Si ud no ha leído la primera parte, porque como con la clásica película “El Padrino” prefiere ver primero la 2 que la 1, aquí puede hacerlo.
2016 Froome se consolida como el mejor vueltómano y corredor de los 400 metros inclinados del planeta tierra (incluso de otros vecinos)
Para el Tour 2016 se esperaba una lucha encarnizada entre Movistar y la ya asentada hegemonía de Sky. Nairo instalado por derecho propio como gran amenaza asistió solo como jefe de filas con los mejores hombres disponibles en su equipo, incluido Valverde que venía de hacer podio en el Giro. La formación británica por supuesto no tocó su liderazgo único que tan buenos dividendos le venía dando desde 2012.
Por lo demás, Porte ya emancipado del Sky fue nuevo líder único del BMC, Bardet con AG2R, Adam Yates con Orica, Aru con Astana, Contador con Tinkoff, Pinot con FDJ… ningún jefe de filas importante, con relativas opciones de victoria final, compartió liderato.
Lo que se presumía como una rebelión de esa maravillosa generación del 90 (Quintana, Bardet, Pinot, Aru, que en ese momento transitaban los 26) que llegaría en bloque a desbancar el poderío del Sky en la ronda gala, se quedó tan solo en deseos. Sus dos mejores exponentes fueron Bardet y el mismo Nairo segundo y tercero respectivamente, ambos casi en el mismo tiempo de lejanía: a 4 minutos de Chris sin haber sido una amenaza seria nunca y sin haber tenido opción jamás de desbancar al keniata que los superó en cuesta, crono, simpatía, elocuencia, sentido del humor, geografía, historia, matemáticas, en bajada e incluso en los 400 metros inclinados corriendo cuesta arriba del Mont Ventoux.
Nunca antes un ganador del Tour de Francia había derrotado a sus rivales también en pruebas de atletismo en medio de una crucial etapa. Ese año si hubiesen jugado a UNO, Parchis, piedra papel y tijera, damas chinas, Monopoly, Póker o baraja española etcétera, Froome también les hubiese ganado.
No compartir el liderato con nadie asegura más ayuda y gregarios en momentos puntuales, pero no garantiza una victoria cuando tu rival simplemente es muy superior. El célebre filósofo colombiano Franciso “Pacho” Maturana (también ex técnico de la selección nacional de fútbol en Italia 90 y toda una autoridad en fracasos estrepitosos) ya lo dijo muy bien: “Perder es ganar un poco”. Durante ese Tour según la máxima de Maturana, todos los rivales de Froome, -incluido el temible y agresivo- Louis Meintjes ganaron mucho, pero mucho mucho.
En el Giro de Italia Nibali –ya casi desahuciado a más de 3 minutos- el líder único del equipo más compensado y fuerte, Astana, le birló a última hora el triunfo a un solitario (y sonriente) Chaves que pagó su falta de gregarios (¿e inexperiencia?) en alta montaña con un admirable segundo lugar. Pero que tras esta oportunidad tan de cara, el bogotano nunca volvió a estar tan cerca de llevarse una grande.
De forma irónica, el corredor más fuerte de esa carrera hasta el día 18, Steven Kruisjwijk, perdió un título que ya tenía en sus bolsillos cuando su espalda (de dos metros cincuenta y seis centímetros de ancho entre hombro y hombro) no alcanzó a girar a tiempo con el resto de su cuerpo para trazar bien una curva en un peligroso descenso del Col del Agnello, y así haber podido evitar la caída que lo terminó relegando al cuarto puesto. Nibali, una vez más, estuvo en el momento justo el día justo y tuvo su resurrección a tres días del final, es decir al revés que Lázaro que primero tuvo el final y luego la resurrección.
En la Vuelta a España, Alberto Contador atacó tirando durante 100 kms, pero se llevó consigo a sus gregarios y los de Movistar, y por supuesto, llevó en hombros (mientras lo abanicaba, le limpiba el sudor, le destapaba y daba los geles, le sacaba los gases y le alcanzaba los bidones) a Nairo Quintana durante los mismos 100 km en la etapa 15 (Formigal). Luego durante el resto de fracciones de montaña (anteriores y posteriores), Lagos de Covadonga, La Camperona, etc., que el colombiano hizo diferencia ante Froome, esto solo fue posible porque Alberto lo miraba de soslayo con sus beatíficos poderes y le insufló a Quintana un soplo divino que lo impulsó -y solo por eso- el colombiano consiguió ganar esa Vuelta a España siendo el peor de todos los favoritos y el peor de todos los seres humanos que han nacido jamás. Todo esto, claro según sus detractores.
Según los admiradores de Quintana, la Vuelta la ganó Nairo sin despeinar su generoso tupé azabache a pesar de que corrió apenas con un 7% de sus condiciones normales, ya que lo que realmente le preocupaba ese año que se había vuelto ya tan famoso en Colombia (y todos los políticos se peleaban por contar con su presencia y las empresas pugnaban por conseguir su imagen publicitaria) por ese entonces era organizar las fiestas del aguinaldo boyacense en Tunja, donde era pregonero, presentador, comediante, invitado especial, mecenas, y como si fuera poco organizador.
2017 Urán quedó segundo a menos de un minuto de Froome, corriendo siempre a rueda con su frenético estilo diésel, lo cual habla muy bien de él… ¿Pero habla bien eso del resto de “agresivos” y poderosos aspirantes a desbancar a Froome?
Portal reconviene a Landa por resistirse a esperar a Froome en la etapa que finalizaba en Peyragudes.
El Tour de 2017 se recordará porque Richie Porte tuvo mala suerte siendo favorito durante la etepa 9 y se cayó desafiando la geometría y trazando una curva en línea recta. Esperen… ¿o tuvo mala suerte fue en 2016 que una moto lo tiró en el Mont ventoux? ¿O fue en 2018, que se cayó tras 5 km de haber salido la etapa, cuando el pelotón rodaba a 7.5 km/h por una ancha y tranquila avenida con perfecta visibilidad? ¿O fue en el Giro de 2015 que se cayó por… ¡yo que sé!, por cualquier cosa?
Movistar acudió de nuevo con Quintana y Valverde con la misma armonía y cohesión que pueden tener los polos iguales de dos imanes, en lo que se pudo llamar -a regañadientes- un liderazgo compartido. ¡Partido! tiene el astrágalo, la rótula y la tibia este buen hombre, dijo el médico alemán Karlz Heinz Rumenigge, que atendió a Valverde en Dusseldorf después de haberse caído en la primera etapa, en el mero prólogo, ante la estupefacta mirada de la enfermera turca Melek Gündogan que aún se le dificultaba entender a la primera el acento de Renania del Norte-Westfalia. Debido a esta temprana desgracia del murciano, Quintana tenía el equipo para él, ya no había liderato conjunto. El colombiano nunca había tenido tan fácil ganar el Tour, bastaba solo con demostrar ser el mejor de todos los participantes tras 21 días, en todos los terrenos. El líder solitario de Movistar tras haber sido segundo en el Giro, pocos meses atrás terminó en el puesto 12 a 15 minutos de Froome, sin encontrar nunca el golpe de pedal que lo hizo grande. Empezando un bache lejos de los podios de grandes vueltas del cual todavía no sale.
Por lo demás, no hubo más capitanías conjuntas en ningún equipo. Sky asistió a su cita con la rutina y llevó una formación de gregarios-cracks lamentables, por supuesto arropando a Froome: Sergio Henao (COL), Vasil Kiryienka (BLR), Christian Knees (GER), Michal Kwiatkowski (POL), Mikel Landa (ESP), Mikel Nieve (ESP), Luke Rowe (GBR), Geraint Thomas (GBR). De hecho, de esta lista de excelentes corredores el único malo de todos los que fueron a apoyar a Chris era Christian Knees. Pero Brailsford decidió incluirlo porque el alemán cuenta unos chistes buenísimos de judíos, tiene verdadero arte para pasar los geles, barritas y los bidones (como Tom Cruise con las botellas en “Cocktail”) para colmo Knees es Piscis, con regente de Urano, que como todos sabemos son los mejores compañeros posibles para hacer equipo. Argumentos científicos de ganancias marginales inobjetables. Es que sir Dave es un genio y no deja ningún cabo suelto.
Aunque no hubo rencillas entre bicefalías como tal, hubo un conato de rebelión por parte de Mikel Landa. Aunque todo hay que decir que tras la reconvención pública de Portal, al final de la etapa de Peyragudes, Landa terminó haciendo un Tour fantástico y siendo determinante para ayudar a Froome el resto de fracciones de montaña. Todo el mundo sabe que la fama de inconforme cuando le ha tocado desempeñar labores de gregario para las que lo contrataron es un mito, habladurías: él nunca ha hecho declaraciones destempladas, imprudentes, ni se ha quejado por sentirse mejor que su capo de turno, ni ha intentado seguir a su aire cuando lo han parado a ayudar.
El vasco que lo contrataron como gregario en el Sky (como a todo el mundo por esa época) para apoyar en el Tour a Froome; que en el papel que firmó sería evidente, que lo formaban en el trencito como gregario y que en el equipo nadie le decía “jefe”, -como tampoco lo decía el bordado de su uniforme en la espalda-, (no decía Boss, decía Landa) aún así, Mikel se sintió con demasiadas buenas piernas, durante ese Tour y se marcó un “Froomewigginazo” atacando o más bien sacando de punto y dejando relegado a su propio jefe en un duro puerto de alta montaña.
Mikel tenía muy cerca el podio y las ansias vivas lo traicionaron. Por suerte, Froome pudo ganar su Tour más apretado de todos, ayudado por supuesto por el vasco. Se bastaron (no sin esfuerzo) para soportar los fieros y reiterados ataques de Rigoberto Urán, que en algún momento incluso pensó en intentarlo de lejos (a 436 metros de la línea de meta). Fue muy emocionante imaginarlo.
2018 Empiezan las bicefalias y tricefalias en algunos equipos y con ellas los celos, rencores, mezquindades, rumores, el: “No sos vos, soy yo” el ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? y miserias humanas de telenovela mexicana o turca por el estilo.
Froome y Dumoulin asistieron al Giro de Italia como líderes únicos de Sky y Sunweb respectivamente. Por algún error de comunicación al interior del equipo alemán, (cabe anotar que a Tom, su travieso esfínter lo respetó durante los 21 días en carrera, todo hay que decirlo) sus ocho gregarios entendieron que una vez llegara la montaña debían dejar solo al bueno de Tom y efectivamente se descolgaban en cuesta a las primeras de cambio. Así ocurrió, y el neerlandés (que más parecía el solitario holandés errante) pasó la totalidad de etapas de montaña con el único y fiel apoyo del tren del Sky.
Por otro error de comunicación imperdonable, a Simon Yates nadie le dijo que las carreras de tres semanas duran 21 días. El gemelo que siempre se le dio mejor la geografía y la historia en el colegio y odiaba la aritmética, tampoco lo reparó en primera instancia. Eufórico por su insultante poder desde el primer día no se percató de este complejo problema matemático; inocente derrochó tanta energía como si no hubiera mañana. Por desgracia “mañana” llegó. Completadas dos semanas y tres días había ganado 3 etapas, e incluso una fantástica cafetera marca ALESSI, muy bonita, que rifaron en uno de los hoteles donde pernoctó con su equipo. Tenía a todo el personal peligroso humillado, ya sin opciones, incluido a Froome cuyo mojo cósmico no le estaba funcionando muy bien, e iba ya a más de 4 minutos.
Pero la vida es muy dura y la gasolina se le acabó ipsofacto al eléctrico gemelo inglés subiendo a la Finestre. No hay demencial derroche que dure tres semanas (de las que duran 18 días) ni cuerpo que lo resista. Froome hizo un ataque de la época de Coppi & Bartali, (en serio, atacó en un tramo sin asfalto, solo le faltaron los tubulares anudados a su pecho) el líder virtual era el esta vez sí estreñido Dumoulin, que lo superaba por 3 minutos.
El neerlandés (que ya era líder en carrera) fue descolgado por Chris a 8 km de finalizar el duro puerto de La Finestre cuando quedaba un trayecto de 80km con un par de cuestas duras, (esa y la última en la llegada) una larga bajada y mucho llano, mano a mano, ¡contra un solo hombre fugado! sin más ayuda que su fotogénico y estético pedaleo de cisne barroco.
Tom, mano a mano, uno contra uno, en franca lid (ninguno llevaba quien le ayudara) perdió su holgada renta y el título. Obviamente -como todo el mundo sabe- la culpa no fue de Tom, que no estuvo a la altura de Froome en Finestre, luego perdió 1 minuto en la bajada y dos más en el llano, su terreno favorito. La culpa fue de dos mocetones suramericanos de 24 años que estaban a más de 5 minutos en la general, inexpertos y que venían jugándose el podio y la camiseta de mejor joven obedeciendo órdenes de sus equipos que estaban salvando la carrera con ellos. Este par de desaprensivos se negaron a inmolarse para Tom. Hay que ver cómo se le ha perdido el respeto al hombre blanco.
Uno de ellos debió haber tirado a muerte para que Dumoulin no perdiera el Giro, hacerle el trabajo al pobre holandés, fundirse en ese esfuerzo para el último puerto y esperar que su compañero de fuga -igual de inexperto a él- lo rematara al final llevándose el botín de podio y mejor joven.
Tour de Francia: En la ronda gala ya empezó Cristo a padecer por las cacareadas bicefalias y liderazgos compartidos. Froome recién doblado después de un esfuerzo descomunal y exhibición mítica en el Giro en un alarde de ambición que terminó pagando muy caro, -tras tres grandes vueltas seguidas corridas y ganadas) aún así, fue como líder del Ineos con Geraint Thomas como primer gregario o segunda espada.
Era tanta la confianza del Sky -y del propio Froome- que ya se veía pasando a la historia con el doblete, su quinto Tour, cuatro grandes vueltas seguidas ganadas y el premio al chico más diplomático y educado del pelotón. Si no lo consiguió no fue por falta de ganas: las fuerzas le fallaron y su compañero Thomas (reconvertido en sprinter de puertos de 1ª y fuera de categoría) fue infinitamente más fuerte que él y todos. En algunos lances de carrera ya por detrás de Thomas en la general Chris lo intentó… contra su propio compañero, pero no tuvo fuelle. Dumoulin lo pillaba junto a Geraint y los demás elegidos subiendo a ritmo.
Movistar tenía un problema serio: su nuevo uniforme azul claro era horrible. Pero aparte de eso –que no es poco- sus hasta ahora dos líderes siempre corrían por libre: cada uno a lo suyo. Tenían un concepto del sacrificio por el otro y la solidaridad muy ecléctico y disociado. Pero al equipo le iba la marcha y para remediarlo decidió traer a otro gallo para llevar también al Tour: Mikel Landa. Por si a lo mejor faltaba un poco de tensión y estrés.
Landa, ya harto de dejar sus mejores tardes en la montaña tirando siempre para otros (cuando en verdad muchas veces fue más fuerte que su jefe), reclamó galones de entrada y se los dieron. La culpa no fue de él, ni de donde estaba ni como vestía. Todos se creían con opción para ganar el Tour de Francia en esa terna y las lealtades de los gregarios fueron puestas a estresante prueba cada día, con desagradables evidencias que mostró el documental (tiro en el pie) “el día menos pensado”.
Ustedes pueden especular con conspiraciones, descaradas preferencias, humillantes ninguneos, miradas aviesas en carrera, más cereal y fruta en el cuenco del desayuno para uno en detrimento de otro o lo que quieran. A mí no me hace ilusión hacerlo. Lo único cierto, al final del Tour fue que los tres estuvieron muy por debajo de su nivel top acostumbrado: Landa 7° a 7 minutos; Quintana 10° a 14 y Valverde 14° a 27 minutos. En verdad mucho nivel… no parecen haber demostrado los tres, y declaraciones diplomáticas -y de omertá institucional aparte- se respiraba mucho mal rollo en el equipo, había mejor ambiente en un campamento compartido entre el Frente para la Liberación de Palestina y una delegación de judíos ortodoxos. No parece haber sido una apuesta muy acertada.
Cuando tienes tres líderes de tal categoría y nivel y terminas tan mal, ni siquiera en el podio, algo en la dirigencia tuvo que haber fallado también. Por su parte, el emergente Roglic y Kruijswijk compartieron su liderato sin problemas y fueron unos dignísimos cuarto y quinto respectivamente. La situación de Froome se empezaba a complicar en su equipo: el “enano” galés de le había crecido. Para colmo, el debutante chiquillo Bernal se dio el lujo de tirar para Thomas a muerte y luego descolgarse a remolcarlo a él mismo en las altas cumbres, algo inédito en la historia del tetra campeón tan acostumbrado a ir sobrado y ser el gran protagonista. En 2019 tendría que lidiar con más hombres que ya estaban a su mismo nivel dentro de sus propias filas. Una terrible caída antes del Tour siguiente le quitó esa incertidumbre, o mejor se la aplazó hasta nuestros días, e incluso terminó precipitando su no renovación con el equipo que lo hizo leyenda.
En la Vuelta a España, una vez más en Movistar pareció no evidenciarse muy buen rollo que digamos y menos unión entre sus dos líderes Quintana y Valverde. El equipo (y ellos mismos) fue incapaz de sacrificar a uno de los dos para intentar ser una amenaza (que nunca lo fueron) para un pletórico Yates que aprendió la lección del Giro y se reguló mejor. Era un querer y no poder por parte de ambos. Por otro lado, nuevamente los dos líderes del equipo telefónico en dicha ronda ibérica, demostraron su verdadero nivel, su lugar en la general y el tiempo perdido fue exclusivo mérito de ellos. Por mucho que te dejen solo o tus directores no se aclaren, si tienes buenas piernas llegas con los mejores.
2019 se empiezan a volver comunes los liderazgos compartidos en los equipos más fuertes.
En efecto, así fue. De forma paradójica, los corredores favoritos que escogieron respectivamente desde la dirección técnica antes de empezar las carreras Movistar para el Giro (Landa) e INEOS para el Tour de Francia (Thomas) debieron doblegar y resignar sus opciones de triunfo por demérito propio, obligados por su propia debilidad y la superioridad de unas segundas espadas que demostraron mayor poderío y regularidad: Carapaz y Bernal.
No hubo posibilidad de quejas, ni melodrama, ni caritas, ni reclamos en ninguno de los dos casos, por parte del primer líder: Landa se portó como un caballero y profesional cuando vio que había perdido sus chances y consciente de la superioridad de su compañero ecuatoriano lo apoyó para que consiguiera su triunfo. Igual situación en INEOS, que intentaron hasta faltando tres días apostar por el galés, que iba por delante en la general que Bernal, pero él mismo había venido mostrando una leve debilidad en cada etapa de montaña que se hizo evidente en las dos cruciales de los Alpes. Mientras que su joven compañero se agigantaba.
Con respecto a Movistar, dieron una imagen francamente lamentable, penosa sobre todo en el Tour, pero también en la Vuelta: los aspavientos pueriles de Soler, las órdenes tardías e incomprensibles, el tirar del grupo cuando se llevaba a un hombre en punta favorito para la etapa; sus liderazgos tan mal compartidos y llevar tres gallos sencillamente no le funcionaron. Puede que tengan mucha experiencia en el pasado, que lo hayan hecho magnífico en el Giro de ese mismo año y muchas veces en otras épocas, eso nadie lo discute, pero entre 2018 y 2019 quizás por no valorar la poca química de sus líderes se cometieron muchos errores que los relegaron a un segundo plano en el Tour y la Vuelta, excepción hecha del digno segundo lugar de Valverde tras Roglic para el que dicho sea de paso nunca fue una amenaza.
Quizás entre los actores no había o nunca hubo verdadero feeling. Quizás quien no estuviera a gusto debió haberse ido antes. Quizás empeñarse siempre en que Valverde hiciera la general par darle lustre a su puestómetro sí o sí, lastraba el apoyo para sus otros líderes, cualquiera que llegara. Quién sabe. Pero que entre los actores no había mucha química es un hecho evidente. Tuvieron el fino detalle de inmortalizarlo en un admirable documental que junto al triunfo de Richard fue lo mejor que hicieron en toda la temporada.
En conclusión, los liderazgos compartidos con dos serios aspirantes no son mejores ni peores que asistir con un solo líder sólido, que quieras que no, si cae en desgracia significa perder todo el trabajo del equipo y no cumplir el objetivo. Llevar dos jefes de filas siempre da más juego y hay más opciones. El único requisito imprescindible es que los dos corredores se deben llevar muy bien y ser demasiado profesionales. No hace falta que se quieran o sean los mejores amigos, solo que sean honestos y si no demuestran el nivel esperado o pierden muchas opciones, saber ser solidario. Al respeto de las tricefalias preguntamos al filósofo y sociólogo italiano Rocco Sifreddi que tuvo la amabilidad de contestarnos: “Las famosas tricefalías, ternas o tríos quizás funcionen mejor, pero en otros escenarios”
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Oscar Trujillo Marín
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